Hace años un predicador se mudó para Houston, Texas. Poco después, se subió al autobús para ir al centro de la ciudad.
Al sentarse, descubrió que el chofer le había dado un dólar de más en el cambio.
Mientras consideraba qué hacer, pensó para sí mismo, «Ah, olvídalo, es solo un dólar ¿quien se va a preocupar por tan poca cantidad?, de todas formas la compañía de autobús recibe mucho de las tarifas y no la echarán de menos. Acéptalo como un regalo de Dios». Pero cuando llegó a su parada, se detuvo y, pensando de nuevo, decidió darle el dólar al conductor diciéndole, «Tome, usted me dio este dólar de más».
El conductor, con una sonrisa le respondió, «sé que eres el nuevo predicador del pueblo. He pensado regresar a la iglesia y quería ver qué haría usted si yo le daba demasiado cambio». Se bajó el predicador sacudido por dentro y dijo: «Oh Dios, por poco vendo a tu Hijo por un dólar».
¡No es la cantidad, sino tu fidelidad!
Nuestras vidas serán la única Biblia que algunos leerán, así que no olvidemos ser ejemplo en todo lo que hacemos.
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