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Sabiduría de los dichos de Salomón No. 29: Las relaciones como medio para afilar nuestras vidas

En una relación cada hombre es un instrumento poderoso para afinar (sacarle punta) al carácter del otro

«El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre» (Proverbios 27:17. NVI).
Hay un beneficio mutuo en el frotamiento de dos hojas de hierro; los bordes se hacen más afilados, haciendo más eficientes los cuchillos en su tarea de cortar. Se necesita algo de la misma naturaleza del hierro para lograr que éste pueda ser afilado. De igual manera, un hombre es el único que puede ayudar a otro hombre a ser una mejor persona; a crecer y madurar. 
La Biblia dice que «hierro con hierro se afila», es decir, las fricciones que resultan del roce mutuo entre las personas, contribuyen al crecimiento y madurez de cada uno. En una relación cada hombre es un instrumento poderoso para afinar (sacarle punta) al carácter del otro. En este contexto afilar hace referencia a estimular, a sacar cualidades, a desarrollar habilidades y destrezas.
Tal como un pedazo de hierro puede utilizarse para aguzar o afilar una hoja del mismo metal, un amigo, un pariente, un compañero de trabajo, etc. puede aguzar la condición intelectual, emocional y espiritual de su compañero. Las personas se ayudan mutuamente a mejorar a través de las conversaciones, opiniones y críticas que intercambian entre sí. También podemos beneficiarnos de las opiniones y experiencias de otros. En este sentido, otras personas pueden actuar como catalizadores que pueden acelerar nuestro desarrollo y crecimiento.
Este proverbio resalta la importancia de tener relaciones que nos aporten valor: relaciones con personas de mayor nivel al nuestro, relaciones de calidad, relaciones mutuamente nutritivas, relaciones de apoyo que nos ayuden a superarnos, como las que nos pudieran brindar un mentor, coach o consejero, un amigo, etcétera. Este tipo de relaciones pueden ampliar nuestra comprensión y nuestra visión – perspectiva del mundo, a la vez que las palabras, sugerencias, consejos, facilitación de otros nos ayudarían a mejorar nuestras actitudes, comportamientos y hábitos.
De ahí que sea tan importante encontrar relaciones en que «el hierro con hierro se aguza». Aumentamos nuestras oportunidades de éxito cuando nos rodeamos de personas que nos edifican. Es bueno que nuestros amigos y relacionados esperen que seamos mejores personas: más maduros, comprometidos, responsables, competentes e íntegros.
Los beneficios de rodearse de relacionados (amigos, familiares, socios, colaboradores, líderes, entre otros) que nos ayuden a superarnos y crecer son evidentes. La expresión «el hierro se afila con el hierro» sugiere, además, el efecto recíproco: La ayuda debe ser mutuamente beneficiosa. En otras palabras, nuestros relacionados deben también beneficiarse -enriquecerse, ser añadidos con valor- tanto de andar con nosotros como nosotros nos beneficiemos de andar con ellos.
Siendo que los seres humanos forman a otros seres humanos, la importancia de elegir con quien nos juntamos es fundamental. Un ser humano puede destruir o construir a otra persona. Las acciones y las palabras no son neutras, siempre provocan un resultado: negativo o positiva.
Si queremos, entonces, crecer necesitamos a otros como mentores, facilitadores, consejeros y aún como críticos. Necesitamos que otros nos desafíen, corrijan, exhorten; alguien a quien rendir cuenta.

AFILANDO NUESTRAS VIDAS A TRAVÉS DEL CONFLICTO

Hay muchas formas en que somos afilados por otras personas, por ejemplo: cuando otros nos apoyan con su sabiduría, nos retroalimentan aconsejan, mentorean, cochean o corrigen; pero también cuando nos confrontan, se nos oponen y aun cuando son beligerantes con nosotros. La interacción personal con otros siempre es una oportunidad para experimentar aprendizajes.
Cuando tratamos con personas siempre hay la posibilidad de que se generen roces, así son las relaciones. Pero eso no debe sorprendernos o inquietarnos, ya que las diferencias y conflictos son inherentes a las relaciones humanas, y son además un elemento dinamizador y enriquecedor de las mismas. Hay gente que dice «no me gustan los conflictos», y yo digo «no se trata de gustar o no, sino de aceptar lo inevitable»: el surgimiento de las diferencias y los conflictos entre las personas que sostiene interacción personal.
Los conflictos, más que un problema en las relaciones, son más bien una oportunidad para el crecimiento. Los conflictos resaltan las diferencias en las relaciones y hacen buscar el equilibrio. Propicia, además, la complementariedad entre las personas, y constituyen una energía y oportunidad para el cambio y el crecimiento personal y de la relación. El conflicto desafía el estatus quo y, por lo tanto, fomenta la generación de nuevas ideas, promueve la reevaluación de metas y actividades individuales y del grupo, e incrementa la probabilidad de que la persona o el grupo respondan al cambio.
Los conflictos permiten estar en contacto con otras perspectivas e ideas, con otros estilos de interacción personal, con otras formas de gestión del conflicto y la negociación. Toda esta interacción interpersonal tiene el potencial de afilar nuestras vidas.
Por otra parte, el conflicto no es ni bueno ni malo, no positivo ni negativo; el conflicto no tiene que tener connotaciones morales. El cómo se gestionan los conflictos es lo que hace que éstos se vuelvan funcionales o disfuncionales. El conflicto es sencillamente la expresión de las diferencias existentes entre las personas; y como tal representa una oportunidad para el crecimiento y la madurez.
Resolver un conflicto, en muchas ocasiones, demanda crecimiento personal: cambio de paradigmas, desarrollo de habilidades y competencias, adquisición de conocimientos, crecimiento en la gestión emocional, entre otros. En ese sentido es una extraordinaria oportunidad para ser afilados.
Ahora, necesitamos tener la disposición a ser afilados. Si rehuimos el conflicto o el roce – interacción con otras personas, estaremos perdiendo una gran oportunidad de aprendizaje.
Finalmente, es importante revisar la forma cómo se gestiona el conflicto. Hay personas que tratan de imponerse – competir para inclinar la resolución a su favor (gano yo – pierde el otro); otros, en el extremo opuesto, ceden en el conflicto a favor del otro, dejando sus intereses de lado, renunciando a favor del otro en la «resolución del conflicto» (yo pierdo – gana el otro); también se ubica en el extremo opuesto aquellos que evitan constantemente el conflicto, evitando permanentemente la confrontación de ideas y opiniones, asumiendo de esta forma una postura pasiva. En este caso lo más probable es que el resultado sea yo pierdo –pierde el otro. Por el contrario, pudiéramos plantearnos un estilo de gestión de conflictos más funcional y efectivo, si bien más laborioso, y es el de colaborar conjuntamente para resolver el conflicto en unos términos que resulte mutuamente beneficioso (yo gano –gana el otro). Este último formato implica adoptar una actitud más proactiva y responsable. Requiere también trabajar en equipo.

Enseñanzas para el liderazgo:

Es importante la interacción con personas que están por encima de nuestro nivel educativo y de experiencia, para crecer más allá del nivel donde nos encontramos.
La opción de manejar el conflicto de manera funcional o disfuncional, tiene que ver con el grado crecimiento y de madurez personal.
Para aprovechar la interacción personal como fuente de crecimiento, los líderes necesitan tener apertura a la retroalimentación que reciben de otros.
Los líderes necesitan cultivar intencionalmente relaciones con personas clave. Las relaciones son un componente esencial en el desarrollo de la vida de cualquier persona. Las relaciones ayudan a crecer a las personas.
Los líderes necesitan intencionalmente pasar tiempo con otros (preferiblemente coaches, mentores, consejeros) para crecer. Adicionalmente necesita invertir tiempo en estar animando, corrigiendo, retroalimentando, enseñando, mentoreando, coacheando -afilando- a su equipo de colaboradores.
«El líder se descubre cuando se enfrenta a los conflictos», Pedro Sifontes.

Pensamiento: Las interacciones interpersonales representan una plataforma didáctica para el crecimiento y la madurez personal.

Arnoldo Arana
Pastor, psicoterapeuta y escritor
arnoldoarana@hotmail.com

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