(Fernando Araujo – Articulista).-
Aunque no está claro o evidente el origen del sacrificio, este concepto aparece por vez primera en Génesis 4:3-5; en estos versos vemos dos situaciones diametralmente opuestas.
La ofrenda de Abel fue una oveja, que es tipo de Cristo, el Cordero de Dios, simboliza la inocencia de Jesús, que no ofrece resistencia ni hace daño.
Esto contrasta con la ofrenda de Caín, que ofrece el fruto de sus propias manos, lo que no agradó a Dios, pero vemos la grandeza y lo justo de Dios cuando a Caín se le exhorta a traer una nueva ofrenda (Génesis 4:7).
Si observamos bien comprenderemos que lo que Abel hizo fue un acto de fe (Hebreos 11:4). Con lo cual Dios lo justificó. Esto nos hace ver que desde el comienzo de la humanidad se cumple una verdad, que es: Sin derramamiento de sangre no se hace remisión de pecado (Hebreos 9:22).
Pero hoy en día no se nos exige sacrificio, ya Jesucristo lo hizo por todos nosotros, al morir en la cruz por los pecados del hombre.
Jesús lo que nos pide es la obediencia a la Palabra del evangelio como está escrito en 2ª Corintios 10:5-6. Dios no quiere sacrificios, Dios quiere obediencia.
¡El Senor te bendiga!
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