El pasado 13 de marzo fue elegido el nuevo Papa para liderar la Iglesia Católica Romana. Jorge Mario Bergoglio, el primer latinoamericano electo como primado en la historia del catolicismo, aprovechó sus primeras palabras para rezar por Benedicto XVI. Justo antes de pronunciar su bendición pidió a todos los presentes que tuvieran un momento de oración en silencio por su ministerio como Papa. La elección de un Papa latinoamericano y jesuita ha despertado considerables comentarios en el mundo entero. El común denominador ha sido la humildad del Papa Francisco durante toda su carrera en Argentina y, en los días transcurridos ya ejerciendo su nuevo rol, se pudiera observar una colaboración latente con la Iglesia cristiana y la proclamación del mensaje de salvación; pero ¿qué nos dice la realidad?
El pueblo de Dios sabe y conoce lo que las Sagradas Escrituras establecen respecto a los mandamientos y al comportamiento de un cristiano, así como la gracia otorgada en el Nuevo Pacto por el sacrificio de Jesús. Por lo tanto, se debe reflexionar y enfocarse -espiritualmente- en las cosas que están ocurriendo y en las señales que se observan. La salvación es personal, pero se debe trabajar en conjunto como Iglesia, así lo estableció Dios.