(Verdad y Vida – REDACCIÓN).-
El pastor Carlos Barbieri, también conferencista y autor, presentó recientemente su libro, El muro, del que habla en entrevista exclusiva para Verdad y Vida. Barbieri, quien también dirige el Instituto Bíblico Luis Palau, realizó un estudio sobre el Antiguo Testamento que lo llevó a observar más de cerca el tema que inspiró la escritura de El muro.
Explicó que dentro del estudio trabajó en la vida de Josué y sobre cómo este debía llevar al pueblo a la Tierra prometida después de que Moisés falleció. Allí se encontraron con las murallas de Jericó. “Un muro que era, literal y humanamente hablando, infranqueable, y entonces allí, en el estudio, uno ve cuando el Señor lleva a todo el pueblo de Israel a dar esas siete vueltas a su alrededor para tener acceso a la Tierra prometida”.
“A partir de allí comencé a pensar en los muros que la gente construye, a veces incluso sin darse cuenta, muros algunos psicológicos y otros no, pero los construyen para protegerse, proteger puntos débiles, cosas que piensa que es vulnerable, y entonces construye un muro para esconderse detrás de él, pero hasta que ese muro no se destruya no va a tener acceso a la tierra prometida, porque ese muro que construyó para defenderse, lo está encerrando y lo está limitando”, agregó.
En el libro, Barbieri habla de siete muros, “haciendo referencia a las siete vueltas que el pueblo de Israel dio, que nosotros tenemos que identificar en nuestra vida y si realmente existe ese muro, tenemos que, con la ayuda de Dios, destruirlo para poder tener acceso a la tierra prometida”, dijo.
El muro tiene una historia que va más allá del título simplemente, y son esos muros que se deben destruir, como por ejemplo el miedo, al cual le dedicó un capítulo completo. “El muro, habla de una conquista, de una vida exitosa en lo que de nosotros dependa, siempre hay factores externos, pero de lo que nosotros dependa, tenemos que trabajar en construir cimientos para afirmar nuestra vida y no muros para defendernos”, estableció.
¿Se pueden transmitir estos muros a una perspectiva macro, a nivel de naciones, por ejemplo, muros de la corrupción, control cambiario, cerco político, como es el caso de Argentina y Venezuela?
– Mira, el tema cuando uno lo ve siempre a nivel personal, inmediatamente lo puede uno transmitir a nivel familiar y a toda una nación, eso es algo que es bíblico incluso; el concepto, la nación es lo que las personas son. Cuando las personas viven en una actitud, puedo hablar de los argentinos, de ser totalmente superados y extrovertidos y de que nos llevamos al mundo por delante, es porque muchas veces, por el lado de atrás tenemos problemas muy serios que estamos tratando de ocultar. Con la personalidad estamos tratando de ocultar muros que nos están amargando la existencia y que están por detrás. Entonces cuando uno habla de una nación, de una familia, también tenemos que identificar cuáles son las cosas que nos están amarrando al piso, uso una expresión también en el libro, acerca de que uno tiene que elegir a qué agarrarse, a qué amarrarse en la vida, si se va a agarrar de las anclas o si se va a agarrar de flotadores que le permitan salir a la superficie.
El pastor habló de cómo muchas veces las personas están agarradas de las anclas porque “vemos que hay corrupción y como no la podemos solucionar, simplemente nos agarramos de ellas y nuestra mentalidad se convierte en una mentalidad perdedora, dejamos de creer en la justicia, la libertad, las buenas intenciones de la gente, ya no confiamos en la policía, políticos, porque nosotros nos hundimos con esas anclas”.
Recalcó que es importante descubrir “a nivel de una nación que nuestra ciudadanía como cristianos está en los cielos y tenemos que salir a flote pensando que nuestra ciudadanía está arriba y tratando de servir para que podamos palear toda esa necesidad que hay en nuestros países”.
¿Cómo puede hacer la Iglesia para no caer en politiquería, pero sí ser efectiva en el derribo de estos muros que están causándole dolor a nuestras naciones?
– Mira muchas veces la iglesia -pienso yo, esto es algo bien particular-, entiende la función de conquista a nivel de nación, pero las naciones están formadas por familias y las familias están formadas por individuos. Si nosotros trabajamos en la conquista de individuos para Cristo, las naciones van a cambiar porque las familias que las componen van a cambiar. A veces cuando se nos enfrenta un gigante y nos vamos contra él así como venimos tendemos a perder porque es demasiado grande, pero cuando comenzamos a ver ese gigante en distintas partes, y lo trabajamos de a poco, ya no es tan grande, ya no es tan difícil la tarea, si nosotros como iglesia dejamos de pensar en destruir la corrupción como algo generalizado, y pensamos en ganar un alma para Cristo y que en esa persona la corrupción se pueda destruir; si cada uno de nosotros trabaja en una sola persona, podemos modificar naciones completas. Creo que esa en nuestra función, creo que Jesús en toda su trayectoria en la tierra nos enseñó a mirar a la gente y a través de la gente, a la familia; y a través de la familia, a la nación. Creo que nuestra responsabilidad como Iglesia, es más el ser humano que la nación.
Concluyó señalando, que su motivación al escribir este libro, es que “hay mucha gente que está encerrada detrás de muros que ellos mismos construyeron y que no pueden salir de ese metro cuadrado en el cual se encerraron. Entonces me gustaría que pudieran leer el libro, sería fabuloso, pero no es eso, es meditar con Dios, meditar en quién es uno, dónde está, a dónde quiere llegar, y comenzar a trabajar con el Señor y con su Palabra para salir de ese encierro en el que nosotros mismos nos hemos metido”.
Carlos Barbieri
El Dr. Carlos Barbieri es un conferencista con más de 30 años de experiencia en el liderazgo. Dirige desde el año 1995 el Instituto Bíblico Luis Palau, con 34 mil estudiantes en más de 20 países. Es pastor en ‘Christ Fellowship Miami Ministerio hispano’ en Florida, EE. UU. Tiene un programa radial de reflexión bíblica matutino llamado ‘Propuestas decentes’, que transmite CVC LaVoz. Autor de los libros El muro y Dios no tiene favoritos.