El propósito de Dios va más allá de nuestros propios planes o metas personales, las cuales claro que es bueno tenerlas, pero solamente si la meta final es llevar las Buenas Noticias de salvación

Propósito, una palabra bastante escuchada dentro del ámbito cristiano. “Dios tiene un propósito para ti”. “Dios tiene planes para ti”. “Fuiste predestinado para grandes cosas”; son algunas de las frases que si tienes algún tiempo asistiendo a una iglesia seguramente las has escuchado más de una vez, o si recién decidiste entregarle tu vida a Jesús es probable que la comiences a escuchar de parte de tus líderes y hermanos en la fe. Y la verdad es que son ciertas, Dios tiene un propósito para ti, para mí, y para cada uno de Sus hijos, solo que al no entender lo que realmente significa el propósito de Dios, esto puede generar confusión y hasta un total desenfoque en cuanto a la meta principal a la que como hijos de Dios y discípulos de Cristo hemos sido llamados por Él.
El diccionario de la Real Academia Española define Propósito como: ‘ánimo o intención de hacer o de no hacer algo’, trasladándolo a nosotros como nueva creación en Cristo podríamos decir que principalmente el propósito de Dios para nosotros es el ánimo o intención para la que Dios nos hizo, y nos preguntamos: ‘¡ajá! y ¿cuál es?’. La Palabra de Dios nos dice en Efesios 2:1, lo siguiente: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (RVR1960); en la versión Nueva Traducción Viviente lo dice de la siguiente manera: “Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás”. Aquí yo veo dos cosas maravillosas:
1) Somos la obra maestra de Dios, ¡wow!, es decir, vemos en la perfección del universo cómo que cada constante presente en el mismo tiene valores tan exactos que si solo uno de ellos fallara por una parte en un millón de millones, sería suficiente para que dejasen de existir las galaxias y los planetas, todo fue creado con excelencia y precisión, pero por sobre la grandeza del universo para Dios, nosotros, quienes hemos sido creados de nuevo en Cristo al abrirle nuestro corazón como Señor y Salvador, somos Su obra maestra.
2) Él ya preparó de antemano las buenas obras en las que hemos de andar. En Juan 15:16a Jesús les dice a sus discípulos de entonces y a nosotros hoy: “Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes, y los he mandado para que vayan y den fruto, un fruto que dure para siempre…” (NBV).
El propósito de Dios va más allá de nuestros propios planes o metas personales, las cuales claro que es bueno tenerlas, pero solamente si la meta final es llevar las Buenas Noticias de salvación por medio de la fe en Cristo Jesús a aquellos que van rumbo a la perdición eterna. “Jesús se acercó y dijo a sus discípulos: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos» (Mateo 28: 18-20. NTV).
Dios te ha dado dones y talentos únicos y específicos, no son los mismos que le ha dado a tu hermano(a), los tuyos complementan los de él(ella) y los de él(ella) complementan los tuyos, ¡Gloria a Dios por eso!, pues somos el cuerpo de Cristo en la tierra, enfócate en los que Dios te ha dado a ti, desarróllalos, trabájalos y úsalos para bendición de los que ya son tus hermanos en la fe y para ganar a aquellos que hoy no son, pero por la fe lo serán, los cuales pueden ser tus padres, hermanos, vecinos, amigos, compañeros de clase y trabajo, y todo aquel que Dios ha puesto a tu alrededor. Al momento de trazarnos metas pensemos en lo siguiente: ¿cuál es el propósito de que yo haga esto? ¿Hacer la voluntad de Dios o satisfacer mi ego y encajar en los estándares que el mundo me ofrece? Jesús en Mateo 16:26-27 (NBV) nos deja una gran reflexión que estoy segura de que si la tenemos siempre presente nos ayudará a tomar mejores decisiones, agradables ante Dios: “¿De qué les sirve ganarse el mundo entero y perder la vida eterna? ¿Habrá algún valor terrenal que compense la pérdida del alma? Yo, el Hijo del hombre, vendré con los ángeles en la gloria de mi Padre y juzgaré a cada persona según sus obras”.
Si te enfocas en rendir todo lo que eres y tienes para cumplir el propósito de Dios aquí en la tierra, entendiendo que todo viene de Él, incluyendo la vida misma, entonces Él concederá también los anhelos de tu corazón (Salmo 37:4); y recuerda: Nada de lo que hagas de corazón para el Señor quedará sin recompensa, Jesús dice: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).
¡Dios te bendiga!
Yesica Carreño de García
Diseñadora Gráfica