(Fernando Araujo – Articulista).-
En la segunda epístola que Pablo escribe a Timoteo desde la ciudad de Roma, en el capítulo 1, encontramos un verso por demás interesante y me refiero al verso 12, que dice: «Por lo cual asimismo padezco esto; yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día».
Hoy me voy a referir a la expresión: «YO SÉ A QUIÉN HE CREÍDO».
Esta es una frase de convicción y certeza. ¿Por qué Pablo dijo esto? Porque el hombre puede estar convencido de una mentira, como también puede negar la verdad, aunque esté muy bien fundamentada.
Por tanto el estar convencido de algo, no significa que procede de la verdad. así como la verdad, a su vez, no infunde siempre una convicción firme y duradera.
Veamos un ejemplo: Que la tierra era redonda era una verdad, sin embargo el ser humano tardó en convencerse de esto, incluso en la religión tradicional el que creía en esto era execrado.
La creencia en muchos dioses es una gran mentira, pero muchas personas lo creen.
Socrates fue condenado a muerte por enseñar la existencia de un solo Dios.
Vemos que no siempre van juntas la convicción y la verdad, pero en este verso de Timoteo observamos que Pablo tiene una convicción firme en la verdad, sus palabras revelaban una fe fundada en hechos y verdades irrebatibles.
Aunque Pablo llegó a perseguir con ensañamiento a los discípulos de Jesús (Hechos 8:1-7) de repente no sólo creyó en Jesús sino que consagró toda su vida a la propagación del Evangelio. ¿Cómo Pablo pudo llegar a amar a los que perseguía y padecer martirio por aquel a quién quiso aniquilar en la persona de sus discípulos? La respuesta es muy sencilla: «YO SÉ A QUIÉN HE CREÍDO».
Como cristiano ¿sabes en quién has creído? Espero que si.
Dios te bendiga.
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