(Fernando Regnault – Articulista).-
Es importante que sepamos discernir las señales que identifican nuestro camino, de no interpretarlas correctamente, sencillamente terminaríamos en otro camino. El hecho es que hay muchos caminos tratando de imitar al verdadero, pero gracias al Señor que nos ha dejado su Palabra, que es lumbrera a nuestro camino. Realmente sólo conocer su Palabra y aferrarnos a ella nos permitirá permanecer en el camino correcto. ¿Se ha fijado usted cuántos líderes evangélicos de reconocida trayectoria, han ido a apoyar el ecumenismo con el nuevo papa? Han perdido el norte, realmente no les importa lo que la Biblia enseña, están siguiendo sus propios razonamientos. Pastores de Megaiglesias están visitando el Vaticano y están muy orgullosos de ser parte del movimiento ecuménico, que no es otra cosa que el comienzo de la Gran Ramera, una iglesia abominable para Dios que reunirá a todas las religiones en una, y que es parte de las profecías de los últimos días. ¿Cómo es posible que estos líderes, teniendo las Sagradas Escrituras y conociendo las profecías, caigan en esta apostasía? El Señor Jesús dijo que: «un poco de levadura leuda toda la masa», esto no ha sido un descuido de un día, sino el resultado de años siendo leudados, por sólo un poco de levadura que una vez dejaron entrar.
El ecumenismo no es otra cosa que la unidad de todas las religiones, para que sin diferencias ni contiendas adoren a Dios juntas. ¿Qué tal? ¿Verdad que se oye bien? Bueno esto es una terrible abominación delante de nuestro Dios, quien nos manda por amor a las almas, a no mezclarnos en yugo desigual con los incrédulos, veamos: «Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras» (2ª Juan 10-11). El que se reúne en desobediencia con religiones idólatras y paganas, se hace como ellos, se hacen partícipes de esos pecados, porque: «participa en sus malas obras».
Este movimiento que promueve esta apostasía, comenzó en el año 1910 en la Conferencia Misionera Mundial en Edimburgo, y durante décadas ha venido avanzando tímidamente. Pero en esta última década ha tomado un gran impulso, acrecentándose con la llegada del nuevo papa. Este en poco tiempo ha estado promoviendo el ecumenismo, se ha reunido con representantes de las demás religiones y el resultado es una aceleración de los acontecimientos. Hace unos cuantos años atrás, me imaginaba que los evangélicos seríamos perseguidos por esta iglesia apóstata. Hoy me doy cuenta, que gran cantidad de supuestos creyentes, se están sumando a esta corriente apóstata con mucho entusiasmo y emoción. La Palabra dice: «Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros» (1ª Juan 2:19).
Estamos en tiempos de definición, los acontecimientos se presentan para que la gente tome partido y fije posiciones. La Iglesia es purificada a través de persecuciones, de divisiones, de apostasías, etc., en todas estas cosas siempre se manifiestan diferentes grupos. Es como un filtro de Dios para separar los que aman al Señor de los que andan en sus propios pensamientos, veamos: «Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados» (1ª Corintios 11:19).
El movimiento ecuménico tendrá muy buenos argumentos, para tratar de convencer a los verdaderos creyentes. Uno de ellos: la hermandad de los hombres, la paz que la tierra ha esperado por siglos. Dirán que la mayoría de las guerras han sido provocadas por la religión, y es cierto, con esta base argumentarán que, al unirse los hombres en una hermandad mundial, habrá paz en la tierra, y será según ellos el cumplimiento del milenio. ¿Verdad que lo anterior suena muy lógico y razonable? Así le parecerá a todo el mundo, menos a un pequeño grupo que conoce a su Dios y está atento al momento profético que vivimos. La Iglesia de Jesucristo será vista como un grupo retrogrado, de mente obtusa, que se opone a que la humanidad entre en su paz, entonces se cumplirá lo que dijo el Señor Jesús: «Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo» (Mateo 10:22). Será un aborrecimiento general por «todos» y será la más grande persecución que ha existido, y respaldada por el Estado.
¿Por qué no debemos de ser parte de tal movimiento? Nuestro Dios nos ha dado su Palabra para que la guardemos y sea la Luz que ilumine nuestro camino. Una cosa que la Iglesia debe tener muy en claro es la santidad que el Señor le pide para tener entrada al reino de los cielos. Así que el Señor nos ordena: «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso» (2ª Corintios 6:14-18).
Desde el Antiguo Testamento el Señor ha instruido a su pueblo para apartarse de prácticas paganas e idolatría: «Porque esas naciones que vas a desalojar escuchan a los que practican hechicería y a los adivinos, pero a ti el Señor tu Dios no te lo ha permitido» (Deuteronomio 18:14. BLA). No es posible que el pueblo de Dios esté mezclado con religiones que en su mayoría practica la idolatría y tiene otros dioses, es abominación; porque ellos están adorando a los demonios, así lo dice la Biblia: «¿Qué quiero decir, entonces? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo, o que un ídolo es algo? No, sino que digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios; no quiero que seáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos, acaso, más fuertes que El?» (1ª Corintios 10:19-22).
Cada uno dará a Dios cuenta de sí mismo, no te dejes llevar por líderes, por muy renombrados que sean. Muchos son sólo apariencia de lo que una vez fueron, el apóstol Pablo decía: «Y de aquellos que tenían reputación de ser algo (lo que eran, nada me importa; Dios no hace acepción de personas), pues bien, los que tenían reputación, nada me enseñaron» (Gálatas 2:6). El apóstol habla de que algunos líderes, ya no eran lo que una vez fueron y él no se dejaba impresionar por su reputación. Es tiempo de aferrarnos a la Palabra del Señor, de reforzar la oración, pues en verdad las señales están tan claras y la apostasía tan evidente. Próximamente te estaré explicando más sobre la profecía de la Gran Ramera. Mientras tanto: «Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo» (2ª Timoteo 2:7).
¡A Dios Sea La Gloria!
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