«Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños» (Proverbios 27:23).
La imagen corresponde a un pastor de ovejas, cuyo trabajo en velar con diligencia por el estado de su rebaño. Las ovejas están expuestas a riesgos por ataques de depredadores. Un rebaño para que sea productivo como actividad económica, requiere, además, de adecuados cuidados nutricionales, sanitarios y ambientales. De la diligencia, pues, con que actúe el pastor dependerán los resultados que genere el rebaño.
Diligente según el diccionario de la real academia es ser «cuidadoso, exacto y activo». Se aplica a la persona que es cuidadosa y rápida al hacer una cosa. Ser diligente significa ser responsable y asumir con prontitud las obligaciones y compromisos, sin distracciones, evitando la costumbre de diferir (procrastinar) las decisiones. Ser diligente es actuar proactivamente más que reactivamente, con decisión. La diligencia implica también persistencia y enfoque.
Hay dos significados clave en la acción diligente: prontitud y cuidado en la ejecución de algo. El diligente actúa con apremio, determinación, sin dilación, evitando posponer las decisiones; pero también actúa con dedicación, enfoque, atención y esmero en lo que hace.
Esa prontitud y cuidado al ejecutar sus labores se manifiesta en resultados positivos: progreso y prosperidad, en sus emprendimientos. Así lo expresa el rey Salomón: «Mantente al tanto del estado de tus rebaños y entrégate de lleno al cuidado de tus ganados, porque las riquezas no duran para siempre, y tal vez la corona no pase a la próxima generación. Cuando se haya cosechado el heno y aparezca la nueva cosecha y se recojan las hierbas de los montes, tus ovejas proveerán la lana para vestirte, y tus cabras servirán para comprar un campo. Y tendrás suficiente leche de cabra para ti, para tu familia y para tus criadas» (Proverbios 27:23-27. NTV).
Este pasaje no habla de un continuo cuidado de las riquezas, sino más bien del conocimiento de cómo administrarlas para mantenerlas y hacerlas crecer. El diligente construye bienes materiales fruto de su trabajo, hace crecer su hacienda, mientras cuida con diligencia su patrimonio. El diligente obtiene de su trabajo todo lo que necesita para el sostenimiento material de él y su familia. El diligente favorece la previsión, la planificación y el ahorro.
La diligencia y la pereza se contrastan
La pereza, por el contrario, se traduce en una baja disposición al trabajo; negligencia, falta de ganas o disposición para hacer las cosas. Un descuido o tardanza en las acciones.
A diferencia del diligente, el perezoso continuamente deja las cosas para después, posponiendo para más tarde lo que puede hacer en el momento. El perezoso aplaza las responsabilidades. «Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo» (Proverbios 6:9-10).
El perezoso busca excusas para no hacer. Su vida se caracteriza por la postergación y por los pretextos que inventa para no hacer las cosas. «El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará» (Proverbios 20:4). «El perezoso dice: Hay un león en el camino; hay un león en medio de la plaza» (Proverbios 26:13). El perezoso tiene una actitud negativa hacia el trabajo; carece de una adecuada ética y disciplina laboral; termina desperdiciando tiempo y energía. «El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar» (21:25).
El perezoso sueña con llegar a ser y hacer, pero nunca llega a alcanzar sus objetivos. «El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada» (Proverbios 13:4). Mientras que la labor del diligente es prosperada, se traduce en ganancia. «Los proyectos del diligente ciertamente son ventaja…» (Proverbios 21:5a). «La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece» (Proverbios 10:4).
El valor de llevar la cuenta
Aplicable a las labores diarias que realizamos en nuestro moderno mundo, podríamos parafrasear este pasaje (Proverbios 27:23) de la siguiente manera: «El diligente llevará cuentas, tendrá los registros al día y conocerá cómo va su negocio». El control, el seguimiento y la supervisión son elementos necesarios para lograr una gestión efectiva. Un sistema de control de gestión que brinde una retroalimentación sobre el cumplimiento de metas, es fundamental para mejorar el desempeño y obtener los resultados propuestos. La retroalimentación efectiva sobre el desempeño permite hacer los ajustes necesarios para alinear el desempeño con las metas establecidas.
El liderazgo efectivo requiere mejorar la capacidad de ejecución
Ser diligente es accionar con iniciativa y proactividad. Esa actitud de moverse –accionar– abocarse con prontitud y cuidado a las tareas de las que se es responsable, es fundamental para el logro de los resultados positivos. Una de las funciones principales de los líderes es catalizar en el equipo de trabajo, esa disposición diligente.
El liderazgo tiene que ser capaz de movilizar a la acción; de entregar apropiadamente los resultados que se espera. El liderazgo debe ser capaz traducir visiones y metas en realidades: resultados, logros, valor agregado, y no sólo actividad, porque estar ocupado no es sinónimo de ser productivo. La ejecución es el enlace necesario indispensable entre las aspiraciones y los resultados.
De nada sirven los planes sin capacidad de ejecución. La organización puede tener buenas estrategias, pero si la gente no es capaz de ejecutarlas con efectividad, de poco aprovecha. Se requiere del líder y de la empresa/institución de la capacidad para organizarse para la efectividad y el trabajo productivo. Esto implica la capacidad para alinear y direccionar los sistemas, las estructuras, procesos, tecnología y gente hacia objetivos estratégicos.
El líder, para contribuir a la mejora de la capacidad de ejecución de su equipo de trabajo, requiere establecer mediciones que permitan ejercer un monitoreo sobre la ejecución para medir los resultados. Cuando el desempeño se mide, el desempeño mejora. Cuando el desempeño se mide y se informa, el desempeño mejora aún más. Esto nos habla de registro, medición del desempeño y rendición de cuentas. «El diligente llevará cuentas, tendrá los registros al día y conocerá cómo va su negocio» (Proverbios 27:23).
Según el autor S. Covey, un buen sistema de ejecución debe incluir:
Definir con claridad objetivos estratégicos y establecer prioridades.
Establecer una comunicación efectiva que permita que todos conozcan las tareas específicas y necesarias para lograr los objetivos.
Llevar la cuenta o establecer un sistema de registro y medición de los resultados.
Establecer un adecuado proceso de rendición de cuenta que permita generar una oportuna y útil retroalimentación.
Comparación entre diligencia y pereza
Enseñanzas para el liderazgo:
Los líderes diligentes son aquellos que asumen responsablemente y con prontitud las obligaciones y compromisos, sin distracciones, evitando la costumbre de diferir (procrastinar) las decisiones.
Un líder sin diligencia es un líder sin energía. El líder necesita ser activo, cuidadoso y pronto en la ejecución para poder generar influencia en su equipo de trabajo. Los líderes diligentes son personas de acción.
La gestión efectiva requiere establecer mediciones que permitan ejercer un monitoreo sobre la ejecución para medir los resultados. Las organizaciones efectivas llevan un registro del desempeño y los resultados obtenidos.
Las organizaciones exitosas cuentan con sistemas de ejecución que permiten predecir los resultados.
Las organizaciones exitosas practican en forma regular la accountability (rendición de cuentas).
«El liderazgo sin disciplina de ejecución es incompleto e ineficaz. Sin la capacidad de ejecución, todos los demás atributos del liderazgo resultan vacuos» (S. Covey).
Pensamiento: La diligencia tiene la virtud de hacerte prospero. No solo económicamente sino también en tus relaciones, aprendizajes, experiencias y, en general, en todos tus emprendimientos.
Arnoldo Arana
Pastor, psicoterapeuta y escritor
arnoldoarana@hotmail.com