(Edgar Rojas – Comunicador y motivador).-
Cola: En Venezuela este término tiene diversas connotaciones, sin embargo, la que nos atañe para ésta reflexión refiere al estado de posición posterior, hilera o fila de personas que esperan su turno, esto según el DEL/Espasa-Ca/pc (2005). Lo que quiere decir; estar en una fila a la espera de un turno para ejecutar determinada actividad, tomando en consideración que el turno puede ser inmediato o prolongado, incluso ninguna de las dos opciones.
Valiéndome de lo anterior, me remonto imaginariamente al tiempo de placer y gozo que pasaron mis padres cuando me engendraron, aunque no precisamente tuve que hacer una cola para ganarle a los miles de hermanitos que competían conmigo y que gracias a Dios llegue de primero, curioso o no, ya se veía venir la viveza venezolana de siempre querer colearse.
Partiendo de ese episodio vivido, veo claramente los tiempos actuales, cuando gran parte de nuestra vida la pasamos en una cola. Cuando fuimos engendrados, como les conté, tuvimos que hacer cola, cuando nuestra madre acudía a realizarse los exámenes periódicos de su embarazo, tuvo que hacer cola, lo mismo hizo mi esposa cuando nació nuestro amado Edgar Jeshua, precisamente nació luego de cuatro partos que atendió el doctor.
En ese orden de ideas, continuamos haciendo cola; cola para las consultas de nuestros hijos, para inscribirlos en la escuela, en el banco, para comprar en el supermercado, para el cine, el parque, para la graduación, el odontólogo, el chequeo médico, cola con el automóvil para ir a otro lugar, hasta para ir al baño de determinada institución, para abastecer el automóvil de gasolina, para entrar al concierto, para cobrar, pagar, cola para ir al comedor de la universidad, para entrar a la iglesia, comprar gas, pagar la electricidad, el agua, TV por cable y otros servicios básicos; cola para el Metro, el autobús, el ferry y el avión; cola para prestar servicio militar, para visitar a amigos en la cárcel, para comprar productos subsidiados, cola prácticamente para todo y en fin, cuando vamos a descansar a la eterna morada también hay que hacer cola, la cola del cortejo fúnebre.
Ahora bien, como gran parte de la vida la pasamos en una cola, debemos administrar bien el tiempo, «aprovechando al máximo cada momento oportuno…» (Efesios 5:16 NVI), por ejemplo; en la cola del banco u otra actividad, podríamos leer un buen libro, revista o periódico, actualmente hay gran variedad de dispositivos electrónicos que nos permiten escuchar música, audiolibros, conferencias y leer libros electrónicos.
También en una cola se puede socializar, intercambiar ideas y opiniones con el entorno y quizás conocer nuevos amigos, es un buen momento para hablarles de Jesucristo y del cambio que Él hizo en nuestras vidas, «…Vayan por todo el mundo y anuncien las Buenas Nuevas a toda criatura» (Marcos 16:15, NVI).
En ese sentido, debemos sacar el lado positivo de las colas que a diario consume gran parte de nuestra vida, haciendo de ésta un elemento beneficioso y gratificante, ya que por lo general en las colas existe ese aspecto perturbador de ansiedades y emociones inoperantes que afectan nuestra salud, carácter y personalidad.
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