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Como clavo hincado

Dios ha puesto una carga de honra sobre ti; ¿eres clavo firme capaz de soportarla o como los que se aflojan en la pared? 

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«En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado; será quebrado y caerá, y la carga que sobre él se puso se echará a perder; porque Jehová habló» (Isaías 22:25).

La primera idea que nos propone la imagen de un clavo podría ser la del viejo proverbio: «un clavo saca otro clavo», suerte de pragmatismo con el que se pretende quitar una pena de amor con otra relación. Pero podría ser este otro: «dar en el clavo» con la idea de acertar. No obstante, en nuestra cita la alusión al clavo tiene una connotación que en nada se parece a la de estos refranes.
Era ese tiempo de aparente calma que precedía a la tormenta. El mensaje de Isaías era un contundente llamado al arrepentimiento, pero desoído con obstinación. En ese contexto se aluden puntualmente dos personajes, dos líderes del pueblo: uno sería removido y el otro promovido. El primero, Sebna, mayordomo o tesorero de palacio, consejero del rey, funcionario principal de la corte. Tuvo el no envidiable privilegio de que le dedicaran una exclusiva profecía, pero de juicio. Sería expulsado de su cargo y llevado a Babilonia donde moriría. En su lugar Dios pondría a Eliaquim con toda la autoridad propia de su cargo.
Para ambos Dios usa metafóricamente el término «clavo». «Los clavos grandes o tacos se usaban en las casas antiguas (como perchas) para colgar los ornamentos de la familia. El sentido es: Todo lo que es de valor para la nación descansará seguro sobre él» (e-sword). Este uso era honroso y sobre todo cuando apuntaba a una persona cuya imagen representaba la honra de la familia, del palacio, del pueblo. Isaías señala a Eliaquim relacionándole con esta connotación positiva a la metáfora: «Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre. Colgarán de él toda la honra de la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los vasos menores, desde las tazas hasta toda clase de jarros» (22:22-23).
¡Qué uso tan excelente! Hay gente que es así, son la imagen de honra. Por ejemplo, de la personalidad de muchas madres cuelga la honra de la familia; o de la de un padre, un líder, un pastor, un ministro, un maestro, un presidente. Cada uno hace su aporte de honra a la gente, empresa, iglesia, familia o país que representa y sirve.
El antónimo de Eliaquim fue Sebna, considerado igual como un clavo que se suponía firme en una pared pero no lo está. ¿Le ha sucedido, en casa o en la oficina, que cuando fue a colgar un cuadro de un clavo está flojo y cae? Ese fue el caso de Sebna, todo lo que suponía firme: su cargo, su rango, sostén económico, sus recursos, autoridad, relaciones, honra, ¡todo!, se vendría abajo arrastrando tristemente a familia en su penosa desdicha. Al desprenderse la clavija, caería toda la honra que colgaba en ella.
Es posible que a muchos este asunto de la honra no les importe con tal que estén forrados en dinero; pero a los hijos de Dios la honra es un haber precioso y valioso. Es su testimonio, su imagen, su reputación. Se han conocido líderes que han sido como clavos flojos en una pared, incapaces de sostener la honra que colgaba segura por su carácter, santidad y ortodoxia; comenzaron bien pero terminaron mal. ¿Qué les pasó? Lo que está detrás generalmente no es un evento, sino una serie de eventos que iban debilitando su solidez y trasparencia.
Voltaire dijo: «Bien poco se ha perdido cuando queda la honra». ¡Gloria a Dios por los líderes, sean padres, madres, pastores, profesionales, maestros, gobernantes y siervos en general que son como clavos hincados firmemente! Llevan la honra del Evangelio, de la moral cristiana, de su Dios y Señor.
Así, pues, Dios ha puesto una carga de honra sobre ti; ¿eres clavo firme capaz de soportarla o como los que se aflojan en la pared? En la antigüedad Él promovió a algunos y removió a otros. ¿Qué supones que hará hoy?

Eduardo Padrón
Min. Educación y Cambio
edupadron@gmail.com

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