A todos los saqueadores de Venezuela, la única y mejor opción que tienen es verse en el espejo de ZAQUEO y devolver todo lo robado
Para ningún terrícola es un secreto que Venezuela ha sido víctima de las malversaciones y robos más descarados ocurridos durante los últimos 22 años promovidos desde las esferas del poder, permeando todos los estratos de la descompuesta sociedad, ahora convertida en grupúsculos, clanes o mafias que compiten por el botín a diestra y siniestra con gran ferocidad. Un querido amigo me decía: “Hermano en Venezuela no hay motivos para DEJAR DE ROBAR, aquí roba hasta el gato”. Al parecer, ese es el lamentable sentir nacional dadas las innumerables evidencias que nos tiran a la cara sin vergüenza alguna y los que ejercen algún cargo en la administración pública sólo esperan el momento apropiado para tomar la parte de lo que ellos creen es su trozo del pastel que les corresponde porque los incentivos para robar son abundantes, se sienten poderosos e invencibles, nada ni nadie los detiene, hasta ahora.
Desde las culturas más antiguas, independientemente de sus creencias, filosofías y ritos místicos politeístas, ateístas, animistas, al ser humano se le ha enseñado el respeto a lo ajeno como una virtud, y con la llegada de los sistemas de creencias “revelado”, como lo son las religiones ABRAHÁMICAS, fue expresado como una ORDEN, EL MANDAMIENTO DE NO ROBAR, NO CODICIAR LOS BIENES AJENOS, siendo este uno de los 10 pilares que fundamentan el conjunto de prácticas, creencias y estilo de vida de la cultura Judeo-Cristiana (600 años después lo copió la islámica) y que por lo tanto deben regir-ordenar nuestro comportamiento en la sociedad.
El saqueo ha sido tan grande que es imposible conocer con exactitud la magnitud de las cantidades robadas, pero sí podemos tener una idea CUALI-CUANTITATIVA de los daños causados observando el miserable estado de cosas de la Nación, los nefastos e irreparables efectos en muchas vidas y familias enteras.
Al inicio de la era cristiana, existió un caballero, funcionario público, que trabajaba como cobrador de impuestos, oficio que la gente despreciaba porque consideraba que robaban al pueblo, además era muy rico. No quiero pensar que los cobradores de impuestos en la Venezuela de hoy también roben o sean cómplices, ¡Dios me perdone por esos malos pensamientos!
Su nombre era ZAQUEO, que tanto en griego como en hebreo significa “justo, inocente”. Él pasó a la historia por su gran acción de desprendimiento personal ofreciendo la mitad de su fortuna a los pobres y por reconocer que “SI EN ALGO HE DEFRAUDADO A ALGUNO SE LO DEVUELVO CUADRUPLICADO”. ¿Qué hizo cambiar a este hombre? ¿Tenía remordimientos de conciencia? Tuvo que descender de la arrogante posición en la que se encontraba y también del árbol en el que se había subido para poder ver y tener su encuentro personal con JESÚS.
A todos los saqueadores de Venezuela, la única y mejor opción que tienen es verse en el espejo de ZAQUEO y devolver todo lo robado, aunque no se podrán recuperar las vidas que se han perdido, que pudieron ser debidamente atendidas-curadas con medicinas, electricidad, agua y alimentos de calidad si hubieran empleado todo el dinero público con pulcritud. Solo los saqueadores conocen qué posición ocupan en la escala del desfalco nacional, DIOS también lo sabe, después no se lamenten por rechazar lo mismo que JESÚS LE OFRECIÓ A ZAQUEO. De usted depende.
Douglas Colina
Médico, catedrático y escritor