Hace poco un querido Pastor y amigo, me contaba que se entristecía por como algunos «cristianos» lo criticaban duramente en las redes. Me preguntó cómo yo manejaba la situación y le conté que en 30 años de ministerio, jamás me criticó alguien con integridad de corazón y mucho menos con amor ágape.
Cuando Dios tuvo que reprenderme por algo, envió a hombres de Dios temerosos, íntegros, llenos de amor que me trajeron una palabra de corrección como un padre hacia un hijo. Todos los demás, son parte de un enjambre de fariseos y me provocan mucha risa, de verdad. Así que, si te han criticado o lo siguen haciendo, deberías leer este pequeño curso intensivo de TRES FASES sencillas para identificar un fariseo y darle la importancia que realmente se merece.
FASE UNO: PREGUNTAS TRAMPA
1. Te hace una «pregunta trampa», tal como le hacían al Señor.
Las mismas pueden variar entre: «¿Tú crees que así hablaría Jesús?», ó «¿acaso dijo show?», ó «perdón, ¿está bien celebrar Navidad?», «¿está bien mirar los Simpson?». A veces solo escribe: «Mhhhhhh», seguido de una pregunta que no espera respuesta.
También suele preguntar: «¿Por qué no predican a los pobres de Uganda?»; aunque él no predica ni al vecino. Es el típico «Heme aquí Señor, envíalo a él». También suele preocuparse mucho por «dónde va el dinero», aunque él apenas pone centavitos en la ofrenda de su propia iglesia.
El que escribe cosas así, por lo general en su vida privada habla como una cloaca, consume pornografía en la red y tiene una doble vida (tan solo con mirar su propio perfil te das una idea de lo que abunda en su corazón).
Pero la estrategia es parecer «inocentemente respetuoso». El siente que si te ataca con una pregunta retórica, de alguna manera «está siendo celoso de la sana doctrina». A veces, para disimular escribe: «Con todo respeto…» y acto seguido lanza el misil. Las preguntas son similares a: «¿Es lícito sanar en día de reposo?», «¿debemos pagar los impuestos al César?», «¿qué se debe hacer con una mujer sorprendida en adulterio?». Nunca está preguntando para satisfacer su curiosidad y mucho menos para aprender algo. La pregunta siempre es una carnada. Por eso el Maestro les respondía con dureza y hasta con ironía.
FASE DOS: CONDENACIÓN Y MALDICIÓN
2. Le digas lo que le digas, el fariseo te responderá con palabras de CONDENACIÓN y MALDICIÓN, porque para eso te escribió desde un inicio; jamás lograrás convencerlo.
Como está lleno de odio, envidia y resentimiento, te dirá: «Arderás en el infierno», «cómo me gozaré cuando tengas que rendir cuentas», «ya pronto caerás y me reiré yo», y por lo general suele agregar un «arrepiéntete antes que sea tarde», aunque en realidad no quiere que lo hagas. Si realmente te amara y deseara tu arrepentimiento, no te condenaría ni se alegraría por «verte arder en el infierno».
Solo lo dice para sonar más «espiritual». Él vive pendiente de lo que escribes en tu perfil, solo para retrucarte. Como no tiene nada bueno para dar, solo puede criticar; es la carencia de visión y frustración ministerial lo que hace que merodeen los perfiles ajenos para desestimar. Tienes que comprenderlo, las mentes pequeñas solo viven de lo que hacen los demás. Los parásitos del sistema religioso siempre existieron y fueron quienes también condenaron al Señor.
FASE TRES: INSULTO
3. Si les sigues respondiendo, la tercera fase (esto nunca falla, siempre sucederá) es el insulto, llano y directo.
Un fariseo no está capacitado intelectual, moral y espiritualmente para debatir con altura y mucho menos con respeto, buen gusto y educación. Pronto hará gala de su diarrea verbal como: «Apóstata», «ecuménico», «iluminati» (estas tres primeras él no sabe bien lo que significan, pero las escuchó una vez y las repite para denigrar). «Lobo rapaz», «payaso», «engendro del infierno», «falso profeta» (aunque no seas un profeta) y algunos hasta insultan a tu familia y maldicen a tus hijos. No faltan quien te «profetiza» destrucción, que morirás pronto porque Dios se lo reveló a él, que te caerá un meteorito encima de tu casa o Iglesia, vendrá una inundación o un terremoto. Los más audaces hasta darán alguna fecha exacta de cuando te sucederá esto (y cuando llega la fecha y no se cumple, dicen que «Dios te dio un tiempito más»; jaja, de verdad, y lo dicen sin inmutarse y sin que les caiga la cara), generalmente tienen sueños donde te ven en medio de cuatro sirios, lo que no ven es que es la madre de ellos la que está ahí. Ja ja ja ja, el lenguaje procaz, torpe y chabacano es su modo comunicacional. Seguramente si te encontrara cara a cara no se atrevería a decirte nada, pero la red social le brinda cierta impunidad y él cree que no es grave. Pero de la abundancia del corazón, escriben los dedos.
Como bien supo decir Umberto Eco: «Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas». Se esconden detrás de un computador para disimular su propio fracaso. Dicen no querer saber de ti, pero no se pierden ninguna de tus transmisiones. Gracias a Dios ya hay legislación jurídica para estos fracasados. Hace poco escuché a uno cuando la Fiscalía, lo llamó y pedía perdón por difamar contra alguien. Estaba hecho del susto.
¡Así que, no te preocupes, sigue haciendo lo que Dios te mandó y no dejes que algunos de estos «invasores» te roben el gozo!
* (Si no me creen que así funciona, publiquen este escrito en sus redes y esperen un ratito, y lean lo que algunos van a escribir abajo. Pasen, lean y diviértanse).
Gustavo Páez
Apóstol