La intercesión permanente y la adoración deben estar presente en todo momento en la vida de todo cristiano
Cuando Moisés sacó a Israel de Egipto, en el cruce del desierto se enfrentó con los amalecitas, un pueblo con un ejército preparado y acostumbrado a la guerra. Mientras que los israelitas, por su condición de esclavitud, jamás habían empuñado una espada. La ventaja de los amalecitas sobre los israelitas era abismal. Sin embargo, Moisés aplicó una estrategia perfecta que le dio una estruendosa y sobrenatural victoria.
Moisés subió a lo alto de un cerro y allí mantuvo sus manos levantadas al cielo en profunda oración y en señal de que su victoria dependía absolutamente de Dios a través de un milagro. Se hace acompañar de Aarón y de Hur. Aarón representa el sacerdocio levítico, es decir, la intercesión permanente. Moisés sabía que en medio de batallas y crisis la oración es indispensable. Hur, de la tribu de Judá, representa la adoración y las proclamas de guerra. La adoración debe estar presente en todo momento en la vida de todo cristiano.
Dios entregó al ejército de Amalec en manos de los israelitas. Excelente estrategia perfecta, digna de ser aplicada siempre.
Dios te bendiga.
Teófilo Segovia Salazar
Pastor y comunicador