Tristemente los púlpitos de muchas iglesias, radios, televisión y redes sociales están ocupados por párvulos que, en lugar de edificar, entretienen y confunden
Aun, retumban en mi corazón las palabras que leí del gran Charles Finney: “Si Jesús espero 30 años de preparación para comenzar a predicar; ninguna persona debería asumir el rol ministerial antes de eso”.
Tristemente los púlpitos de muchas iglesias, radios, televisión y redes sociales están ocupados por párvulos que, en lugar de edificar, entretienen y confunden. El sagrado llamado ministerial tiene procesos de formación en carácter, más que en el talento. Muchos, hambrientos por el deseo de figurar, ganar dinero y adquirir popularidad; se auto proclaman predicadores, profetas, salmistas y algunos hasta la posición de apóstol quieren ocupar.
La tarea ministerial necesita de hombres y mujeres formados, procesados y enviados. Basta ya de enviar a jóvenes neófitos, que tienen un buen deseo, pero cero experiencias
“La iglesia es una niña, cuidada por infantes espirituales o divertida por payasos que saben de espectáculos, pero poco de espiritualidad”. Pensamos, que transformamos al mundo con nuestros circos, cuando estamos lejos de genuinos avivamientos. No quiero sonar negativo ni nefasto, pero la verdad debe ser dicha.
En muchas redes sociales, oímos gente hablar de una Biblia que nunca han leído y menos escudriñado. Los altares, son conquistados por buenos coach de vida que motivan, pero que no afectan.
El cristianismo necesita una reforma, que nazca en las cámaras secretas de la oración y pase por los pasillos de maestros que conozcan la escritura.
Muchos deben hacerse a un lado o sentarse y dejar de proferir lodo desde los atrios, para dejar que verdaderos pastores y ministros de Dios lleven agua a una generación sedienta de la verdad.
La tarea ministerial necesita de hombres y mujeres formados, procesados y enviados. Basta ya de enviar a jóvenes neófitos, que tienen un buen deseo, pero cero experiencias. Son carne de cañón que fácilmente caerán en los lazos del diablo (1ª Timoteo 3:6). Es hora de que los pastores se reproduzcan en otros pastores; que puedan transferir unción y carácter a las nuevas generaciones de ministros, tal como lo dice (Génesis 1:24).
El éxito ministerial no está en tener multitudes que te sigan, sino en formar otros ministros conforme a la Palabra y al carácter de Dios.
El campo de batalla espiritual está minado de tentaciones, distracciones y ambiciones personales.
David Plazas
Pastor y escritor
Tomado de su libro: “Reflexiones espirituales para una vida mejor”. Editorial Edifica.