(Liliana Daymar González – Periodista).-
«Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer sus mandamientos» (Proverbios 28:9).
Estoy segura que la peor pesadilla de un cristiano es que Dios no incline su oído ni responda a su llamado en los tiempos de angustia. La Palabra del Señor es clara y no da lugar a dudas: Si no obedecemos lo que Dios ordena, Él esconderá su rostro de nosotros.
Aborrecer es sentir odio, aversión hacia alguien o algo y tiene como sinónimos: despreciar, detestar, abominar y condenar. Nadie desea que Dios sienta eso cada vez que lo buscamos en oración.
Las leyes divinas son idénticas a las leyes que rigen el universo, sea que las conozcamos o no siempre se van a cumplir. Un niño que gatea en una azotea desconoce la ley de la gravedad, si llega a resbalarse indudablemente caerá al vacío. Aunque es inocente e ignorante de la ley las consecuencias son inevitables. Lo mismo les ocurre a las personas que desconocen los mandamientos de Dios y a las que conociéndolos, se rebelan o se olvidan de obedecerlos. Las consecuencias son las mismas para todos: condenación.
¿Cuál es la condena?
Perdemos la protección de Dios. Dice la Biblia que Dios se alejó del rey Saúl, porque no cumplió sus preceptos, fue arrogante al desconocer su autoridad. Y cuando clamó ¡auxilio! el Señor no atendió a su llamado.
Dejamos de ser guiados por el Espíritu Santo. Él es luz en medio de la oscuridad y siempre nos conduce adonde nos conviene ir. Sin su dirección sabia estaremos desorientados y perdidos. Pablo tuvo un encuentro con Jesús que le cambió el rumbo de su vida. A partir de ese momento fue guiado por el Espíritu Santo quien le decía a dónde debía ir.
No obtenemos respuesta a nuestras súplicas. Aunque creas estar haciendo lo correcto siempre es bueno pedirle a Dios que te revele si lo estás desobedeciendo en algo específico, porque recibimos todo lo que le pedimos únicamente cuando obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada (1ª Juan 3:22).
Hay gente rencorosa que se resisten a perdonar y esto estorba sus oraciones. Jesús enseñó: «Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno…» (Marcos 11:25), porque si no perdonas estarías quebrantando el mayor de los mandamientos: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22: 36-40).
«La oración eficaz del justo puede lograr mucho» (Santiago 5:16). Una persona justa es aquella que ama a Dios y le obedece. Una oración eficaz es la que se hace de acuerdo a la voluntad del Padre.
Si te estás preguntando la razón por la cual Dios quiere que le obedezcas, no es por un simple capricho, es para que te vaya bien y seas de larga vida en la tierra.
La Biblia es un contrato que contiene más de 7 mil promesas, Dios quiere cumplirlas en nuestra vida, depende de nosotros aceptar sus cláusulas. Si cumplimos las condiciones, Él cumplirá las promesas. «Si permaneciereis en mí y mis palabras permanecieren en vosotros, pediréis todo lo que quisiereis, y os será hecho» (Juan 15:7).
Si permanecemos en Él, seremos guiados por su Espíritu para orar de acuerdo a Su voluntad, lo cual nos garantiza un ¡sí! como respuesta a todo lo que le pidamos.
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