(Gospel Herald – Verdad y Vida).-
Dos pastores y dos nuevos creyentes en Cristo en Medio Oriente que fueron enviados a prisión por su fe, recibieron el favor de un oficial de la cárcel a quien Jesús visitó cuatro veces en un sueño.
Al parecer, los dos pastores estaban dando lecciones de la Biblia a los dos nuevos creyentes, cuando la policía irrumpió en su habitación y los golpearon antes de tomarlos en custodia.
Los nuevos creyentes habían empezado a asistir a la iglesia tan sólo seis meses antes de su detención. Los pastores estaban trabajando en la distribución de Biblias con un ministerio que opera en el Oriente Medio, Asia y África, también evangelizaban a los perdidos y abrían nuevas congregaciones. Este ministerio llamado ‘Biblias para Medio Oriente’ ha ayudado a establecer 176 iglesias subterráneas, 103 de las cuales están en el Oriente Medio.
Perseguidos por su fe
Los dos pastores y los dos nuevos creyentes fueron acusados de “blasfemia contra el profeta Mahoma” y de “desviar a los musulmanes a una religión falsa”. Ellos fueron encontrados culpables al comparecer ante un tribunal de la sharia.
Cuando fueron enviados a prisión los inclinaron hacia adelante y amarraron sus manos a una barra de acero, dejando sus espaldas al descubierto. Así fueron brutalmente golpeados por espacio de dos días. Los carceleros les dieron solamente un pedazo de un pan local llamado kuboos, cada día. La experiencia fue muy dolorosa, pero su fe se mantuvo en alto.
Uno de los pastores dijo que ninguno de ellos pensó que salieran vivos de la cárcel y que ya estaban anticipando una sentencia de muerte. Sin embargo, a pesar de haber sido torturados, encontraron consuelo en recordar lo que Jesús sufrió y comenzaron a decir en voz alta: “la sangre de Jesús es nuestra victoria!”.
El ministerio ‘Biblias para Medio Oriente’, al no poder obtener información sobre el estado de los cuatro cristianos desde que fueron detenidos, solicitó un urgente llamado a la oración y ayuno, a favor de la protección y liberación de los cuatro cristianos.
Dios es fiel
Aunque este ministerio lo ignoraba, Dios ya se estaba moviendo detrás de escena. En su tercer día de prisión, los cuatro cristianos fueron visitados por un oficial de alto rango de la cárcel. Los trató bien y ordenó al carcelero que desatase sus manos y les diera buena comida. Después de esto, se retiró y desapareció de su vista, encerrándose en su oficina.
Los cuatro prisioneros cristianos estaban muy preocupados por el trato amable del oficial, pues no sabían qué pensar sobre ello. “Pensamos que este oficial llegó con una decisión de terminar con nuestra vida en este mundo. Por eso nos trataban bien al final”, relató uno de los pastores.
El oficial llegó en su automóvil nuevamente por la tarde y los sorprendió a todos cuando les pidió que oraran por él. Al final, resultó que había tenido un sueño acerca de Jesús la semana anterior.
El Señor lo había visitado en un sueño, apareciéndose en gloria y sentado en Su trono. Comentó que una luz brillante lo rodeaba y millones de seres o ángeles estaban a su lado. Jesús levantó Sus manos atravesadas por los clavos y se las mostró al funcionario de la cárcel. El oficial tuvo el mismo sueño nuevamente, en la noche siguiente.
Pero a la tercera noche tuvo un nuevo sueño. Jesús se le apareció una vez más y le dijo: “Mis hijos están siendo torturados en tu cárcel. Mis hijos son la niña de mis ojos”. Fue entonces cuando decidió ir a visitar la cárcel y conocer a los cuatro creyentes. Permaneció allí tres días, pasando la mayor parte de su tiempo hablando con ellos acerca de Jesús. Ellos le compartieron el Evangelio y él recibió a Jesús como su Señor y Salvador.
La justicia del Señor siempre llega
El oficial de la cárcel escribió posteriormente una orden para liberar a los cuatro cristianos. Este pedido fue rechazado inicialmente por el tribunal; pero finalmente le fue concedido después que presentó una apelación. Así que los cuatro cristianos presos fueron puestos en libertad.
El oficial los invitó a su casa después de su liberación, donde les dio buena comida. A continuación, pidió que lo bautizaran. Los pastores lo bautizaron junto con los dos nuevos creyentes que no habían tenido oportunidad de hacerlo antes, pues habían sido encarcelados. Luego los llevó en su automóvil y los regresó de vuelta a sus hogares. Los animó a continuar con su trabajo para Dios y les recomendó que tuvieran cuidado al hacerlo.
Los cuatro creyentes le dieron las gracias y oraron con él. “Agradecemos a los que estuvieron ayunando y orando por nosotros”, dijo uno de los pastores. “Nuestro Señor Jesucristo es digno de ser alabado. ¡Toda la gloria y honor sean a Él por siempre y para siempre!”.
El libro de los Hechos en el capítulo 16: 25-34, muestra una historia similar a esta: «A la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, mientras los presos los escuchaban. De pronto hubo un terremoto, tan violento que los cimientos de la cárcel se estremecieron. Al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. El carcelero despertó, y cuando vio abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y quiso matarse, pues pensaba que los presos habían huido. Pero con fuerte voz Pablo le dijo: “¡No te hagas ningún daño, que todos estamos aquí!”. Entonces el carcelero pidió una luz y, temblando de miedo, corrió hacia dentro y se echó a los pies de Pablo y de Silas; luego los sacó y les preguntó: “Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?”. Ellos le dijeron: “Cree en el Señor Jesucristo, y se salvarán tú y tu familia”. Y les hablaron de la palabra del Señor a él y a toda su familia. A esas horas de la noche el carcelero los tomó y les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados; después los llevó a su casa y les sirvió de comer, y él y toda su casa se alegraron mucho de haber creído en Dios».
La mano del Señor se movió en favor de Pablo y Silas en aquel entonces, ahora la historia fue similar para estos misioneros presos en Medio Oriente, quienes estaban dispuestos a dar su vida por la causa de Cristo. Dice Su Palabra que «a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforma su propósito han sido llamados» (Romanos 8:28).
Ábrale su corazón a Jesús y vea también a Dios moverse en favor suyo, de su familia y de su nación.◄