(Agencias/ VyV – Redacción).-
Septiembre parece haber sido un mes algo movido para las cárceles venezolanas. Varios sucesos, que lamentablemente no dejan de ser cotidianos, han ocurrido y han sido noticia en el país. El mes inició con un incendio en el Internado Judicial del estado Carabobo, conocido como cárcel de Tocuyito, que tuvo un saldo de 16 fallecidos y 17 heridos. El incendio se registró en el pabellón J1 del Internado. Se dijo que el incendio se originó por un cortocircuito.
Mala alimentación
Por otra parte, la alimentación de los presos se ha visto afectada según declaró la ONG «Una ventana para la libertad», los reos se están alimentando de gatos. Los mismos reclusos y algunos familiares informaron a esta ONG de la situación, quienes aseguran que tienen videos donde se puede ver cómo cocinan a estos animales en el Centro Penitenciario Metropolitano Yare 3.
Familiares de la Comunidad Penitenciaria Fénix en Lara, expresaron que, a través de un comunicado, las autoridades del recinto penitenciario les indicaron que el Estado no podía seguir aportando los alimentos, por lo que ellos no debían encargarse.
Denuncias similares se han recibido desde los Internados Judiciales Rodeo I, II III, INOF y otras, donde además de la falta de comida, los privados de libertad informan que son maltratados con bates, cadenas, paños mojados, entre otros.
Hacinamiento
No solo durante este mes se ha reportado hacinamiento en las cárceles, sino durante todo el año. El problema del hacinamiento es la insalubre calidad de vida que se da a los presos. Hay cientos de personas más de lo considerado para guardar.
Y es que esta situación ocurre en las cárceles, penitenciarios, cuarteles, comando policiales y en cada nivel de reclusorio.
¿Qué produce el hacinamiento? Produce que se fuguen los presos, así como sucedió en este pasado septiembre, cuando 43 presos abrieron huecos en las paredes de los calabozos y escaparon. Esto se suma a los 102 que ya se habían contabilizado extraoficialmente hasta julio, de diferentes sedes penitenciarias del país. También produce motines donde por la misma cantidad de presos, se hieren y hasta ocasionan la muerte a terceros.
¿Disciplina o maltrato?
Las cárceles son lugares diseñados para disciplinar a las personas que han hecho algún mal conforme a las leyes. Su diseño original, no era violentar sus vidas, maltratarlos ni terminar por convertir a estos hombres y mujeres en delincuentes por excelencia, sino todo lo contrario.
La disciplina para ellos, era la de aislarlos para que entendieran que habían cometido un error y en ese tiempo de reclusión, debían ser restaurados para luego ser reinsertados en la sociedad como nuevas personas. La realidad es otra, entran a las cárceles para ser restaurados y cuando salen, acumulan mayores traumas y rencor por el trato recibido.
Para cambiar esta situación, la Iglesia de Cristo ha hecho acto de presencia en los diferentes penales, con la intención de ayudarlos a cambiar su manera de pensar a través del perdón, amor y reconciliación con Dios, por medio de Jesucristo, único camino para llegar al Padre Celestial.
Dios manda a visitar y cuidar de los presos y esa es la intención de los cristianos que con el amor del Señor, visitan las cárceles del país, lugar donde muchos presos han decidido, tomar la oportunidad de una nueva vida, de ser restaurados por Dios y de salir para hacer un cambio en la sociedad.
Es lamentable ver cómo aquellos que quieren ayudar a mejorar la condición de vida de los presos, son también maltratados en las cárceles, si es que acaso se les permite la entrada, pues desde hace más de un año, los cristianos no pueden entrar y predicar el mensaje de salvación con libertad en los reclusorios de este país.
La Iglesia de Cristo continuará haciendo su trabajo de llevar las Buenas Nuevas de salvación y de reconciliar a los hombres con Dios. Pues es fiel y garante del cumplimiento de la Palabra del Señor, que dice: «Acuérdense de los presos, como si ustedes mismos estuvieran presos con ellos, y también de los que son maltratados, como si ustedes mismos fueran los que sufren» (Hebreos 13:3).