De nada sirve seguir celebrando fechas religiosas si no hay un cambio profundo en nuestra vida. Que sea capaz de transformar nuestra sociedad

Más allá de las fechas establecidas por la religión estructurada. ¿Será apropiado llamar semana santa a esta semana del año? Eso implica que las demás semanas del año no son santas y no requieren ninguna devoción especial por parte de la feligresía de la religión que estableció esta fecha como santa.
¿Pero qué celebramos en esta fecha?
¿Qué tiene de santa la ejecución de un inocente por medio de un juicio falso, ejecutado por la hegemonía político religiosa de la época?
¿Qué nos recuerda este hecho, más allá del dogma religioso de quienes hoy se dan golpes de pecho, por el dantesco asesinato ejecutado por sus antepasados?
La respuesta es muy evidente; no hemos aprendido absolutamente nada del mensaje de amor incondicional que nos entregó Jesucristo antes de ser asesinado por su propio pueblo, por el delito de ir en contra de los intereses político-religiosos de la época.
Jesucristo corrió con la misma suerte que corren todos los que disienten de la versión oficial establecida por la élite gobernante. Primero son ridiculizados, luego son perseguidos y finalmente son eliminados.
No tengo la menor duda de que si Dios enviara a otro mensajero como Jesucristo en nuestros días, le pasaría exactamente lo mismo o algo mucho peor de lo que le pasó a Jesucristo en el pasado.
Esto no es celebrable de ninguna forma. El recordar la injusticia hecha tampoco sirve de nada, a menos, claro, que eso produzca una profunda reflexión que nos motive a cambiar nuestra manera de pensar, a fin de que hechos tan repudiables como estos no sigan sucediendo en nuestro mundo.
Pero esto no pasa en la realidad. La mal llamada semana santa pasa y nada cambia, todo sigue igual o peor cada día, en un mundo que sigue siendo manipulado por la hegemonía del poder político-religioso en la actualidad.
Se siguen matando a los inocentes, ante la mirada indiferente de la mayoría, por una razón fundamental, tenemos muchas religiones estructuradas; de hecho, hay miles de religiones, pero seguimos ignorando por completo el objeto del mensaje de Jesucristo.
“Ama a Dios con todo tu ser y a tu prójimo como a ti mismo” Él lo resumió todo en esta declaración, pero la sociedad de consumo actual es motivada por el dinero y no por el amor.
La última oración de Jesús al padre creador de todo lo que es, antes de abandonar nuestra realidad fue: “Ayúdalos a comprender, que así como tú y yo somos uno, ellos también son uno con nosotros”.
En otras palabras; en Dios no existe ni división ni separación, eso solo existe en la programación mental con la que la hegemonía político-religiosa manipula a la humanidad desde siempre.
Todo lo que le hacemos a otros, nos lo hacemos a nosotros mismos. Todo lo que le damos a otros, nos lo damos a nosotros mismos. Todo lo que le negamos a otros, nos lo negamos a nosotros mismos. Todo lo que le quitamos a otros, nos lo quitamos a nosotros mismos.
Somos uno con Dios y con todo lo creado, de esta verdad surgió la regla de oro que nos entregó Jesús: “Todo lo que quieras que los demás hagan contigo, hazlo tu con ellos”. En otras palabras; no le hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.
Esta es la única forma de entender lo que quería decir Jesús a sus discípulos cuando les dijo: “Amén a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen y oren por aquellos que los persiguen”. Jesús vivió todos los días de su vida haciendo esto. Él es la manifestación tangible del amor incondicional del Padre. Él es el modelo a seguir.
De nada sirve seguir celebrando fechas religiosas si no hay un cambio profundo en nuestra vida. Que sea capaz de transformar nuestra sociedad.
Eso no ocurrirá por vía de un cambio político o religioso, sino por un cambio de consciencia radical. Un despertar de consciencia a la realidad de quién eres en Dios, más allá de los conceptos y las ideologías del sistema que hoy esclaviza a la humanidad.
No se trata de la reparación del sistema, sino del inicio de un nuevo sistema, que esté motivado por el amor incondicional y no por el dinero, como lo es en la actualidad.
Obviamente las religiones fracasaron por completo. Hoy hay más religiones en el mundo que nunca antes en la historia, pero eso no ha detenido y mucho menos; revertido la aberrante descomposición social que hoy destruye a la velocidad de la luz, los valores y principios que sostenían nuestra sociedad.
La misma hegemonía político-religiosa que planificó y ejecutó la muerte de Jesucristo en el pasado, sigue pisoteando hoy el mensaje que Jesucristo le entregó a la humanidad.
No necesitamos el retorno del Mesías ni la creación de una religión mundial que los incluya a todos para arreglar nuestra sociedad, lo que realmente necesitamos, es arreglarlo todo con el mensaje que ya nos entregó Jesucristo.
La respuesta a todo lo que necesita la humanidad es el amor, nada más ni nada menos.
Necesitamos accionar desde nuestra esencia original espiritual (el amor) eligiendo ser nuestra mejor versión cada día, amando incondicionalmente a nuestro prójimo, dando lo mejor de cada uno de nosotros siempre, solo así lograremos transformar nuestra vida, para juntos construir una nueva y mejor realidad para todos.
El mundo no necesita una religión, el mundo te necesita a ti siendo uno con Dios y todo lo creado, fluyendo en tu vida desde el amor.
Dios es amor, tú eres amor, fuiste creado por el amor, en amor y para amar, esa es tu naturaleza espiritual, esa es tu esencia. Todo lo demás es la programación mental con la que te programaron desde tu nacimiento.
No hay nada más allá del amor, ese es el camino, la verdad y la vida de la que habló Jesucristo. Él nos pidió que de la misma forma como Él nos amó, así nos amarramos los unos a los otros.
Entender esto, nos llevará más allá de una semana santa a vivir una vida santa.
Miguel Ángel León R.
Apóstol, psicólogo y escritor