Quienes cumplen las normas de Dios pueden esperar su bendición, o las consecuencias si tienen en poco los principios bíblicos

“Por causa del Señor, obedezcan a toda autoridad humana, ya sea al rey porque es el que tiene más autoridad, o a los gobernadores que él ha puesto para castigar a los que hacen lo malo y para honrar a los que hacen lo bueno. Lo que Dios quiere es que ustedes hagan el bien, para que los ignorantes y tontos no tengan nada que decir en contra de ustedes. Pórtense como personas libres que no usan su libertad como pretexto para hacer lo malo, sino que viven como siervos de Dios. Traten a todos con respeto. Amen a los hermanos, honren a Dios y respeten al rey” (1ª Pedro 2:13-17.
Dios dio al pueblo de Israel el Antiguo Testamento para instruir a la nación y darles esperanza. Los mandamientos del Padre fueron diseñados, no para arruinarles la diversión a sus hijos, sino para ayudarlos a evitar el daño.
En Deuteronomio 8:19 vemos que Dios hace responsables a los creyentes: Los bendecirá y los protegerá, pero si ellos le dan la espalda, tendrán por seguro su castigo. Si Dios actuara de otra manera, sería permisivo e indigno de confianza. Pero podemos confiar en que el Señor hará exactamente lo que Él dice, porque la Biblia dice que así es como Él actuaba con su amada nación de Israel. En realidad, la historia de Israel fue un ciclo continuo de bendición, rebeldía, castigo, arrepentimiento y bendición. Si Dios trató de esa manera a la “niña de sus ojos”, ¿qué podemos esperar nosotros?
Podemos tener la confianza de que el Señor será fiel a sus principios, sin importar de qué país seamos. Según Romanos 13, los creyentes deben ser ciudadanos respetuosos y responsables porque “no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (1:1). Quienes cumplen las normas de Dios pueden esperar su bendición, o las consecuencias si tienen en poco los principios bíblicos.
El Señor es paciente, pero si ignoramos deliberadamente su dirección, podemos esperar enfrentar las consecuencias. Segundo de Crónicas 7:14 animó a los creyentes de ese día a humillarse, orar, buscar el rostro de Dios, y apartarse de sus malos caminos. Nosotros tenemos que hacer lo mismo si queremos que Dios oiga desde el cielo y sane nuestra tierra.
Charles F. Stanley
Pastor, maestro y escritor