[quote arrow=»yes»]El Evangelio fue muy bien recibido. Musulmanes que bajo circunstancias normales, jamás escucharían hablar de Jesús, estaban hambrientos por aprender más de Cristo[/quote]
(Christian Aid Mission – Verdad y Vida).-
Las prisiones en Mali están siendo trastornadas por el poder del Evangelio. Tanto hombres como mujeres están siendo alcanzados por un ministerio evangelístico indígena, que a pesar de las dificultades y riesgos, predica el evangelio entre los musulmanes que están presos.
Se conoció el caso de una mujer musulmana presa en Mali que no quería decir públicamente el crimen que había cometido. Muchas de las mujeres en la cárcel han sido condenadas por infanticidio.
Como muchas de las mujeres en esta prisión ubicada en las afueras de la capital Bamako, Aissata (cuya verdadera identidad se reserva por su seguridad), estaba avergonzada de confesar cómo había terminado en prisión. La desesperación comúnmente lleva a las mujeres de muy bajos recursos a la prostitución, pero muchas de las prostitutas que están presas, no están ahí por vender su cuerpo, sino por matar a las vidas producto de los encuentros con sus clientes.
Otras mujeres han sido condenadas y encarceladas por infanticidio, por dar a luz a bebés que murieron en sus vientres, mientras que otras son encerradas por dar a luz a bebés fuera de su matrimonio. En la cárcel ellas viven la tortura de ser recordadas por mantener su silencio con un mural pintado que muestra la silueta de una mujer con un dedo en la boca. Esto significa que las mujeres en Mali deben mantener silencio o por el contrario, enfrentar las consecuencias.
Es por ello que Aissata se veía obligada a guardar su secreto, no podía tomar el riesgo de exponer su crimen a los musulmanes suníes, que suman más del 90 % del país, muchos de ellos también son animistas y la acusarían de desatar la ira de los espíritus y ancestros por sus actos.
Esperanza para aissata
A principios de año, Aissata conoció a alguien en quien podía confiar, un misionero indígena que la visitó a ella y a otras 70 mujeres adultas y menores de edad entre el Correccional Bollé y el Centro de Rehabilitación para mujeres y niñas. Ella escuchó que el evangelista hablaba de la sorprendente muerte de Cristo en la cruz por los pecados del mundo. Si ella se atrevió a creer en que Jesús tenía el poder para soportar y cumplir con esa misión como el Hijo de Dios, no dijo nada al respecto en ese momento.
Aissata tomó la Biblia que el misionero le ofreció y atesoró el mensaje de salvación en su corazón. Comenzó a creer y tener fe, pero se sentía atrapada en una pecera, donde hablar de cosas contrarias al Islam podía hacer su vida aún más miserable, así que mantuvo su fe en silencio.
«Ellas forman parte de la comunidad musulmana en prisión y tienen miedo de expresar su nueva fe y obediencia al evangelio del Señor públicamente», explicó el director del ministerio evangelístico indígena. «Algunas tienen esperanza de que cuando sean liberadas de prisión, puedan expresar abiertamente su decisión», agregó.
Los prisioneros en Mali usualmente viajan a diferentes partes del país luego de ser liberados y las oportunidades de los oficiales de hacerles un seguimiento son escasas, por ello, cuando Aissata salió de prisión, tomó la iniciativa de buscar al misionero.
«La joven recibió el evangelio y mantuvo su fe mientras estuvo en prisión», dijo el líder del ministerio evangelístico. «Después de salir de prisión, buscó contactarnos y nos encontramos con ella para conocerla mejor. Desde ese momento, continuamos enseñándole la Palabra de Dios, se bautizó como reafirmación de su fe y la remitimos a una iglesia cristiana donde pueda crecer y edificarse», señaló.
Oscura, maloliente y sucia
El Correccional Bollé es una de las pocas prisiones que también alberga a mujeres en Mali. Tras un viaje de cuatro horas hasta Segou, donde está la prisión, los misioneros indígenas solo se encontraron con que había siete mujeres entre los 115 prisioneros.
Como muchas de las prisiones en Mali, la cárcel de Segou es oscura y maloliente, y está construida sobre pisos de tierra. Casi no hay medidas sanitarias, si alguno de los presos tiene jabón y productos de higiene personal es porque sus familiares se los proveen, si es que alguno de ellos tiene el tiempo y la voluntad de llevarles algo.
Dicen que las muertes por causas naturales en las cárceles de Mali son principalmente por las condiciones poco sanitarias, mala nutrición, hacinamiento y falta de atención médica y agua potable.
En su labor de ayudar a los presos, el ministerio indígena llevó productos de limpieza, jabón y demás artículos de higiene, los cuales fueron vistos como gemas preciosas. Las mallas para mosquitos y bolsas de dormir también fueron recibidas afectuosamente.
El Evangelio también fue muy bien recibido. Musulmanes que bajo circunstancias normales, jamás escucharían hablar de Jesús, estaban hambrientos por aprender más de Cristo en esa prisión. Después de que el equipo de misioneros hablara del amor de Dios, el guardia y comisionado de la prisión les agradecieron su visita y les aseguraron que sus palabras estarían atesoradas en sus corazones.
«El gozo era notorio en la prisión, ellos apreciaron el mensaje del evangelio y nuestro consejo sobre mantener sus instalaciones limpias y un mejor ambiente, más higiénico», dijo el líder del ministerio. «Al final les entregamos unas Biblias traducidas al francés, al punto de que se nos agotaron porque muchos otros querían una. Algunas querían Biblias traducidas al Bambara, el lenguaje que pueden leer y entender con más facilidad», informó.
Una labor que trasciende
Un oficial regional acompaña al equipo del ministerio y monitorea las visitas, los oficiales de la prisión les dan un poco de tiempo para que se reúnan y hablen con los presos. Así que los misioneros no pierden tiempo para proclamar a Cristo. Luego les dan un tiempo para que tanto los oficiales como los presos, respondan al mensaje.
«Primero dejamos que los prisioneros hablen, luego los oficiales, de esa manera podemos saber qué tanto les ha impactado el mensaje que les llevamos», explicó el director del ministerio.
«En sus testimonios, los prisionero siempre expresan su deseo de tener una Biblia traducida al francés o Bambara. Así que entendemos que su deseo de corazón es seguir aprendiendo y viviendo el evangelio de Cristo», concluyó el misionero.◄