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El combustible de los milagros

(Liliana Daymar González – Periodista).-

Si has recibido malas noticias dile a Dios con fe: «Sé que todo lo que te pida, me lo darás (Juan 11:22). Aun ahora, en medio de esta sentencia, tú puedes hacer un milagro». ¡¡¡Dios puede revertir lo irreversible!!! No te des por vencido, no bajes los brazos, persevera en oración.
En el evangelio de Lucas, capítulo 18, Jesús les narró a sus discípulos la parábola de la viuda persistente y el juez injusto, con el fin de mostrarles la importancia de orar sin desanimarse: Les dijo: «Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie. En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: ‘Hágame usted justicia contra mi adversario’. Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: ‘Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie,  como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible’.
Continuó el Señor: Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que sí les hará justicia, y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» (NVI).
La viuda representa a todas las personas que se encuentran atadas de manos y brazos ante las injusticias de magistrados corruptos, nombrados y pagados por los poderosos para violar las leyes y los derechos humanos.
Probablemente, fue el rey Herodes quien designó al juez injusto para que cumpliera sus órdenes. El caso de la viuda era uno de los muchos que permanecían sin resolverse, pues ella no tenía suficientes recursos financieros para que se le hiciera justicia. Pero si tenía algo en abundancia: Un carácter firme y perseverante.
Aunque las circunstancias se hacían cada vez más difíciles, ella iba diariamente a los tribunales demandando justicia. Fue tan obstinada, tenaz y persistente que llegó a cansar al malvado juez, y finalmente consiguió lo que esperaba.
Cuánto más nosotros alcanzaremos la justicia de nuestro amado Padre. Contamos con un Dios misericordioso, justo y verdadero que responde a la oración persistente. Él es nuestra fortaleza en las tribulaciones. «Ora en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos» (Efesios 6:18). Clama día y noche con fe al todopoderoso. ¡No te rindas!, porque la oración es el combustible de los milagros.
lili_vidaenlapalabra@hotmail.com

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