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Heridas que salvan, Harold Paredes Olivo

Las heridas de quien te ama es medicina. Comprendamos, no son heridas, sino una represión manifiesta que salvará nuestras vidas

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“La crítica abierta es mejor que el amor escondido.  Más digno de confianza es el amigo que hiere que el enemigo que besa” (Proverbios 27:5-6. PDT).
De las heridas que hablo son aquellas que se abren por una exhortación a tiempo, heridas que se abren por palabras o gestos que salvaron vidas, pero en el preciso momento no fueron entendidas, y menos, bien recibidas.
Por favor, rechaza las palabras y comentarios que te besan para mantenerte embobado, las lisonjas provienen del infierno; pero, un buen llamado de atención viene del cielo, si no te gustó lo dicho, reflexiona diciendo: ¿Quiere lo mejor para mí esa persona?
Aunque duela el regaño o el no, jamás te matará porque busca tu bien. Sin embargo, el malvado se ve muy bonito, y lo que dice también, pero anhela tu fin.
Las heridas que salvan siempre llegarán a tiempo, solo debes discernir perfectamente para que no alejes a los buenos amigos, y termines durmiendo y escuchando a quien te aborrece desde el principio, tu enemigo.
Por cierto, las heridas de quien te ama es medicina. Comprendamos, no son heridas, sino una represión manifiesta que salvará nuestras vidas. Que un sabio amigo o amiga te exhorte será el mejor bálsamo que soportes.
Es lamentable ver como muchos seres humanos prefieren la lisonjería de un supuesto amigo (el mismo diablo vestido de luz); que alguien que lo ama embebido de amor, deseando rescatarlo del hoyo hacia donde va.
Un regaño a tiempo, una herida de esas sinceras, nunca permitirán que termines entre rejas o sufriendo una pena. Hoy, muchos sufren porque no entienden que esas palabras no son quejas, sino la misma guerra buena que antes nos hacían nuestras amadas abuelas. Qué sabías son las abuelas, los abuelos, las madres, los padres, los tíos y amigos que riñen en el momento justo. Cuando se escucha al amor manifiesto, se entra en razón, y no se escuchan falsos cuentos que llevan al dolor, a la separación de auténticos amigos, y luego, a la soledad y al averno.
Las heridas que salvan deben ser aceptadas para seguir teniendo días buenos, días de paz y no de sufrimiento. Escucha a JESUCRISTO, sus palabras quizás te hieran, pero te llevan a un lugar donde jamás verás guerra, un lugar diáfano como el cristal donde vivirás con quien te manifestó amor en la tierra, y no con aquellos que te besaban con lisonjas tiernas. Y cuando pases por tribulaciones, por favor, escucha en ese momento a quien te ama de verdad.

Harold Paredes Olivo
Pastor y comunicador
haroldwjparedes@gmail.com

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