
Con denuedo buscaron libertad;
Pana, se ahogaron en alta mar…
Hijos que estuvieron en los brazos,
venezolanos que se despidieron de mamá.
¿Cuántos muertos lleva este fracaso?
¿Cuántas canciones se han cantado,
en las embarcaciones iluminadas
con amor, sueños y ganas de prosperar?
La felicidad saldrá como cardumen mañana;
serán hijos e hijas que han podido soñar…
¡Qué espíritu gallardo! Nadie les podrá callar.
Presumen de inocencia; los demonios caerán.
¡Mira, esa es mi gente, van con alas nuevas!
Les reciben con los brazos abiertos;
¡Oh Güiria! ¿Quién te pondrá primera?
La sangre en el mar no ha muerto.
Aojamiento de malignos gobiernos
que solo saben tragar sus cuentos.
La razón siempre la tuvieron aquellos
que como almas benditas subieron al cielo.
Harold Paredes Olivo
Pastor, poeta y comunicador