(Agencias – Verdad y Vida).-
Medios nacionales e internacionales recientemente reseñaron la espantosa noticia del caso de canibalismo dentro de los calabozos en una cárcel venezolana, ubicada en el estado Táchira.
El padre de la víctima, Carlos Herrera, aseguró que su hijo Juan Herrera, fue asesinado durante un motín y toma de rehenes en el Cuartel de Prisiones de Politáchira, descuartizado y entregado como comida al resto de los reclusos.
Herrera dijo que no solo se trató de su hijo, sino que al menos dos personas más fueron asesinadas de la misma forma.
A la fecha de cierre, la ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, no ha dado mayores declaraciones al respecto, pero sí aseguró que no hay pranes en las cárceles venezolanas, especialmente en dicho cuartel.
Consecuencias
Esta situación, entre muchas otras que suceden en las cárceles de Venezuela, son la consecuencia de que las autoridades no permiten que la Palabra de Dios llegue a los reclusos. Desde hace varios años, la labor que la Iglesia de Cristo hacía en los diferentes reclusorios, fue prohibida, por lo que la restauración, no solo física, sino espiritual de los presos, fue dejada a la merced de la maldad que impera en esos lugares.
Las cárceles deben ser un lugar donde las personas entiendan que han cometido una fechoría y que deben ser disciplinadas por ello, pero no un lugar donde les acentúan el infierno que ya viven. Es sumamente importante permitir que se les hable a esas personas sobre el amor de Dios, el poder del genuino arrepentimiento y perdón, para que al salir, sean nuevas mentes y corazones dispuestos a luchar por la sociedad que una vez atacaron.
Los hombres, por causa de la desobediencia y por dejar de un lado al Señor, han permitido que la maldad y sus propios pecados los consuman, de allí que no haya remordimiento al matar, descuartizar y comerse a otro ser humano, cuya vida fue dada por el Creador, pues «el Señor da la vida, y la quita» (1° Samuel 2:6 RVC)
Pero aunque estas cosas sucedan, quien decida dejar atrás todo y abrir su corazón a Jesucristo y hacerlo su Señor y Salvador, dice la Palabra que «si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1ª Juan 1:9.RVC), así encontrarán salvación y vida eterna en Cristo Jesús.◄