«Es mejor el que tarda en airarse que el fuerte; y el que domina (gobernar, reinar, tener poder sobre) su espíritu, que el que conquista una ciudad» (Proverbios 16:32).
Salomón establece dos comparaciones contrastantes para resaltar la importancia de la gestión emocional propia: autodominio, autogobierno, autogerencia, que los logros y hazañas externas. Así, mejor es el que gestiona -gobierna- con sabiduría sus emociones, como por ejemplo la ira, que el fuerte y poderoso que puede someter a otros («más vale ser paciente que valiente…» -Proverbios 16:32a- NVI); mejor es el hombre que gobierna sobre su espíritu y pasiones –que manifiesta dominio propio– que el que conquista una cuidad. En la misma línea de pensamiento complementa Proverbios 25:28 (NVI): «Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse».
Esta enseñanza del rey Salomón aplica mucho al liderazgo, ya que el líder primero es líder de su propia vida. Para liderar a otros, primero se necesita crecer en el liderazgo de sí mismo: liderazgo intrapersonal. Lao Tze dijo: «Quien vence a los otros, es fuerte. Quien se vence a sí mismo, es poderoso». El filósofo Platón se suma a esta idea de pensamiento: «La primera y gran victoria es conquistarse a uno mismo». A su vez, el Dr. Stephen Covey dice que «las victorias privadas preceden a las victorias públicas». Todos estos pensadores apuntan a similar idea, y es que el dominio del liderazgo es el dominio de uno mismo: de su emocionalidad, de su carácter; de sus talentos, de sus habilidades, de sus potencialidades. El desarrollo de liderazgo está asociado al desarrollo y dominio personal: autogobierno, autogerencia, autoaprendizaje. Lo cierto es que no hay calidad afuera sino hay calidad adentro. No hay desempeño efectivo sino sobre la base del crecimiento personal. Peter Senge lo subraya de la siguiente forma: «El domino de nuestra persona nos permite ser magistrales en lo que realizamos».
El liderazgo se construye de adentro hacia afuera: desde el nivel intrapersonal (mi relación conmigo mismo) se avanza al nivel interpersonal (mis relaciones e interacciones con los demás), y de éste al nivel organizacional (mi necesidad de organizar a las personas: agruparlas, capacitarlas, compensarlas, construir equipos, resolver problemas y crear una estructura, una estrategia y unos sistemas acordes a ellos) y social (mi acción sobre un gran conglomerado de gente).
Resultaría paradójico un líder pretendiendo liderar a otros, inspirar a otros, guiar las vidas de otras personas, manejar el negocio de otro, encaminar a sus seguidores hacia una visión organizacional, si el mismo no es dueño de sí mismo, si no es capaz de manejar y dirigir adecuadamente sus emociones, si no está a cargo y se ha hecho responsable de su propia vida, sino no tiene su propia definición de visión y proyecto de vida. En tales condiciones ¿cómo podrá liderar a otros?
La génesis del liderazgo se encuentra, pues, en el desarrollo y crecimiento personal. El énfasis del líder en relación con el desarrollo de su capacidad para liderar, es el desarrollo de su propio carácter. La plataforma sobre la cual se lidera no son las técnicas o metodologías que se puedan utilizar, sino el carácter. Al respecto dice John Adair: «El liderazgo es más una cuestión de personalidad, temperamento, actitudes y valores». Y Jonh Maxwell lo complementa al decir: «Los líderes son efectivos por lo que son interiormente; por las cualidades que los hacen personas. Para llegar al más alto nivel de liderazgo, las personas tienen que desarrollar esos rasgos interiormente». En esa misma tónica agregan Kouzes y Posner: «Desarrollo de liderazgo es lo mismo que desarrollo personal».
Si el líder quiere crecer en su capacidad de liderazgo necesita trabajar a fondo consigo mismo. Por eso, acertadamente, dicen Ken Blanchard y Terry Waghorn: «Como líder, la principal relación que debes cultivar es contigo mismo». Sin madurez de carácter no hay liderazgo efectivo. Ahora, el desarrollo del carácter implica un proceso continuo, progresivo y de maduración. No viene a través de la adopción de recetas fáciles y rápidas – formulas prefabricadas. No hay soluciones o recetas instantáneas (cursos, recetarios, formulas, nuevas técnicas, etc.). Niveles de liderazgo más altos demandan consecuente mayor dedicación al proceso de madurar en carácter.
El poder de acción del líder reside en la riqueza de su vida interior, vale decir, en la madurez de su carácter. Por lo tanto, el carácter es la prioridad en el desarrollo del liderazgo. Si comparamos la vida del hombre con la de un árbol, diremos que lo que es la raíz (fuente de sustento y estabilidad) al árbol, lo es el carácter (identidad propia, autoestima, valores) al hombre. El fruto del árbol es determinado por la raíz. Así las conductas y actitudes del hombre proceden del carácter de éste.
Enseñanzas para el liderazgo:
• La habilidad más importante que el líder necesita desarrollar es el dominio de sí mismo, la gerencia de sí mismo.
• La efectividad en el liderazgo interpersonal, organizacional o social está supeditado al desarrollo del liderazgo intrapersonal.
• La plataforma sobre la cual se construye la capacidad para el liderazgo es el carácter.
• El desarrollo de disciplina es esencial en el ejercicio del liderazgo.
• La estabilidad emocional que proviene de la gestión efectiva de las emociones, es fundamental para el desarrollo de las habilidades, talentos y potencial personal.
Pensamiento: La mínima expresión de gobierno, es gobernarnos a nosotros mismos.
Arnoldo Arana
Pastor, psicoterapeuta y escritor
arnoldoarana@hotmail.com