(IamSecond – Verdad y Vida).-
Hace unos años atrás Ryan Ries podría describir su vida divertida, alocada y fuera de control. “Bastante salvaje, iba de fiesta en fiestas, patinaba, surfeaba, viajaba por diferentes países. Fui al Congo, a Fiji, conocí al rey de Fiji. Trabajé con muchas bandas musicales, estuve con muchas mujeres, conocí la cocaína y luego la heroína, consumía ácido, hongos hawaianos. Fui un adicto al sexo, cualquier mujer quería estar conmigo. Las usé como pedazos de carne durante ocho horas seguidas. Una de ellas me dijo, te amo pero me voy a hacer un aborto. Mis amigos se estaban muriendo. Yo mezclaba éxtasis, heroína y cocaína y me inyectaba todo junto al mismo tiempo que fumaba crack”, explicó Ries.
Creció en Los Ángeles, al sur de California, EE. UU. Era un niño normal, patinaba y surfeaba. “Recuerdo que cuando estaba en primer grado conseguí un bolso grande lleno de revistas pornográficas en la parte trasera del colegio. Cuando estaba en cuarto grado vi un video y entendí de lo que trataban esas fotos, yo usualmente era hábil para resolver las cosas en mi mente”, dijo.
Todo comenzó cuando estaba en secundaria. Uno de sus amigos lo introdujo en el mundo del ‘rave’ (fiestas de música electrónica y drogas) alrededor de 1990. Detalló Ryan que para ir a un rave se tenía que llamar a un número a la medianoche, luego ellos deban instrucciones de cómo llegar a cierto punto en el mapa. Ya en el punto, en la esquina se tenía que pagar entre 5 y 20 dólares dependiendo del evento y entregaban un papelito pequeño, parecido al de las galletas chinas de la fortuna, con la dirección de la fiesta, “que siempre era en el peor de los barrios, donde podías ver a la gente dispararse y correr un gran peligro. Llegabas y te estacionabas en la parte de atrás de los edificios en una zona industrial y ya podías oír el sonido de la música”.
Aclaró que al entrar “tenías una pared como de 60 cornetas apiladas, era la música electrónica más alta que jamás había escuchado. Había tanques de nitrógeno, consumías éxtasis, ácido o cualquier droga, una por una o todas a la vez. Comienzas a volverte como loco con esa música y lo que consumes, es algo bastante salvaje”.
Estando en secundaria consumía cocaína como algo experimental, pero al terminar el colegio, comenzó a convertirse más en un hábito, se convirtió en rutina, era lo que hacía, solo andaba de fiesta en fiesta.
Poco después comenzó un trabajo y se vio rodeado de gente famosa, “fue en ese entonces que mi estilo de vida se desenfrenó. Tuve muchas oportunidades abiertas para ir a fiestas de Playboy donde las estrellas de la pornografía eran las anfitrionas”.
Durante el verano, en las vacaciones, viajaba junto al equipo de patinaje a Europa por mes y medio, grababan videos de patinaje, hacían sesiones de foto para revistas, viajaban con músicos durante su gira y hacían fiestas para lanzar y promocionar los videos.
“Literalmente me levantaba, iba a trabajar, patinaba en las tardes y en las noches me iba de fiesta a emborracharme y drogarme, una y otra vez. Tenía una casa hermosa, motos, estuve de viaje alrededor del mundo como 3 o 4 veces, estuve con muchas mujeres y consumía mucha droga, ya nada me parecía emocionante, estaba vacío, ya nada me hacía feliz”, aseguró.
Contó Ries que “en una oportunidad me fui de gira a México, Costa Rica y Panamá. Consumí mucha cocaína en ese viaje. Uno de mis compañeros me consiguió en mi habitación con toda la cara y el mesón llenos de cocaína. No podían levantarme, pensaron que me había muerto de una sobredosis. Lo único que sé es que me levanté la mañana siguiente y ellos me dijeron que pensaban que había muerto y en ese momento supe que tenía que cambiar mi vida”.
“¿Dios, eres real?”
Regresó a su habitación y por primera vez en por lo menos dos meses, estaba sobrio y solo en el cuarto. “Recuerdo haber dicho: Jesús, si eres real, necesito que me lo demuestres. Recordé una oración que mi papá me decía: ‘Jesús perdóname por mis pecados, entra en mi vida y lléname con tu Espíritu Santo’. Hice esa oración y le pedí que me mostrara que era real, porque yo no me veía nada en común con otras religiones ni con mis padres que eran cristianos. Inmediatamente me dije: ¿Qué puedo hacer ahora? Entonces busqué una Biblia para leerla y en una gaveta encontré una Biblia azul. Comencé a leerla y esperaba una experiencia sobrenatural, yo he consumido mucha droga y he visto muchas cosas, entonces esperaba que Dios se apareciera con toda su gloria celestial y ángeles a su alrededor, pero eso no pasó”.
Tomó la Biblia, la puso en su bolso y se fue. “En el avión saqué mi Biblia y todo el equipo de patinaje me veía, recuerdo verlos y decirle: ¿Saben qué? Si Dios es real, yo lo voy a encontrar porque Él está en este libro, esta es la Palabra de Dios. Así que leí esa Biblia por 6 horas seguidas, desde que salimos de Panamá hasta que llegamos a Los Ángeles y recuerdo que al aterrizar sentía que tenía paz, creo que nunca había sentido paz”.
Al día siguiente se levantó con una canción que sonaba una y otra vez en su mente: “Este es el día que el Señor ha hecho, me voy a gozar y ser feliz en Él”. Llamó a su papá para que le dijera lo que eso significaba. “Papá abrí mi corazón al Señor en Panamá, estoy dejando las drogas, tengo una adicción a la heroína, he consumido mucha cocaína, crack y alcohol. Le di mi vida al Señor y hoy me levanté escuchando esta canción. Me dijo: ‘Ryan ese es el Espíritu Santo, Dios te está llamando y tiene un propósito para tu vida’. Fue en ese momento cuando supe que Dios es real”.
Desde ese momento su vida fue otra, sintió un hambre voraz por conocer al Señor, comenzó a seguirlo leyendo su Palabra, orando, yendo a la iglesia. “Decidí no estar con mujeres porque sé que a Dios no le gusta, dejé de beber y de consumir drogas, pero en secreto veía pornografía porque pensaba que nadie podía saberlo. Pero el Señor trabajaba en mí, cambiaba mi mente y mi corazón. Leí un versículo en Mateo que dice: ‘Luego dijo Jesús a sus discípulos: Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme’ (16:24). Mi problema con la pornografía y todo lo que yo quería hacer, debía tomarlo, lanzarlo al pie de la cruz y matarlo, de la misma manera que Jesús fue crucificado y murió por nuestros pecados, mi carne debe morir en esa cruz, debo seguirlo”, agregó.
Dejó de ver pornografía pero cada noche cuando llegaba a casa, comenta que le venían pensamientos a la mente de ver pornografía y que por el poder del Espíritu Santo que obra en su vida, oraba y le clamaba al Señor que lo ayudara porque no quería hacer eso. “Quiero ser como tú Jesús, no quiero decir una cosa y hacer otra, quiero ser como tú”, clamó.
Respondiendo al llamado
Tuvo la oportunidad de viajar a Israel, viaje que hizo con Sonny Sandoval, el vocalista de la banda cristiana POD. “Dos días después estábamos en Getsemaní donde Jesús oró al Padre. Estando allá oré y le dije: ‘Señor, no sé lo que quieres hacer conmigo, ni siquiera sé lo que puedes hacer conmigo, quien soy yo, no sé cómo servirte. Si quieres que te siga, si quieres usarme y quieres que yo comparta mi historia, haz que alguien que no esté en mi círculo inmediato de conocidos, me llame y me pida contar mi historia. Si me llaman yo iré a contar mi historia. Si me llamas te seguiré, no volveré a mi antiguo trabajó y te seguiré a donde sea que eso me lleve’”.

Al día siguiente respondió a una llamada de la Capilla Calvary en Las Vegas, Nevada, pidiéndole que fuera para compartir su testimonio. Después de compartir su testimonio, Ryan fundó junto a Sonny Sondoval ‘The Whosoevers’, una organización que usa música en vivo, patinaje y arte urbano, para hablar abiertamente sobre el abuso en el uso de sustancias y la adicción sexual a jóvenes y adultos.
“¿Quieres saber unas palabras que describen mi vida ahora? Diría: no soy perfecto, no lo tengo todo resuelto, pero sé que Jesucristo es el Señor de mi vida y voy a seguirlo y a aceptar lo que sea que haga en mi vida”, concluyó.
En la actualidad, Ryan está casado con Crystal y tienen unas trillizas recién nacidas. Para mayor información visite: www.ryan-ries.com◄