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Dios te paga, Eduardo Padrón

Dios paga porque es quien cobra. ¿No sería esta una gran paga, tan curativa como preventiva? Es la paga de la obediencia, el gozo del Señor que excede a cualquier sentimiento de venganza

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“Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua; porque ascuas amontonarás sobre su cabeza y Jehová te lo pagará” (Proverbios 25:21-22).
Hay cosas que no cambiarán al mundo, pero lo mejorarían si las dejáramos y entre ellas están las actitudes retaliativas. Son cadenas difíciles de romper, heridas que nunca sanan. Se sabe de rencores históricos que han pasado de generación a generación.
Hoy las víctimas de la venganza son incontables, incluyendo a familias inocentes al suponerse que así la retaliación sería más disfrutable.
Lo interesante es que nuestro proverbio no niega la pasión, la sobreentiende. El proverbista sabe que el fuego está ardiendo, pero desaprueba el “ojo por ojo”. Admite que se recuerda el daño, pero advierte que la venganza no es el remedio. Conviene, pues, resaltar dos puntos en nuestro artículo de hoy.
El primero apunta a la sensación de pérdida que sentimos cuando no nos desquitamos. Es el sentir de que hay que vencer cuando suponemos que la vida nos da la oportunidad de devolver el golpe. La enseñanza es que, en su lugar, encendamos las ascuas de la vergüenza en la mente del enemigo. En la película Blunt uno de los personajes dice: “La piedad del enemigo es una clase de infierno”. Y tiene algo de cierto.
El segundo es la paga. “Y Jehová te lo pagará”. Pablo dijo una vez que de Dios era la venganza. En ese sentido Dios paga porque es quien cobra. Sin embargo, es también una buena paga cuando pensamos en nuestra salud espiritual, social, emocional y física. ¿No sería esta una gran paga, tan curativa como preventiva? Es la paga de la obediencia, el gozo del Señor que excede a cualquier sentimiento de venganza. ¿No es mejor entonces dejar que Dios te pague?

Eduardo Padrón
Pastor, comunicador y escritor
edupadron@gmail.com

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