
Gota: «Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones» (Filipenses 1:15-16).
«Por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad». La predicación del evangelio estimulado por el encarcelamiento de Pablo surge de uno de estos dos motivos diametralmente opuestos. Los detractores de Pablo que a pesar de predicar el evangelio estaban celosos de su poder, autoridad apostólica, éxito y los grandes dones que poseía. Todo esto dio lugar a la contienda como un acto de rivalidad y conflicto, ellos comenzaron a desacreditarlo. Pero hubo los que mantuvieron el contentamiento y satisfacción brindándole a Pablo su apoyo, tanto como persona y ministro del evangelio.
Pablo de verdad tenía un temperamento que se exaltaba y unos sentimientos que se lastimaban, no era ninguna maquina teológica computarizada que producía escritos insapirados, era una persona muy cálida y humana que necesitaba tanto amor como cualquier, y tal vez un poco más. Pablo tenía la posibilidad de ser destruido, pero no lo fue. Y no porque faltara quien lo hiciera, pero su perspectiva era que no importaba lo que a él le sucediera, mientras no pasara algo que detuviera la proclamación del evangelio.
Actualmente hay muchos que desacreditan el ministerio de otros, calumnian a otros ministros, pastores, misioneros, creyentes, y no porque tengan razones válidas para hacerlo, sino simplemente por satisfacción, celos, envidia.
Valor: Recuerde esto siempre: «Mientras trabaje en el ministerio y lleve una vida recta y santa, tranquilo(a), los ataques vendrán», espérelos. Pero le ruego en el nombre del Señor Jesucristo que no deje que eso pueda quitarle la alegría y el gozo.
Dios le bendiga.
Ramón Tovar
Pastor y columnista
tramon63@gmail.com