(Agencias/ VyV – Fotos EFE – REDACCIÓN).-
El profesor y teólogo Joel C. Rosenberg afirma: «El contexto de Isaías 17 y Jeremías 49 son una serie de profecías del fin de los tiempos que tienen que ver con los juicios de Dios sobre los vecinos y enemigos de Israel que anteceden -u ocurrirán durante- la Gran Tribulación». También analizamos el estudio bíblico elaborado por Jack Kelley (gracethrufaith.com) al respecto de Siria y la destrucción de Damasco.
La Segunda Venida de Jesús, está vinculada a la ciudad de Damasco, capital de Siria, según los estudiosos, las profecías de los cristianos y los musulmanes están ligadas en esta teoría. La creciente amenaza de guerra de EE.UU y otras naciones contra el gobierno sirio por el supuesto uso de éste de armas químicas contra civiles recientemente, ha generado una serie de análisis en los antiguos escritos.
Es común que entre las previsiones está, el inminente regreso de Cristo. Según los expertos, lo que está ocurriendo apunta a Isaías 17:1-2. Para algunos, esto podría ser un presagio de Armagedón, la batalla final.
Evento final de los tiempos
Muchos sitios web dedicados a la interpretación cristiana de la Escritura han especulado afirmando que el inminente conflicto en Siria fue profetizado en la Biblia. Algunos eruditos creen que esta profecía se cumplió en el año 732 a. C., cuando los asirios destruyeron la ciudad, mientras que otros están convencidos de que se trata de un «evento final de los tiempos que va a acontecer», explica Christian Post.
Curiosamente, hay expertos que señalan que los musulmanes también creen en la Segunda Venida de Jesús, que para ellos fue un profeta. El texto mencionado en Surat An-Nisa, dice: «Y no hay nadie del Pueblo del Libro, pero sin duda van a creer en Jesús antes de su muerte. Y en el Día de la Resurrección, él será un testimonio contra ellos».
Abd Ibn Abbas, el tío de Mahoma, relata una visión del profeta musulmán: «En la noche de mi ascensión al cielo, vi a Moisés, que era un hombre alto con el pelo marrón como si perteneciera a la tribu de Shanawa, y vi a Jesús, un hombre de estatura mediana y complexión moderada inclinado sobre su cabellera roja-blanca y lisa. También vi a Malik, el guardián del infierno, el Dajjal [Anticristo] entre los signos de que Alá me mostró».
Más específicamente, los eruditos musulmanes citan un hadith que habla de la conexión de Damasco con la Segunda Venida de Jesús, el libro de Sahih, de 41 años, cuya Hadith 7015 dice: «Alá enviará al Mesías, hijo de María. Luego descenderá cerca del minarete blanco oriental de Damasco, vestido con dos túnicas amarillas, apoyándose en las alas de dos ángeles».
El imam Abdullah Antepli, capellán musulmán en la Universidad de Duke y fundador de la Asociación de Capellanes Musulmanes, explicó que «hay dos escuelas de pensamiento dentro del Islam sobre las profecías. Algunos musulmanes creen que las profecías escritas en el Corán y que los hadiths las toman como literales, pero la mayoría de los musulmanes nunca ve la predicción profética en su sentido literal».
En cuanto a la Segunda Venida de Cristo, Antepli explica: «Como un líder musulmán, para mí, la Segunda Venida de Jesús, representa la paz entre musulmanes y cristianos, que establecerá un reino de paz y justicia en la tierra».
David Lose, erudito y escritor del Luther Seminary, también dio su opinión: «Algunos ven casi todas las palabras proféticas como evento futuro, en lugar de verlos como metáforas diseñadas para inspirar esperanza y ofrecer consuelo en el presente». Para el primer grupo, es un ejercicio constante por tratar de establecer los acontecimientos de los últimos días.
Otros expertos, advierten que el conflicto en Siria puede ser la primera señal de una Tercera Guerra Mundial, debido a que el Medio Oriente, está lleno de tensiones y alianzas que amplían considerablemente el significado de un ataque a Siria.
El profesor y teólogo Joel C. Rosenberg afirma: «El contexto de Isaías 17 y Jeremías 49 son una serie de profecías del fin de los tiempos que tienen que ver con los juicios de Dios sobre los vecinos y enemigos de Israel que anteceden -u ocurrirán durante- la Gran Tribulación».
El erudito, Jack Kinsella, argumenta en su libro sobre los conflictos que anteceden al fin del mundo, el probable ataque de EE.UU. o las fuerzas de la ONU en Siria, provocarán reacciones en todos los países vecinos en contra de Israel. Esto podría causar un efecto dominó, con contraataques de musulmanes de Hezbolá, Irán, Turquía e incluso Jordania y Egipto.
Damasco, es considerada la ciudad más antigua y habitada del mundo, con una historia de cinco mil años. A pesar de que ha sido atacada y conquistada, nunca fue completamente destruida como anuncia la profecía. Hoy cuenta con casi 2 millones de habitantes.
Desarrollando la palabra profética de Jack Kelley
«Profecía sobre Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será montón de ruinas. Las ciudades de Aroer están desamparadas, en majadas se convertirán; dormirán allí, y no habrá quien los espante» (Isaías 17:1-2).
Debido al lenguaje de estos versículos, muchos eruditos creen que esta profecía se cumplió parcialmente cuando los asirios derrotaron a los arameos y destruyeron su capital, Damasco, en el año 732 a.C. Hoy día se cree que Damasco es la ciudad más antigua del mundo que ha sido habitada de manera continua en un lapso de 5.000 años de historia y una población de dos millones de habitantes; a pesar de ello, Isaías 17:1 indica que un día dejará de existir.
Algunas personas creen que «las ciudades de Aroer» se refiere al territorio arameo situado al este del río Jordán, alrededor del río Arnón, que fluye hacia el Mar Muerto en el sur de Jordania. Sin embargo, la Enciclopedia Judía declara que esta frase en Isaías 17:2 probablemente se ha traducido incorrectamente, debido a la gran distancia geográfica que existe con Damasco.
Mientras dicen que es posible que pueda haber existido otro Aroer cerca de Damasco, lo más seguro es que el pasaje debería decir «las ciudades de allí serán abandonadas». Si esa es la traducción correcta, eso incluiría la fortaleza de Hezbolá en el Valle de la Bekaa en Líbano, el cual era parte del territorio arameo en tiempos de Isaías, y que queda en línea recta entre Beirut y Damasco.
«Y cesará el socorro de Efraín, y el reino de Damasco; y lo que quede de Siria será como la gloria de los hijos de Israel, dice Adonay de los ejércitos. En aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuará, y se enflaquecerá la grosura de su carne. Y será como cuando el segador recoge la mies, y con su brazo siega las espigas; será también como el que recoge espigas en el valle de Refaim» (Isaías 17:3-5).
Este segmento habla sobre la destrucción de Damasco en el año 732 a.C. y la destrucción de Samaria 10 años después (722 a.C.). Damasco continuó existiendo como parte del Imperio Asirio y aún existe hoy en día, pero las ruinas de Samaria están ahora siendo excavadas de la tierra arenosa de Israel. La reubicación sistemática de las clases gobernantes a los confines del Imperio Asirio también se ve aquí, simbolizado por la grosura de la carne de Jacob que se enflaquece. Esta era una práctica común asiria para reducir la posibilidad de alguna rebelión subsiguiente entre los pueblos conquistados. Jacob y Efraín eran los nombres alternos para el Reino del Norte, y Samaria era su capital.
«En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel. Y no mirará a los altares que hicieron sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos, ni a los símbolos de Asera, ni a las imágenes del sol. En aquel día sus ciudades fortificadas serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas, los cuales fueron dejados a causa de los hijos de Israel; y habrá desolación» (Isaías 17:7-9).
Este es otro pasaje problemático para aquellas personas que tratan de consignar toda la profecía a la historia. No existe ninguna razón para creer que los asirios se volvieron a Dios después de su conquista de Aram y de Israel. Y lejos de abandonar sus ciudades a causa de los israelitas, fueron los israelitas quienes fueron derrotados y dispersados. El aun futuro ataque judío sobre Damasco que causa la destrucción y el abandono de las ciudades sirias, y el eventual retorno de los sobrevivientes a su Dios, es un cumplimiento más probable. Y eso puede suceder pronto.
«Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio; por tanto, sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmiento extraño. El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado» (Isaías 17:10-11).
Asur, padre de los asirios, y Aram, padre de los arameos, fueron hijos de Sem. Uz, hijo de Aram, es el fundador tradicional de Damasco. (El escenario de Job, el libro más antiguo de la Biblia, es la tierra de Uz.) El conocimiento de Dios en la memoria de estos patriarcas no puede ser cuestionado. No era que nunca lo habían conocido, es que lo habían abandonado para inclinarse a los dioses cananeos de la región, Baal y su consorte Astoret (conocida como Asera, Astarté, Istar, Afrodita, Venus). Hoy día Siria es casi totalmente musulmana. Hasta que no retornen a su Hacedor y Salvador, ninguno de sus planes y confabulaciones prosperarán a la larga aunque ahora parezcan prometedores al principio.
Israel no está ciega a estas crecientes amenazas, pero hasta tiempos recientes parece que las han estado ignorando. Y eso está por terminar. El Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu le ha expresado al mundo que no va a pedir disculpas por defender a su país y que continuará haciéndolo a pesar de que eso cause mayores confrontaciones. Fácilmente podemos vislumbrar un escenario que escalará hacia el cumplimiento final de Isaías 17, la destrucción de Damasco. Una vez más habrá al tiempo de la tarde, terror repentino, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe. Si escuchan cuidadosamente, ya casi se oyen los pasos del Mesías.
¡Cristo viene pronto…! Está a las puertas.

