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Chris Méndez: “Hispanos inmigrantes deben buscar el sueño de Dios en lugar del sueño americano”

[quote arrow=»yes»]“Creemos que lo mejor está por venir para Venezuela y el pueblo no se puede aferrar a un gobierno ni a autoridades naturales, sino a Dios. La respuesta la tiene la Iglesia y no un gobierno y la respuesta es la esperanza que encontramos en Jesús”[/quote]

(Mylena Sánchez – Verdad y Vida).-

Luego de diecisiete años como líder del ministerio Hillsong en Sidney, Australia, el pastor Chris Méndez decidió regresar a América Latina en pos de lo que asegura es el único lugar seguro: la voluntad de Dios. En una entrevista exclusiva para Verdad y Vida, este australiano hijo de argentinos, quien ahora lidera las iglesias Hillsong en Buenos Aires y Sao Paolo, alienta a la iglesia en Venezuela a aprovechar la crisis para «levantarse como nunca».
Chris Méndez nació en Sidney. Está casado, tiene tres hijos y dejó las ventajas del desarrollo del primer mundo para levantar nuevas iglesias en Latinoamérica. Proviene de padres argentinos, quienes llegaron al lejano continente «buscando un mejor nivel de vida y consiguieron a Cristo», como él lo describe.
Tenía 19 años cuando su madre tuvo una revelación personal sobre el sacrificio de Jesús y se encontraba en un séptimo día de ayuno clamando por la liberación y sanidad de su hijo por la adicción a las drogas.
Entró un domingo en la noche con ella a la iglesia, movido por un sacudón que tuvo en un episodio por sobredosis. Esa noche tomó la decisión de recibir y seguir a Jesús. Y desde entonces, no sin pasar por fuertes procesos y momentos de prueba, ha levantado un ministerio de impacto global al compartir el mensaje de salvación especialmente entre jóvenes.
Por diecisiete años pastoreó en la iglesia Hillsong en Australia y ahora continúa este trabajo de regreso en Buenos Aires, Argentina; y en paralelo en Sao Paolo, Brasil. Recientemente estuvo en Houston, EE. UU, donde lo entrevistamos en exclusiva, al final de una de las varias conferencias que impartió todo un fin de semana en la iglesia Lakewood.
Enfocado especialmente en adolescentes y en llevar un mensaje de profundo aliento a los hispanos, animó también a la Iglesia venezolana: «Creemos que lo mejor está por venir para Venezuela y el pueblo no se puede aferrar a un gobierno ni a autoridades naturales, sino a Dios. La respuesta la tiene la Iglesia y no un gobierno y la respuesta es la esperanza que encontramos en Jesús».

Según la mayor cadena televisiva hispana en EE. UU, Univisión, el suicidio es la tercera causa de muerte entre los niños y jóvenes latinos con edades entre 10 a 24 años, ¿qué dice esta estadística y como Iglesia cómo podemos ayudar a cambiarla?
– Viven sin propósito, viven muchos con una mentalidad de víctima, no solamente con una mentalidad de «latino», sino con una mentalidad de inmigrante. Y por eso la Palabra de Dios, los principios del reino de Dios, tienen que estar establecidos en la juventud. Una iglesia siempre debe tener visión para jóvenes y niños, para poder establecer en ellos la verdad de la Palabra. En Australia hay muchos suicidios, entre adolescentes también, y la respuesta es Dios, la respuesta es la Iglesia. No una iglesia que proyecta una imagen religiosa porque no va a atraer a la juventud, tiene que ser una iglesia que proyecta una imagen de vida porque Cristo es vida, de esperanza porque Cristo es esperanza, de amor porque Cristo es amor.

Considerando que aquello que la sociedad o incluso la religión desecha, Dios lo levanta (1ª Corintios 1:27) y muchas cosas malas se han rotulado sobre los hispanos, es decir, se ha destacado el «lado negativo» de esta cultura, ¿cuál puede ser la gran oportunidad de los latinos?
– Yo creo que el mundo necesita nuestra pasión. También la manera en que hacemos familia y el amor a la vida. Muchos se enfocan en lo negativo de los latinos. Y perdemos el enfoque de lo positivo. Yo honestamente creo, con amigos como los pastores Cash Luna o Danilo Montero, y otros grandes hombres de Dios, que esta próxima década se va a levantar el pueblo latino como nunca antes, dándose cuenta de que podemos contribuir a la sociedad, que tenemos una voz y podemos marcar una diferencia. Esta no se marca conforme a nuestros recursos o posesiones, se marca conforme a un corazón disponible. Y si traemos lo mejor de lo que tenemos a Dios, Él va a respirar sobre ello y va a levantar un pueblo latino para literalmente marcar una diferencia. No es coincidencia que en muchos países como Argentina o Brasil hay cambios en los gobiernos y en la sociedad. Lo que está sucediendo en Venezuela, por ejemplo, para mí es una oportunidad para que la Iglesia se levante. Pero los latinos nos tenemos que sentir valiosos y que podemos contribuir con cualquier sociedad.

¿Dónde encuentra su valor el pueblo hispano, tal vez asustado y disperso ahora como los israelitas, en una especie de diáspora contemporánea, sin claridad en su identidad?
– Ese valor, esa identidad y propósito está en Cristo. Nuestro valor está en la cruz, el hecho y la verdad de que un Señor perfecto derramó su sangre por una humanidad imperfecta y nos dio acceso a este Dios perfecto. Entonces mi valor no está en mi título, no está en las cosas que tengo, en el salario que gano, en la ropa que uso o en el hogar donde vivo. Mi valor está en lo que Cristo hizo por mí. Tanto valemos, que Dios decidió invertir lo mejor del cielo en cada uno de nosotros. Él derramó su sangre para perdonar mis pecados, para darme una vida eterna. Ahí encuentro mi valor. Venga lo que venga mi valor no cambia. El mundo puede cambiar, pero mi valor jamás cambia, porque está en Cristo.

Muchos hispanos, creyentes y no creyentes, vienen a EE. UU a buscar un mejor nivel de vida y el «sueño americano», pero luego se ven agotados o ahogados en trabajar, en mantener el crédito, en pagar por papeles de inmigración… ¿Cómo evitar esto?
– Porque buscan el sueño en sus propias fuerzas. Muchos buscan el sueño americano, pero tienen que buscar el sueño que Dios tiene para ellos. Dios es el que cumple nuestros sueños. Nosotros nos podemos agotar, gastar toda nuestra energía haciendo lo que quizá Dios no quiere para nosotros. Los sueños de Dios para nosotros siempre son mucho más grandes que los nuestros. Entonces tenemos que buscar a Dios primero. Si Dios está en primer lugar entonces nosotros jamás terminaremos de segundos, porque Dios cuida de sus hijos. Le diría a la gente aquí, como inmigrante, porque soy hijo de inmigrantes en Australia, y ahora volví a Argentina: En lugar de buscar el sueño americano, busquen el sueño que Dios tiene para ellos.◄

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