(Rubén Kassabián – Pastor).-
Un descubrimiento de gran alcance ha sido hecho en estos años por los educadores, criminólogos y sociólogos. Ahora dicen que la capacidad de una persona para adaptarse a la vida depende de su sentido de aceptación.
Esto significa que un niño que se siente aceptado entre la gente como normal y digno, crecerá y se hará un ciudadano útil y respetado. En cambio el que se siente rechazado posiblemente llegue a ser criminal, suicida o, por lo menos, su influencia será negativa sobre sus semejantes. Los expertos recogieron muchos ejemplos de la vida real para sostener sus conclusiones.
Pero esta idea en realidad no es nueva, sino es tan vieja como la raza humana. Forma parte de las enseñanzas del libro más viejo de mundo, la Biblia; también es central en el Evangelio de Jesucristo.
En pocas palabras, este es el mensaje que Dios quiere comunicarle al ser humano. La Palabra de Dios pura nos dice cómo lograr la vida abundante, cómo recuperar el equilibrio de la personalidad y concretar así el plan perfecto del Creador.
En realidad, Dios nunca menosprecia ni rechaza a nadie, por más humilde que sea su estado social, o por más vergonzosa que sea su crónica de conducta. La aceptación de Dios no significa aprobación; no depende de lo que uno ha hecho, ni cuánto tiene, ni su clasificación moral, sino de su valor como persona creada por Él.
La solución, cuando uno se siente rechazado, no radica en esforzarse para ganar aceptación, ni en tratar de parecer importante, ni en disciplinarse para poder respetarse y ser respetado. En lugar de eso, deben abrirse los ojos para ver la aceptación que ya tiene y siempre ha tenido delante de Dios. Si esto suena muy místico, digámoslo en otras palabras. Dios nos hizo a cada uno para un propósito y tenemos más valor de lo que podemos comprender. Usted no puede ser completo como persona hasta que haga frente a esta realidad y la ponga como base para su vida. Cuando usted reposa en el hecho de que Dios le ama y le acepta completamente, podrá aceptarse a sí mismo, y aceptar a los demás en su justo valor.
Y esto es precisamente lo que quiere enseñar el Evangelio. Dios lo hizo todo para comprobar que Su aceptación es universal y sin condiciones. Jesús vino al mundo, vivió y murió en la cruz con un propósito que expresó de la siguiente manera: «Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Por lo tanto, deje que Jesús se involucre en su vida y reciba eta vida abundante que le ofrece. Nunca se conforme con vivir una vida mediocre o superficial, usted ha sido creado para disfrutar la vida en plenitud.
Jesús mismo lo afirmó en esta forma: «A los que vienen a mí, no los echaré fuera».
¿Y usted? ¿Cómo se siente en relación a esta verdad?
¡Vivamos una vida al 100%!
devocional@jesus100x100vida.org
Me siento feliz contento por esta clara esplicacion de la palabra de Dios quiero seguir resibiendo concejos