(Protestante Digital/ VyV – KOBANE).-
Los terroristas de Estado Islámico (EI) continúan su brutal avance en Siria y están dispuestos a convertir la localidad de Kobane, en la frontera con Turquía en un auténtico infierno. Mientras, la esperada ayuda de Turquía para impedir que la localidad caiga en mano de los yihadistas o al menos contenerles, se ha convertido en una traición, ya que ha optado por bombardear bases del PKK kurdo, desde las que numerosos combatientes pretendían ir a defender el bastión kurdo de Kobane.
Los bombardeos turcos podrían ser una respuesta a las manifestaciones de la comunidad kurda en Turquía que degeneraron en violencia, con un saldo de al menos 34 muertos, cientos de heridos y destrozos cuantiosos. La única esperanza ahora son los bombardeos de las Fuerzas occidentales sobre las posiciones del EI cercanas a Kobane.
Recientemente el Pentágono aseguró que los ataques aéreos llevados a cabo sobre Kobane -más de 21-, son los más grandes cometidos en la ciudad kurda desde que la coalición internacional que encabeza EE.UU entrara en acción en Siria.
Naciones Unidas estima que ha habido alrededor de 700 civiles atrapados en Kobane, principalmente ancianos, y hasta 13 mil civiles siguen viviendo en zonas de los alrededores, amenazados por EI, y que muy probablemente serán masacrados si la ciudad cae.
La tragedia de Kobane
La brutalidad del Estado Islámico es de sobra conocida y sus decapitaciones y ejecuciones son un instrumento habitual para atemorizar a sus enemigos. Matan a los hombres y a los niños y, a las mujeres las violan y esclavizan.
En las zonas de la ciudad tomadas por los yihadistas los kurdos que no han huido -lo han hecho más de 180 mil-, son aniquilados. Los terroristas visitan cada casa y asesinan sin piedad.
De acuerdo con los que escapan de la ciudad kurda, en la frontera entre Siria y Turquía, el salvajismo de los yihadistas se ha tornado, si cabe, más horrible que nunca. Las calles de la ciudad se encuentran sembradas de cadáveres decapitados y algunos de los lugareños señalan que a otros muertos les han arrancado los ojos y los han desmembrado. Los refugiados que llegaron a Suruc, justo al otro lado de la frontera turca, declaran haber sido testigos de horrores sin cuento.