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El destino del dinero malhabido

(Fernando Alexis Jiménez – Pastor).-

Un día cualquiera abandonó el barrio en el que se crió.  Una verdadera sorpresa para todos. No lo esperaban. Es que todavía tenían vivas en su memoria las imágenes de los juegos de fútbol en las tardes, las escapadas para ir a nadar en un lago cercano y escondido entre la maleza y las ocasiones -que no perdía- de escapar de clases para dedicarse a deambular por todos los rincones de la ciudad.
—Ese muchacho es muy loco —decía su abuela mientras se mecía en una silla, viendo pasar la gente por la avenida principal. —No le preocupa nada—, se lamentaba.
Él en cambio asumía los regaños con risas. Antes que incomodarle, despertaban en su corazón la íntima e intensa sensación de quien ha sido sorprendido en una bribonada y aún así sabe que tendrá una nueva oportunidad.
Pero así como creció, aumentaron sus incursiones a la ciudad. Iba temprano, llegaba tarde. Mejoró su forma de vestir, literalmente reconstruyó la casa paterna y hasta hablaba de cuenta bancaria, idioma que para la precariedad de quienes habitaban aquella zona urbana, era casi prohibido, procaz, utópico.
Y las escenas guardadas en el baúl de sus recuerdos volvieron a cobrar fuerza cuando se levantó tremendo alboroto. ¿La razón? Lo habían encontrado muerto, a las afueras de la ciudad. Allí fue cuando se descubrió todo. Era traficante en menor escala. Un verdadero hampón.

La ambición destruye
Con más intensidad hoy que ayer, la ambición de conseguir solidez económica lleva al hombre a cometer toda suerte de locuras. El afán es tener dinero y poder así satisfacer las necesidades creadas por una sociedad mercantilista y de consumo.
La mayor ambición del muchacho era tener una motocicleta, y días antes de su asesinato la compró, de las más caras; de nada sirvió. Él ahora está muerto.
En las Escrituras encontramos una advertencia que debemos tener en cuenta: «El dinero malhabido no aprovecha; la honradez salva de la muerte» (Proverbios 10:2. Santa Biblia, la Palabra de Dios para todos).
Es probable que usted se encuentre tentado a enriquecerse a como de lugar. Considera que es fácil con los métodos y alternativas que ofrece el mundo sin Dios y sin ley de nuestro tiempo. Sin embargo, ¿es eso lo que espera nuestro Creador? Sin duda que no. Él espera que tengamos solidez económica, pero a su manera, no a la manera que plantea el mundo…
No deje pasar este día sin tomar la mejor decisión de su vida: recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida. ¡Su existencia será transformada!
fernando@adorador.com

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