Muchos festejaron y la mayoría de los venezolanos (muchos cristianos incluidos) resaltaron el acto cívico, pero poco reconocieron la mano poderosa que produjo tales resultados. La mayoría atribuyó la impactante victoria de la oposición a la grave crisis nacional y a los desatinos del Gobierno; pero lo que pocos pudieron ver fue el propósito divino tras los resultados. ¿Cuántos le dieron la gloria a Dios por lo sucedido el 6D?, relativamente poca gente.
Fue el Señor que produjo estos resultados, no solo por la crisis actual y la actitud soberbia del Gobierno, sino por todo lo que se está moviendo en el mundo espiritual venezolano. Aunque la Iglesia inició grandes cruzadas de oración y clamor a Dios para que el 6D fuera claro y pacífico, el venezolano en general no ha querido darse cuenta del verdadero problema nacional.
El país se ha sumido en las prácticas de brujería y santería, llegando muchos políticos al extremo de pactar a nuestra nación con el mismo diablo; por otro lado, la idolatría a personalidades del acontecer nacional y a las imágenes, trajeron como resultado la división, escasez, hambre, miseria, hampa desbordada, violencia y muertes en ascenso. La Biblia enseña que cuando una nación cae tan bajo, el juicio divino sobreviene debido a que el hombre decide a quién adora y sirve; si adora al diablo y su sistema pecaminoso éste cobra con destrucción y muerte, pero si vuelve su rostro a Cristo en arrepentimiento el Señor tendrá misericordia de él y de la nación.
Con este lastre llegamos a 2016. Se instaló la Asamblea Nacional, pero inmediatamente han aflorado los enfrentamientos y la intolerancia entre hermanos, hijos de una misma tierra. Esto nos hace rememorar todas las palabras proféticas dadas por Dios a sus profetas en la Iglesia, donde se nos alertó que estas cosas vendrían y que solo un arrepentimiento nacional genuino podría detenerlo; sin embargo, ¿qué vemos hoy?, todo lo contrario.
Dios no desea que el hombre se pierda, sino que se arrepienta; los males no los produce el Señor, sino Satanás por causa de que el hombre prefiere obedecer, adorar y servir a este antes que a Dios; «no se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra. Los que viven solo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte; pero los que viven para agradar al Espíritu [Santo], del Espíritu, cosecharán vida eterna» (Gálatas 6:7-8. NTV).
Sobre Venezuela pesan profecías dadas por Dios desde 1983 hasta la fecha, son alertas del Señor para que cambiemos nuestro corazón y conducta, y no solo de preferencia política. Dios nos ha advertido que vendrá, si no hay un arrepentimiento genuino, la siguiente cosecha: hambre, problemas económicos y mayor inflación, enfrentamientos entre hermanos con saldos alarmantes de heridos y muertos, manifestaciones y saqueos, persecuciones y opresión para el pueblo de Dios. El Señor hará nacer una Nueva Venezuela, sí, pero nosotros decidimos cómo deseamos que sea el parto; si la nación se vuelve a Dios será menos traumático, mas si persiste la soberbia y dureza de corazón (actitudes meramente satánicas), las consecuencias lamentables no se harán esperar.
Todo eso será este año. El 2016 viene signado por el cambio producido por Dios, que lo entiendan nuestros políticos, pues no será solo un cambio institucional, sino espiritual. Dios erradicará de Venezuela todo lo que Satanás ha sembrado en ella estos últimos años. Jesucristo es el Señor de Venezuela y eso se establecerá públicamente y será notorio a todas las naciones de la tierra; la gloria del Señor ondeará sobre esta nación y el avivamiento espiritual de la verdad, la paz, la justicia y la luz del Evangelio tomará nuestro país.
Eso es lo que Dios quiere. Eso es lo que Él ha profetizado. Detrás del sacudón traumático vendrá la paz… La paz que solo Jesucristo puede dar. ¡Ése es tu futuro Venezuela…! Ése el futuro de aquellos que hagan a Cristo Jesús el Señor y Salvador de su vida.
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@GeorgesDoumat