La Biblia dice: “Maldito todo el que es colgado en un madero” (Gálatas 3:13). La cruz se ha convertido en un símbolo de idolatría, Dios condena la adoración a objetos hechos por manos de hombres (Éxodo 20:1).

Después de las crueles persecuciones contra cristianos desde la destrucción del templo de Jerusalén por el general Tito en el año 70 hasta principios del siglo III la muerte de cristianos por parte de emperadores Romanos fue una constante.
Persecuciones sanguinarias hasta el año 295 cuando el emperador Diocleciano realizó una de las más cruentas persecuciones generarles en todo el imperio Romano, torturas y muerte, quemó iglesias y libros sagrados, y los pocos cristianos que quedaron fueron esparcidos a países fuera del dominio Romano.
En el año 311 surge Constantino emperador de la región occidental.
Constantino declaró en el año 313 el fin de las persecuciones contra cristianos. La libertad había llegado después de casi dos siglos y medio de persecución romana. La libertad tenía un precio, los cristianos debían unirse a la nueva iglesia imperial que Constantino fundaría como la religión oficial imperial (la iglesia universal de Roma). Una iglesia de origen pagano.
Constantino llegó a ser el sumó sacerdote de la nueva religión imperial, fundó la ciudad de Constantinopla, en Turquía, donde colocó el símbolo del sol como objeto de adoración. De ahí viene la hostia. Un ritual babilónico que se hacía al dios sol.
Constantino como emperador de occidente, queriendo el poder absoluto destronó a gobernadores de algunas regiones imperiales como lo eran Constancio cloro, Maximino y Magensio. Pero su más peligroso rival era el otro emperador Licinio, el cual contaba con un gran ejército.
Constantino se preparó para darle batalla a Licinio, ya que fue el único que quería el poder total.
Constantino tuvo un sueño; vio en el cielo una letra griega que representaba la cruz de Cristo. Y unas iniciales que decían: “con ella vencerás”.
Constantino grabó en el escudo de sus soldados la cruz de Cristo y fue a batalla destronando a Licinio del poder, el cual por ser su cuñado lo envío a las Galias.
La cruz pasó a ser el emblema más grande de la iglesia imperial romana. Constantino era invencible con la cruz.
La cruz de Constantino, un hombre que no era muy dado al cristianismo durante muchos años, se bautizó en su lecho de muerte.
La emperatriz Elena viajó a tierra santa y dice haber descubierto la cruz de Cristo, y fundan en Jerusalén la catedral de la natividad de Cristo.
La Biblia dice: “Maldito todo el que es colgado en un madero” (Gálatas 3:13).
Era un instrumento de muerte, de pena máxima. Morir crucificado era una maldición.
Las guerras santas o cruzadas y la santa inquisición llevaban como logo el símbolo de la cruz.
Muchos crímenes se cometieron contra personas inocentes a nombre de la cruz.
La cruz se ha convertido en un símbolo de idolatría, Dios condena la adoración a objetos hechos por manos de hombres (Éxodo 20:1).
Nuestra confianza y fe no debe estar fundamentada en la cruz donde mataron a Cristo, sino en el sacrificio de Cristo hecho en la cruz. La cruz no salva, Cristo no resucitó en la cruz, sino en el sepulcro.
Los cristianos evangélicos no utilizamos el símbolo de la cruz por ser un objeto de veneración que la Biblia no aprueba. La cruz que debemos cargar es la fidelidad y obediencia a Cristo.
Debemos gloriarnos en la victoria de Cristo en la cruz donde derrotó a Satanás y la muerte, no fue la cruz, fue el sacrificio perfecto de Jesús.
Anónimo