Los que tienen su arnés se moverán solamente en su tiempo, cuando el Maestro les hable y no se moverán antes, aunque muchas tentaciones vengan de los juguetones potros

Hay una tremenda operación del Espíritu Santo en avance hoy día para llevar a los hijos de Dios a una absoluta obediencia de su perfecta voluntad. Este es el día de la preparación, porque Él está preparando el canal a través del cual Él expondrá su gloria para que todo el mundo pueda verla. Este canal es su cuerpo en la tierra, el glorioso grupo de personas que están atravesando por muchas pruebas ardientes para ser convertidos a la imagen del Hijo de Dios.
Pero, antes de que Dios entregue este glorioso ministerio en nuestras manos, nosotros debemos someternos a su disciplina, dejándole ser verdaderamente el Señor de todas las áreas de nuestras vidas. Para muchos de nosotros, hace mucho que Dios ha tratado con la pregunta del pecado público, pero ahora Él está tratando con la rebelión interna de nuestra propia voluntad. Algunos cristianos no están siendo tratados en esto, pero ninguno de los que persiguen el alto llamado de Dios lo evitará totalmente, este es el trabajo del fuego del Refinador. Para todos aquellos que pasan a través de él, algunos de sus aspectos parecen horribles. Aun así, tales tratamientos son muy necesarios y el resultado final es glorioso.
Durante una conferencia ministerial en Tulsa, Dios me dio una visión concerniente al control de nuestra voluntad. El Señor estuvo poderosamente presente para tratar con nosotros y había tal tratamiento del Espíritu Santo que ninguno pudo dirigirse al púlpito para ministrar. Había un titubeo entre los ministros a decir algo excepto aquello que ordenaba directamente el Espíritu Santo. Mientras permanecíamos sentados en la impresionante presencia del Dios todopoderoso, yo estaba impresionado al ver la manera en que estos servidores de Dios respondían a la disciplina del Espíritu. Fue en medio de este trato abrumador de Dios con nuestros espíritus que el Espíritu Santo me dio esta visión…
EL CARRUAJE DEL REY
En un camino de tierra, en medio de un campo abierto, estaba un hermoso carruaje, algo así como una diligencia, pero adornado en oro, con bellas entalladuras. Era halado por seis enormes caballos percherones, dos al frente, dos en el medio y dos atrás, pero ellos no se movían, no tiraban del carruaje y me pregunté el porqué de ello.
Entonces noté al conductor debajo del carruaje, acostado sobre su espalda sobre la grama, justo detrás de los talones de los dos últimos caballos, trabajando en las ruedas delanteras del carruaje. Pensé, «él está en un lugar peligroso», porque si uno de esos caballos corcovea o retrocede, podrían matarlo, o si deciden avanzar o algo los asusta, ellos podrían empujar el carruaje exactamente sobre él y matarlo». Pero él no parecía tener temor, porque sabía que los caballos estaban disciplinados y no se moverían hasta que él no les dijera que se movieran.
Los caballos no golpeaban sus patas ni actuaban agitados, y aunque había campanillas en sus patas, las campanillas no sonaban. Había penachos en sus arneses sobre sus cabezas, pero los penachos no se movían. Ellos simplemente estaban parados, permanecían quietos esperando la voz del Maestro.
DOS POTROS EN EL CAMPO
Observando los caballos alineados con sus arneses, noté dos potros jóvenes en el campo abierto, se aproximaron al carruaje e intentaron hablar con los caballos que tenían el arnés: «¡Vengan jueguen con nosotros! Tenemos muchos juegos y correremos con ustedes, vengan traten de atraparnos».
Con esto, los potros afincaron sus talones, levantaron sus colas y corrieron a través del campo abierto. Pero cuando voltearon y vieron que los caballos no los perseguían, se quedaron intrigados. No sabían nada acerca de los arneses y no entendían por qué los caballos no querían jugar. Entonces les preguntaron: «¿Por qué no corren ustedes con nosotros?, ¿están cansados?, ¿son demasiado débiles?, ¿no tienen fuerza para correr?, ustedes son muy solemnes, necesitan más alegría en sus vidas».
Pero los caballos no les respondieron ni una palabra, no movieron sus patas ni hicieron gesto alguno con sus cabezas. Por el contrario, permanecieron parados, quietos, esperando la voz del Maestro.
Otra vez los potros los llamaron: «¿Por qué se paran allí debajo del sol ardiente? Vengan y párense a la sombra de este agradable árbol. ¿Ven lo verde que está la grama? Está tan verdecita y apetitosa. Deben tener hambre, vengan y comamos juntos, se ven sedientos también. Vengan y tomen de uno de nuestros muchos arroyos con agua fresca y cristalina». Los caballos solo los miraron de reojo, pero permanecieron parados, esperando la orden de mando para avanzar con el Rey.
LOS POTROS EN EL CORRAL DEL MAESTRO
Entonces la escena cambió: Yo vi lazos de vaquero caer alrededor de los cuellos de los dos potros, y fueron llevados al corral del Maestro para su entrenamiento. Cuán tristes estaban cuando vieron desaparecer la verde grama del campo y se vieron dentro del confinamiento del corral, con su polvo, tierra marrón y grandes cercas. Los potros corrieron de cerca a cerca, buscando libertad, pero solo encontraron que estaban confinados en este lugar de entrenamiento, entonces el entrenador empezó a trabajar con ellos. Con sus azotes y con sus bridas o frenos.
¡Qué muerte para aquellos que habían estado toda la vida acostumbrados a la libertad! Ellos no podían entender la razón para esta tortura, esta terrible disciplina. ¿Qué crimen habían cometido para merecer esto? Poco sabían ellos de la responsabilidad que tendrían cuando se sometieran a la disciplina y aprendieran la perfecta obediencia al Maestro, finalizando así su entrenamiento. Todo lo que ellos sabían era que ese proceso era la cosa más horrible que les había sucedido jamás.
SUMISIÓN Y REBELIÓN
Uno de los potros se rebeló a este entrenamiento y dijo: «Esto no es para mí. Quiero mi libertad, mis verdes montañas, mis arroyos de agua fresca. No voy a aceptar más este confinamiento ni este terrible entrenamiento».
Entonces encontró una salida, saltó la cerca y corrió felizmente de vuelta a los verdes campos.
Yo me quedé atónito de ver que el Maestro le dejó ir y no fue detrás de él. En vez de eso, Él dedicó su atención al potro que quedó. Este potro también tuvo la oportunidad para escapar, sin embargo, decidió someter su propia voluntad y aprender las enseñanzas del Maestro. El entrenamiento se volvió más duro que nunca, pero fue aprendiendo cada vez más rápido a cómo obedecer los más mínimos deseos del Maestro y de responder aún a la quietud de su voz. Y entonces vi que, si no hubiera habido ni entrenamiento ni pruebas, no hubiera habido ni sumisión ni rebelión por parte de ninguno de los potros.
En el campo ellos no tenían que decidir entre rebelarse o someterse; eran sin pecado en su inocencia. Pero cuando vinieron al lugar de entrenamiento, prueba y disciplina, la obediencia de uno fue manifiesta, así como la rebelión del otro. Y aunque parecía más seguro evitar este lugar de disciplina, yo vi que sin disciplina no podrían compartir su gloria, ni experimentar la verdadera relación de hijo con Él.
DENTRO DEL ARNÉS
Finalmente, este período de entrenamiento llegó a su fin. ¿Fue recompensado él con su libertad y fue enviado a los verdes campos de nuevo? No, sino que fue llevado a un lugar de confinamiento aún más reducido, mientras un arnés caía alrededor de sus hombros. Ahora encontró que ni siquiera tenía la libertad de correr alrededor del pequeño corral, porque el arnés le permitía solamente moverse donde y cuando su Maestro le indicaba. A menos que el Maestro hablase, el permanecía quieto.
La escena cambió otra vez, y vi el otro potro parado a un lado del monte mordisqueando algo de pasto. Estaba mirando fijamente a través del campo y vio el carruaje del Rey que venía camino abajo, tirado por seis caballos. Con asombro observó que el primer caballo del lado derecho, era su hermano, ahora convertido en un fuerte y maduro caballo criado con el buen maíz de los establos del Maestro. Él vio el hermoso penacho movido por el viento y notó el rutilante oro bordeando el arnés que rodeaba a su hermano, y oyó el hermoso tintineo de los cascabeles que tenía es sus patas y la envidia vino a su corazón.
El potro libre se quejaba consigo mismo: «¿Por qué ha sido mi hermano honrado mientras yo soy descuidado? Ellos no pusieron cascabeles en mis patas, ni penacho en mi cabeza. El Maestro no me ha dado la maravillosa responsabilidad de halar su carruaje, ni me puso un arnés de oro a mí. ¿Por qué han elegido a mi hermano en vez de a mí?». Y por el Espíritu la respuesta vino a mí. «Porque uno se sometió a la disciplina del Maestro y el otro se rebeló, por eso uno fue seleccionado y el otro puesto a un lado».
EL HAMBRE EN LA TIERRA
Entonces yo vi una gran sequía que invadía el campo, la verde grama se convirtió en pasto muerto, seco, marrón y estéril. Los pequeños arroyos de agua se secaron, dejando solo algunos charcos fangosos aquí y allá, y vi al pequeño potro (me asombró ver que nunca parecía crecer o madurar) correr de aquí para allá en el campo buscando arroyos de agua fresca y verdes pasturas, no encontrando nada. Sin embargo, seguía corriendo como en círculos, siempre buscando algo para alimentar su hambriento espíritu. Pero había hambre en la tierra y las ricas pasturas y los arroyos de agua de ayer ya no se encontraban.
Un día el potro se detuvo por el lado de la montaña sobre sus temblorosas y débiles patas, buscando dónde ir para encontrar comida y desesperado por encontrar fuerzas, aunque fuera para poder seguir buscando. Parecía inútil, la buena pastura y los arroyos de agua eran cosa del pasado y todo esfuerzo por encontrarlos no hacía más que debilitar sus minadas fuerzas.
Repentinamente vio el carruaje del Rey viniendo camino abajo, tirado por seis majestuosos caballos y vio a su hermano, gordo y fuerte, de músculos sólidos y postura hermosa y bien cepillado. El corazón del potro quedó asombrado y perplejo, y entonces gritó; «Mi hermano, ¿dónde encuentras comida para mantenerte fuerte y gordo en estos días de hambre? Yo he corrido por todas partes en mi libertad, buscando comida y no he encontrado nada. ¿Dónde, en tu terrible confinamiento encuentras comida en este tiempo de sequía? Dime, por favor, porque yo debo saber».
La respuesta vino de una voz llena de victoria y alabanza: «En la casa de mi Maestro, hay un lugar secreto dentro de los límites del confinamiento de sus establos donde Él me alimenta de su propia mano, sus graneros nunca se vacían y sus pozos nunca se secan».
Con esto, el Señor me dio un conocimiento para el día cuando el pueblo esté débil y hambriento en sus espíritus, en el tiempo de hambre espiritual. Aquellos que han entrado en el lugar secreto del Altísimo, en el más profundo confinamiento de su perfecta voluntad, tendrán plenitud de maíz del cielo y un incesante fluir del arroyo fresco de la revelación de su Espíritu. Aquí la visión terminó.
INTERPRETACIÓN DE LA VISIÓN
«Escribe la visión, grábala en tablas, para que corra el que la lea» (Habacuc 2:2). «Uncid los caballos y montarlos vosotros, jinetes» (Jeremías 46:4).
Estoy seguro que muchos de ustedes pueden ya ver lo que el Espíritu estuvo mostrando en la visión, pero déjeme explicarle.
Habiendo nacido en la familia de Dios, comiendo de las verdes pasturas y bebiendo de los muchos arroyos de la clara revelación de su propósito, es agradable y maravilloso. Pero esto no es suficiente. Mientras éramos niños estábamos limitados solamente por la cerca exterior de la ley que pasaba por los bordes de las pasturas, una cerca que nos mantenía alejados de las oscuras pasturas venenosas. Dios estaba contento vigilando nuestro desarrollo mientras crecíamos hacia un hombre o una mujer maduros, espiritualmente hablando. Pero el tiempo llegó cuando nosotros los que comíamos de sus pasturas y bebíamos de sus arroyos fuimos llevados a su disciplina y el entrenamiento necesario para hacernos maduros.
Muchos hoy no pueden entender por qué aquellos que se han puesto el arnés de Dios no se emocionan con los juegos religiosos ni se mueven de forma inmadura. Se asombran de por qué los disciplinados no corren detrás de cada nueva revelación o se alimentan de cada oportunidad para involucrarse en lo que parecieran buenas y productivas actividades religiosas. Se asombran de por qué algunos no corren con ellos en sus frenéticos esfuerzos para levantar grandes obras y ministerios notables. No pueden entender el simple hecho de que este grupo de santos está esperando por la voz del Maestro y ellos no oyen la voz de Dios en ninguna de estas actividades externas.
Los que tienen su arnés se moverán solamente en su tiempo, cuando el Maestro les hable y no se moverán antes, aunque muchas tentaciones vengan de los juguetones potros. Los potros no pueden entender por qué aquellos que tienen grandes habilidades no les dan buen uso. «Pongan el carruaje en movimiento», dicen ellos, pero los disciplinados, aquellos que tienen el arnés de Dios saben que es mejor moverse solamente cuando escuchan la voz del Maestro. Ellos se moverán solamente en su tiempo, con propósito y gran responsabilidad.
El Señor me mostró que había muchos a quienes Él había traído al entrenamiento que se habían rebelado contra la disciplina, el castigo del Padre. A ellos no se les puede confiar con la gran responsabilidad de hijos e hijas maduros, entonces Él los deja en libertad, los deja retornar a sus actividades religiosas, a sus revelaciones y dones. Ellos siguen siendo su pueblo, siguen comiendo de sus pasturas, pero Él los ha puesto a un lado de sus grandes propósitos para el final de los tiempos. Entonces ellos se deleitan en su libertad, sintiendo que ellos fueron los escogidos con los muchos arroyos de agua viva, no sabiendo que fueron puestos a un lado como incapaces para el gran trabajo de este final de los tiempos.
Él me mostró que, aunque el castigo parezca penoso en este tiempo y la disciplina difícil de soportar, la gloria resultante vale la pena, y la gloria que sigue excede el sufrimiento que tuvimos. Y aunque algunos pierdan inclusive sus vidas en este entrenamiento, sin embargo, compartirán igualmente de la gloria de sus eternos propósitos.
Por lo tanto, ¡no desmayen santos de Dios, porque es el Señor quien los lleva al confinamiento y no tu enemigo, es para tu bien y para su gloria, entonces soporta todas las cosas con alabanza y acción de gracias ya que Él te ha considerado digno de compartir su gloria! No temas el azote de su mano, porque no es para castigarte, sino para corregirte y entrenarte, para que puedas lograr la sumisión a su voluntad y ser hallado conforme a su imagen en aquella hora. Regocíjate en tus pruebas, gloríate en su cruz y en las limitaciones del confinamiento de su arnés, porque Él te ha seleccionado para tomarte bajo su responsabilidad para mantenerte fuerte y bien alimentado.
Entonces apóyate en Él y no confíes en tu propia habilidad o entendimiento. Así serás alimentado y su gloria te cobijará y fluirá a través de ti en la medida que su gloria fluya y cubra la tierra. ¡El Señor es maravilloso! Déjalo ser el Señor de tu vida, y no te quejes de lo que Él permita que pase en tu vida.
PLENITUD EN TIEMPO DE HAMBRE
En la hora que el hambre invada la tierra, Él alimentará con sus propias manos a aquellos que se someten a su voluntad y a aquellos que moren en el lugar secreto del Altísimo. Cuando el terror asalta la tierra, quienes tengan su arnés no tendrán temor, porque sentirán su brida y su cobijo conociendo la guía de su Espíritu. Cuando otros estén débiles, frágiles y temerosos, ellos estarán fuertes en el poder de su potencia y no les hará falta ninguna cosa buena. A la hora cuando se demuestre la falsedad de las tradiciones de los sistemas religiosos y sus arroyos se hayan secado, entonces sus escogidos hablarán con la verdadera Palabra del Señor. Entonces regocíjate de que has sido escogido por su gracia para este gran trabajo en esta hora final.
Las cercas que protegían a los potros en sus propios prados y pasturas, no significan nada para el equipo de caballos que tienen su arnés; porque las puertas se abren para ellos y avanzan halando el carruaje del Rey a muchos extraños y maravillosos lugares. Ellos no se detienen a comer la hierba venenosa del pecado, porque ellos comen solamente del establo del Maestro. Estos campos son pisados bajo sus patas mientras ellos van adelante en los asuntos del Rey.
Y así, para todos aquellos que han sido llevados en absoluta sujeción a su voluntad, no hay ley. Porque ellos se mueven en la gracia de Dios, movidos solamente por su Espíritu, donde todas las cosas son lícitas, más no todas convienen. Este es un peligroso escenario para los indisciplinados y muchos han perecido en el pecado, porque saltan encima de la cerca sin el arnés y la brida del Señor. Algunos han creído que están completamente sujetos al arnés y sometidos a Él, solo para darse cuenta que en su vida todavía moraba la rebelión y la terquedad.
Esperemos ante Él hasta que Él ponga su soga alrededor nuestro y nos lleve al lugar de adiestramiento y aprendamos de los tratos de Dios y del mover de su Espíritu hasta que al final sintamos su arnés alrededor de nosotros y oigamos su voz guiándonos. ¡Entonces estaremos seguros de las trampas y artimañas del pecado y moraremos en su casa para siempre!
(Todas las referencias están en Versión Reina Valera 1960, a menos que se indique lo contrario). Traducido del inglés de un artículo publicado en The Morning Star Journal.
Bill Britton
Profeta