
“Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aún cuando es oportuna (a tiempo)” (Proverbios 15:23. NBD)
“Decir la palabra adecuada en el momento preciso es como manzana de oro servida en bandeja de plata” (Proverbios 25:11. PDT).
“El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos” (Proverbios 17:27. NVI).
“El que responde antes de oír, le es insensatez y deshonra” (Proverbios 18:13).
Todos estos proverbios ponen de manifiesto lo valioso de conversar con sabiduría, prudencia y empatía con nuestros interlocutores. Las conversaciones generan consecuencias, para bien o para mal. Después de una conversación, la relación no queda igual: o crece o decrece. El cómo conversamos, entonces, es fundamental para los resultados que queremos generar en una relación.
LA RELACIÓN ENTRE DOS PERSONAS NO ES MÁS QUE COMUNICACIÓN
Como dos personas conversan es un reflejo de cómo es la relación entre ellos. Cuando la comunicación es honesta, franca y fluida, la relación es nutritiva y edificante. Cuando no hay dialogo la relación se agota. Las conversaciones son como un termómetro que permite medir el clima y estado de la relación. El producto final en cuanto al estado de una relación, es la suma de muchas conversaciones, o la omisión o carencias de ellas; y de cómo (tono, clima, ritmo, intensidad, frecuencia) fueron esas conversaciones.
¿Cómo son tus conversaciones? Nutritivas o conflictivas, profundas o superficiales, genuinas o artificiales /estereotipadas, animadas o protocolares, francas y sinceras o cargadas de mentiras, propia o ajenas a las necesidades de ambos, contextualizadas o descontextualizadas, oportunas o extemporáneas, asertivas o pasivas /agresivas, genéricas o específicas y descriptivas.
Algunas de las características de una conversación efectiva, a la luz de las enseñanzas contenidas en los proverbios del rey Salomón, para que una conversación resulte nutritiva y edificante, son:
La honestidad es fundamental en las conversaciones que se sostiene con familiares, amigos y relacionados. “El rey se complace en las palabras de labios justos; ama a quienes hablan con la verdad” (Proverbios 16:13. NTV). La honestidad deriva en confianza, y sin ésta última es muy difícil crear una atmosfera en la que prospere un intercambio efectivo entre interlocutores.
La precisión y la calidad de la argumentación acompañan a las conversaciones efectivas (mensaje sólido, bien sustentado). Hay gente que habla demasiado, sin cordura ni límites, y sin sentido de lo que dice. Pero la persona sabia emplea pocas y acertadas palabras. “El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido. Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido” (Proverbios 17:27-28).
Las conversaciones efectivas son aquellas que están insertas en unn ambiente de calma. “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor” (Proverbios 15:1). La palabra dicha con consideración del otro, mantiene un tono emocional adecuado para conversar, sin dar lugar al enojo y la exaltación de los ánimos.
La cortesía y la gentileza crean un ambiente psicológico fértil para el entendimiento y la apertura de los interlocutores. “Al que piensa sabiamente, se le llama inteligente; las palabras amables convencen mejor” (Proverbios 16:21. DHH).
Las palabras necesitan adecuarse al contexto, y requieren ser dichas en el momento oportuno. “Es muy grato dar la respuesta adecuada, y más grato aun cuando es oportuna (a tiempo)” (Proverbios 15:23. NBD). En comunicación hay un dicho que reza que el contexto le da sentido al mensaje.
Una conversación real es bidireccional. Implica hablar pero también escuchar, para dar lugar a la retroalimentación. Una conversación unidireccional, no es más que un monologo. El objetivo de una conversación no es, esencialmente, aportar información; sino, fundamentalmente, lograr una conexión y comunión. Por lo tanto, debemos estar abiertos al intercambio de dar y recibir; hablar y escuchar, y evitar monopolizar la conversación, lo cual es una forma de ejercer el poder. Refleja además arrogancia e insensatez. “El que responde antes de oír, le es insensatez y deshonra” (Proverbios 18:13). Y Proverbios 18:2 agrega: “El necio no tiene deseos de aprender; sólo le importa presumir de lo que sabe”. Pero la comunicación tiene que ver tanto con la habilidad de hablar, como también con la habilidad de escuchar. La comunicación es intercambio y retroalimentación. No es aprender solamente cómo expresar las propias ideas y opiniones, sino que implica también aprender a entender los pensamientos y sentimientos del otro, para lo cual se precisa de una escucha activa y empática.
PALABRA ADECUADA EN EL MOMENTO ADECUADO
Especial énfasis se pone en decir “la palabra adecuada en el momento adecuado”, como lo ilustra Proverbios 25:11 (PDT): “Decir la palabra adecuada en el momento preciso es como manzana de oro servida en bandeja de plata”. A veces podemos estropear las cosas por ser impulsivos o demasiado lentos para plantear y conversar de determinados asuntos; por comunicar cosas sin tener la maduración del ambiente psicológico requerido para hacerlo, o por expresar las cosas en forma extemporánea. Al conversar, sobre todo, de asuntos personales o susceptibles de generación de conflicto, necesitamos tener una comprensión más profunda de nuestro interlocutor y su contexto para discernir el tiempo correcto para abordar un asunto.
Hay áreas, que incluso, requieren contar con la autorización explícita o implícita y del consentimiento de nuestro interlocutor para abordarlas, pues pueden resultar invasivas y amenazantes para la persona con la que conversamos. Al conversar se necesita de cierta dosis prudencia. “El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos” (Proverbios 17:27. NVI). Solamente porque puedo ver algo, no significa que lo tenga que decir, porque puede que la persona no está preparada para escucharlo. En ese sentido, podemos mencionar algunas variables interventoras útiles en el contexto de una conversación, tales como la edad, el nivel de conocimiento y habilidades, el grado de experiencia de la persona, entre otros, que pueden hacer que la persona tenga más o menos apertura y conciencia del asunto a tratar.
LAS CONVERSACIONES EXTRAORDINARIAS: UNA FORMA DE AÑADIRLE VALOR A OTROS
La idea es hablar para construir y edificar, resolver e integrar, en vez de hablar para atacar, ofender, enjuiciar, contender, murmurar. Las conversaciones pueden consolidar amistades, resolver malentendidos y conflictos, facilitar una negociación, animar a los fatigados, enriquecer la vida de otros, planear asuntos importantes, favorecer el intercambio de ideas, expresar en forma adecuada sentimientos, obtener consensos, dar seguimiento a asuntos de interés y abrimos a posibilidades futuras. O, por el contrario, generar rencillas, dañar a otras personas, afectar negativamente la reputación de otras personas, entre otras. En ese sentido Salomón nos previene contra las formas negativas de la comunicación: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina” (Proverbios 12:18). “La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades” (Proverbios 15:2. NBD). La pregunta que vale la pena hacerse es: ¿esta conversación añade valor a mí y/o a mi interlocutor?
Hay momentos en que estamos desenfocados, bloqueados, o abatidos por el fracaso, dificultades económicas, enfermedades, problemas familiares; y de repente alguien, a través de una conversación inspiradora, viene a propiciar una nueva perspectiva, que nos saca de ese estado y nos levanta. El llamado es a tener conversaciones inspiradoras, que añadan valor a los otros. Las conversaciones pueden ser un catalizador para la transformación de una persona, grupo u organización.
A muchos de los problemas que tenemos le falta una conversación que agregue valor. A muchos de los problemas en nuestras familias, negocios, etcétera le faltan conversaciones. Toma, entonces, la decisión de escoger una de las conversaciones pendientes con alguien de tu equipo que está desmotivado, con un jefe que es difícil de sobrellevar, con un amigo que sabes que está metido en problemas, con un hermano o padre /madre del que no sabes nada porque dejaste de hablarle hace años, con un hijo que se siente incomprendido o actúa en forma rebelde, o con alguien con el que te resulta difícil convivir o negociar, y transfórmala en una conversación inspiradora y habilitadora que agregue valor para tu vida y la vida de esa persona.
NUESTRAS CONVERSACIONES: UNA FUENTE PARA EL AUTOCONOCIMIENTO
¿Qué revelan de ti las conversaciones que tienes? Conversamos desde lo que somos. Al respecto comenta Virginia Satir que hay una relación entre la forma de comunicación de una persona y su nivel de autoestima. Según han sido nuestras experiencias y aprendizajes, nos comunicamos. Conforme a nuestro carácter hablamos. “La lengua de los sabios destila conocimiento; la boca de los necios escupe necedades” (Proverbios 15:2. NBD). “De la boca del necio brota arrogancia; los labios del sabio son su propia protección” (Proverbios 14:3. NBD). Las palabras revelan quien uno es. Necesitamos, entonces, ser más conscientes sobre qué y cómo estamos conversando.
Enseñanzas para el liderazgo:
La calidad de tu liderazgo, depende de la calidad de tus conversaciones.
La comunicación efectiva no es automática, requiere ser trabajada. Se requiere cultivar la relación. Las conversaciones son tan buenas como buenas son las relaciones. Se requiere, además, desarrollar algunas habilidades comunicacionales y asertivas, como escuchar activamente, nos hacer juicios de valor, ser empáticos, entre otras.
Una conversación efectiva supone reconocer al otro. No es suponer el punto de vista, no es atacar, no es juego de indirectas, no es sermonear ni aconsejar. No es atacar, ni dominar el tiempo de conversación. En una buena conversación no hay ganadores ni vencidos.
Donde no hay argumentación adecuada -la palabra adecuada- ni empatía, lo que ocurre es un desgaste de la relación y conflicto.
Las conversaciones efectivas tienen que ver más con el nosotros que el yo. No son monólogos que transcurren en una sola dirección, sino que son bidireccionales.
Pensamiento: ¿Cómo es el tono y ritmo que le impones a tus conversaciones?
Arnoldo Arana
Pastor, psicoterapeuta y escritor
arnoldoarana@hotmail.com