La Biblia narra el nacimiento de Moisés bajo un edicto de muerte. El faraón había ordenado que todos los niños varones hijos de los esclavos hebreos debieran morir. Jocabet dio a luz a su hijo varón en esas circunstancias, lo mantuvo escondido por tres meses, al no poder mantenerlo oculto por más tiempo consagró la vida del niño al Dios Todopoderoso, lo colocó en una canasta y lo arrojó al río Nilo. ¿Imaginas el sufrimiento de aquella madre al lanzar a su hijo recién nacido en un río repleto de lagartos? Al ver que sus fuerzas humanas le eran insuficientes sabiamente decide confiar y creer en un milagro. La hija del faraón descubrió al bebé lo adoptó como su hijo y lo llamó Moisés, que significa ‘salvado de las aguas’. Mientras las otras madres hebreas gemían por la muerte de sus bebés. Jocabet fue la nodriza de su propio hijo, lo vio crecer, jugar y convertirse en hombre. Ya Dios lo había predestinado para ser el libertador de Israel, pero fue su madre la que al consagrarlo al Señor hizo posible la consumación del plan divino.
¡Presta atención! Tus hijos han nacido en las mismas condiciones que Moisés; Satanás, el faraón de este mundo, ha promulgado un edicto de muerte en contra de tu familia, como león rugiente busca destrozar los planes de Dios para tu descendencia, él dedica tiempo a conocer las debilidades de tus hijos con el fin de dirigirlos hacia las tentaciones y hacerlos caer en pecado. Les presenta amistades incorrectas, les ofrece alcohol, droga, sexo, sus mejores aliados son el internet, la TV y los celulares. Te toca a ti actuar como Jocabet, consagra tus hijos a Dios, demuéstrales tu amor, vigila y controla lo que ven y escuchan en los medios, conoce a sus amigos, enséñales a ser prudentes para detectar las trampas del enemigo y mansos para dejarse guiar por el Señor. Ser madre y/o padre es tu principal labor; gánate la confianza de tus hijos dedicando tiempo a cada uno, hazles sentir que son importantes para ti y para nuestro Padre Santo. Dile que son parte de un gran propósito creado por Dios y que tienen un manual de vida para cumplirlo.
Bendice a tus hijos en todo momento, decreta palabras de vida y de éxito sobre ellos, no los critiques, ni los compares, cada uno es diferente, con habilidades, dones y talentos únicos. Es tu deber leerles las Escrituras, enseñarlos a orar, a obedecer los mandamientos, así como a reconocer y reclamar las promesas del Altísimo.
Liliana Daymar González
Periodista
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