«Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:14).
Verbo significa palabra, voz.
En Génesis 1:3, se menciona por primera vez la palabra de Dios, la voz de Dios: «Dijo Dios: Sea la luz».
Aquella palabra carecía de forma. No respondía a la materia. Era voz, sonido celestial.
• Como la que oyó Pablo en el camino a Damasco.
• Como la que oyó Pedro en la azotea de la casa en Jope.
• Como la que oyó Juan en la isla de Patmos.
Esta palabra se reviste de naturaleza humana. Así lo afirma el autor de la epístola a los Hebreos: «Entrando en el mundo, me preparaste Cuerpo» (Hebreos 10:5).
El Verbo, Cristo «habitó entre nosotros».
Pudo haber habitado entre los ángeles, haber adoptado una naturaleza angélica y haber efectuado desde el cielo la redención de la tierra. Pero no lo hizo.
El autor de la epístola a los Hebreos añade: «Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham» (Hebreos 2:16).
• Escogió un alma humana.
• Escogió un cuerpo humano.
• Escogió una madre humana.
• Escogió un pueblo, una tribu, una familia.
• Escogió nuestra pequeña e insignificante tierra.
• Escogió a doce hombres como apóstoles.
• Escogió la más horrible de las muertes que el hombre conocía entonces.
Nos escogió a nosotros para que transmitamos su mensaje por toda la tierra habitada.
Esto es la Navidad.
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Juan Antonio Monroy
Escritor y conferencista internacional