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“El Chávez nuestro”

(Orlando Anzola Aguilar – Director del Ministerio Profético “Despiértate tú que duermes”).-

María Estrella Uribe, delegada electa de las UBCH en el estado Táchira, fue escogida para hacer la «oración del delegado» en el taller para el diseño del Sistema de Formación del PSUV en las instalaciones del Teatro Teresa Carreño el 1 de septiembre de este año. La delegada expresó que la oración es de su inspiración, la cual llamó: «El Padre Nuestro a Chávez»; pero según el Presidente de la República, Nicolás Maduro: «…la señora Uribe lo que hizo fue leer un poema del venezolano Williams Osuna, utilizando una técnica expresiva de la poesía, que ya otros premios Nobel habían utilizado para cantarle a los héroes de la patria». Igualmente, el Presidente comparó el poema de la delegada María Estrella Uribe con otras obras escritas por el guatemalteco Miguel Ángel Asturias o por el chileno Pablo Neruda, que hicieron versiones de oraciones católicas; todo esto lo expresó durante la instalación de las Bases de Misiones Socialistas en el Estado Carabobo, el jueves 4 de septiembre.
Esta oración, que muchos la han llamado «El Chávez Nuestro», ha generado una gran polémica nacional y diversas manifestaciones a través de los medios de comunicación social; a tal punto, que la señora Uribe aclaró, a través de un medio de comunicación, que en ningún momento su intención fue ofender a la Iglesia Católica ni a los cristianos, y contó que su trayectoria como revolucionaria se remonta mucho antes que Chávez, quien representó con su «por ahora» un renacer para ella en su militancia.
En torno a esto, surgieron diferentes opiniones muy conocidas, a las cuales haré referencia de manera parcial: «El «Padre Nuestro», la oración por excelencia de los cristianos del mundo entero», «una nueva versión de la oración más universal del cristianismo, esta oración es intocable, los símbolos, oraciones y elementos religiosos católicos se deben respetar, se está cometiendo el pecado de idolatría», «Padre Nuestro hay uno solo», «es una blasfemia», «una profanación», «una burla», «El Chávez nuestro es poesía del pueblo creador de Venezuela», «el gobierno nacional ha sustituido la versión católica del Padre nuestro por la de la autora María Estrella Uribe», «mi oración es la expresión de mi humanismo y de un despertar de una «musa cultural»»; y muchas otras más.
Cada una de estas opiniones expresan una parte de la verdad; pero, realmente, ¿a quién pertenece esta oración del «Padre Nuestro»? Nada menos y nada más que a nuestro Señor Jesucristo, quien la enseñó a muchos de sus discípulos en el Sermón del Monte (Mateo 5:1-2 y Mateo 6:9-13). Por ello, de manera clara y categórica, queremos señalar que la oración del «Padre Nuestro» no pertenece a ninguna religión en particular, sea cristiana o no, como tampoco nadie puede apropiarse de ella. El único dueño de esa oración es el Padre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo; por lo tanto, el Dios vivo y verdadero es el dueño absoluto de la oración del «Padre Nuestro».
Adentrándonos al fondo de lo que se ha originado con esta oración —sea inspirada por la delegada o por el poeta Williams Osuna—, como ésta señaló, ella ora al Padre nuestro que todos conocen; así que seguirá orando su «Padre Nuestro Chavista», lo cual no es otra cosa que el ejercicio de lo que recibió desde muy niña, su formación católica y, luego que conoció al ex presidente Hugo Chávez Frías, se unió a él, recibió sus enseñanzas, aprendió a amarle y a confiar plenamente en él, hasta que fallece el 5 de Marzo de 2013. Por esta razón, ella sabe muy bien que Chávez ya no está en el mundo de los vivos, aquí en la tierra, sino que se fue a otro lugar. Ahora, va a realizar lo que la mayoría de los venezolanos practica: «El culto a los muertos». No importando la religión que se profese o el sistema de creencias que se tenga, sea ateo o materialista, se le rinde tributo, reconocimiento a los muertos; familiares o no. Esto es lo que el estudioso e investigador Francisco Franco llamó: «El Culto a Los Muertos Milagrosos en Venezuela» Estudio Etnohistórico y Etnológico (Noción Popular sobre los llamados «Muertos Milagrosos Venezolanos», que designa a aquellas personas que luego de su muerte hacen favores y milagros a los vivos).
El culto doméstico, culto a los ancestros o culto a los antepasados, es una práctica piadosa, común a varias religiones del mundo, basada en la creencia de que los miembros de la familia que han muerto tienen una nueva existencia, se interesan por los asuntos del mundo y poseen la habilidad de influir en la suerte de los vivos. Todas las culturas le dan su significado ritual a la muerte de los seres queridos. Esto es una práctica universal. Podemos decir que la práctica religiosa de honrar a los difuntos, y la costumbre de celebrar un día de culto a los espíritus de los antepasados es tan antigua como la humanidad (Venezuela celebra el día de los muertos el 2 de noviembre de cada año). La historia antigua nos habla del culto a los muertos en Mesopotamia, Asiria, Fenicia, Egipto, los Medos y los Persas, el culto a los muertos de los Griegos, Romanos, Españoles, el culto a los muertos de los Incas, los Mayas y los Aztecas, y el culto a los muertos en Mesoamérica.
La delegada lo que hizo fue resaltar la figura de otro venezolano que murió y ya se encuentra en los altares, donde se le rinde culto a los muertos. Un famoso programa de televisión, llamado «Volver a Ti» (anteriormente denominado «Un Ángel que habla con los muertos»), muestra claramente la idiosincrasia del venezolano y su sistema de creencias en el culto a los muertos. Ahora, surgen unas preguntas interesantes, tales como: ¿Pueden los muertos guiar a los vivos? ¿Pueden los muertos revelarles algo a los vivos? ¿Tienen los muertos capacidad de resolver los problemas a los vivos? ¿Realmente los muertos son los que hablan a los vivos? Cuando los vivos le hacen peticiones a los que han muerto, ¿son ellos los que responden?
Todas estas preguntas tienen una respuesta muy clara y contundente en la Biblia, la gloriosa palabra del Dios vivo y verdadero. Veamos algunos pasajes bíblicos: «Cuando entres a la tierra que el Señor tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quién practique adivinación, ni agorero, ni sortílego ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Señor tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante del Señor tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto el Señor tu Dios» (Deuteronomio 18, versículos 9 al 14). «No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo el Señor vuestro Dios» (Levítico 19, verso 31). «Y el hombre o la mujer que evocare (llamar, hacer aparecer) espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos» (Levítico 20, versículo 27). «Mas el hombre morirá, y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde estará él?». «Así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo, no despertarán, ni se levantarán de su sueño». «Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?…» (Job 14, versos 10, 12 y 14). «No alabarán los muertos al Señor, ni cuantos descienden al silencio» (Salmos 115, verso 17). «…Me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos» (Salmos 143, verso 3). «No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos» (Salmos 146, versos 3 y 4). «El hombre que se aparta del camino de la sabiduría vendrá a parar en la compañía de los muertos» (Proverbios 21, verso 16). «Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol» (Eclesiastés 9, versículos 5 y 6). «Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?» (Isaías 8, verso 19). «Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo» (Lamentaciones 3, verso 6). «Asimismo destruiré de tu mano las hechicerías, y no se hallarán en ti agoreros. Y haré destruir tus esculturas y tus imágenes de en medio de ti, y nunca más te inclinarás a la obra de tus manos» (Miqueas 5, versos 12 y 13). «Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando». «Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora» (Hechos 16, versos 16 y 18). «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9, verso 27). «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres…» (1ª Timoteo 2, verso 5).
Todos estos pasajes bíblicos enseñan claramente lo siguiente: 1.- Que el Dios único, vivo, verdadero, santo, bueno, recto, sabio, inteligente, misericordioso, apartado del mal y todopoderoso; está en contra, aborrece y rechaza la consulta con los muertos. 2.- Son enjuiciados por Dios y castigados con la muerte todos los que tienen esta práctica. 3.- Todo ser humano que muere en esta tierra va a un lugar lejos de este mundo y no puede salir para comunicarse con los seres vivos que vivimos en la tierra. 4.- Los que han muerto nada saben de lo que sucede en esta tierra y los vivos no se pueden comunicar ni hablar con ellos. Entonces, surge la pregunta obligada: ¿con quién o quienes hablan los que consultan a los muertos?
Para los que vivimos en la tierra, éste es un terreno desconocido, lo que se conoce como el mundo espiritual e invisible, lo que muchos llaman el más allá, el mundo de los espíritus. Veamos lo que nos dice en su palabra, la Biblia, el Dios vivo y verdadero, que habita en luz inaccesible y que ningún ser humano ha visto: «Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él».
«…¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo» (Apocalipsis, versículos 7, 8, 9 y 12). Este ser angelical, querubín grande protector, que la Palabra de Dios le da diferentes nombres, tales como: Satanás, diablo, tentador, engañador, padre de mentira, dios de este siglo, príncipe de este mundo, ladrón, homicida, león rugiente, serpiente antigua, astuto, ángel de luz; dependiendo de la obra maligna que realiza, ha organizado a los millones de ángeles que se rebelaron contra Dios en un gigantesco y muy bien estructurado ejército con sus respectivos grados jerárquicos, a saber: Principados, Potestades, Gobernadores de las tinieblas, Huestes espirituales de maldad en las regiones celestes; y están esparcidos por todo el globo de la tierra al servicio total de Satanás, quien es su máxima autoridad. «Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo…» (Apocalipsis 16:13-14).
De esta manera, queda suficientemente demostrado que los vivos no se pueden comunicar con los que han muerto, ni los muertos tampoco pueden hablarle a los vivos, ya que los enviaron a un lugar lejos de la tierra; sea al paraíso o tercer cielo, o al infierno o lugar de tormento, y no pueden salir de allí. Los que se manifiestan para engañar a los vivos son los demonios o seres angelicales que le sirven a Satanás. (Apocalipsis 12:3-12; Job 1:6-12; Mateo 4:10; Lucas 10:18; Mateo 4:11; 13:39; Lucas 4:2; 2ª Corintios 11:3; Juan 8:44; 2ª Corintios 4:6; Juan 12:31; Juan 10:10; 1ª de Pedro 5:8; Apocalipsis 20:2; 2ª Corintios 22:3; 2ª Corintios 11:14; 2ª Corintios 10:20-22).

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