«Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca» (Apocalipsis 3:16).
La tibieza espiritual es un terrible engaño espiritual, ocurre cuando alcanzamos cierto nivel espiritual, y nos detenemos. Cuando servimos al Señor enseñando, predicando o en cualquier posición, pero no queremos avanzar más. Hay un momento en que avanzar más, significa cambiar todo, dejar atrás lo que tenemos, para ir detrás de otras metas. Buscar más de Dios, sería cambiar nuestra costumbre, dejar el confort sea mucho o poco, al que nos hayamos acostumbrado.
Así que los tibios oran, predican, sirven al Señor de diversas maneras, pero no quieren más de Dios. Como están, están bien, no quieren cambios, quieren disfrutar del mundo y de las bendiciones. Tienen el corazón dividido, no quieren renunciar completamente al mundo, y también quieren seguir a Cristo.
En realidad, es que perdieron su primer amor, tenemos que volver a las raíces de nuestra fe, a la visión original. «Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo» (2ª Timoteo 2:7).
¡A Dios sea la gloria!
Fernando Regnault
Articulista
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