(Fernando Alexis Jiménez – Pastor).-
Al volver la mirada sobre las calles de ingreso al barrio, las gentes no pudieron menos que admitir que la vida de Gilberto Tolosa se caracterizó por promover el bien común, sin miramientos políticos o religiosos, y que siempre en momentos de crisis buscó el diálogo antes que el agravamiento de los problemas.
Fue gracias a su disposición de concertar las soluciones que este joven estudiante de sociología trajo cambios a buena parte del Distrito de Comas, en Lima (Perú). Era entusiasta, dinámico, con una amplia sonrisa y la calidez en sus palabras. Lideró campañas. Tenía el propósito de ayudar a todos. A él se debió la pavimentación de varias vías. Mediante comitivas y actividades de integración, consiguió los recursos.
Amaba la paz. Incluso en su habitación tenía un afiche grande con esa sencilla pero significativa palabra. Lo asesinaron tres personas llenas de rencor, víctimas del resentimiento, poseídas por la intolerancia. Fue un sábado cuando las primeras sombras de la noche poblaban la ciudad. Hoy lo recuerdan en su cuadra como un apóstol de la pacificación.
Hombres y mujeres de paz
El nombre de Gilberto Tolosa se suma al de Mahatma Ghandi o quizá el del pastor bautista Martín Luther King o al de Chico Méndez y tantos otros que adornan la galería de los hombres y mujeres que tuvieron el firme convencimiento de que no es con violencia sino con el diálogo como se resuelven los problemas.
La labor que realizaron fue valiosa. Buscaron cambio para la sociedad. Pagaron una cuota muy alta por sus sueños. Dieron su propia vida. Es a los amantes de la paz, del diálogo y de la sana convivencia a quienes se dirigen las palabras del Señor Jesús cuando, frente a una multitud, dijo: «Bienaventurados los mansos, porque recibirán consolación. Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:5,9).
Quizá donde usted se desenvuelve es el único que evidencia inclinación hacia el entendimiento. Tropieza a diario con personas irascibles que no soportan el diálogo. Están acostumbrados a desencadenar conflictos a partir de hechos pequeños. ¡No se desanime! Ninguna presión externa lo lleve a renunciar a su vocación de paz. Dios está de su parte. Tarde o temprano triunfará el diálogo por encima de la agresividad. En ese momento verá que fructificaron las semillas de armonía que sembró entre sus semejantes…
No deje pasar este día sin tomar la mejor decisión de su vida: recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida. ¡Su existencia será transformada!
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