A veces anhelo que Jesús sea más rápido para contestar una de mis oraciones. Pero su horario soberano es diferente del mío o del nuestro. Él lleva a cabo su obra salvadora según su agenda
Juan 11:21, “y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto”.
Vivimos en un mundo donde todo debe ser rápido y moverse a velocidad; sobre todo en las grandes ciudades.
Como habitante de la provincia de mi país he tenido la oportunidad de ir dos veces a la capital de la República conocida como la gran Caracas, y noté lo rápido que anda la gente comparado con lo pausado de nosotros en Margarita. Pero en línea general, la gente cada vez anda más rápido y acelerado.
En uno de esos viajes le dije a mi hermano que iba a dar un paseo por allí y ver un poco las tiendas y a la gente. Y cuando llegué a paso lento a un cruce atestado, noté algo: todos se movían sumamente rápido y los automóviles más rápido aún.
Cuando regresaba a casa de mi hermano, mientras caminaba, pensé: Wow… Estamos tan acostumbrados a andar rápido. Todo el tiempo.
Y luego, reflexioné en la palabra: A menudo espero que Dios se mueva igual de rápido. Quiero que sus planes se adecuen a mi veloz cronograma.
Cuando el Hijo de Dios anduvo en la tierra, su aparente paso lento decepcionó incluso a sus amigos. Ya que vemos que en el evangelio de Juan, capítulo 11, que María y Marta le avisaron que su hermano Lázaro estaba enfermo. Y que estaba a punto de morir. Ellas sabían que Jesús podía ayudarlas (vv. 1-3), pero llegó cuatro días después (v. 17), y Lázaro ya estaba muerto. Marta dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» (v. 21). En otras palabras: Jesús no se movió suficientemente rápido. Pero Él tenía planes mayores: resucitarlo (vv. 38-44).
¿Te identificas con la desesperación de Marta? Yo sí. A veces anhelo que Jesús sea más rápido para contestar una de mis oraciones. Otras, parece que llegará tarde. Pero su horario soberano es diferente del mío o del nuestro. Él lleva a cabo su obra salvadora según su agenda. Y el resultado final es exhibir su gloria y bondad de maneras mucho más grandiosas que nuestros planes.
¡Aleluya, Gloria a Dios!
Que tengas un excelente y bendecido día.
Julio Reyes
Pastor