(Modesto Rivero González – Pastor, médico y escritor).-
Recientemente unos misioneros cristianos estadounidenses fueron acusados de espionaje y expulsados del país. Una vez escribí, y ahora lo repito, que si nuestros gobernantes se convencieran de los beneficios del Evangelio, comenzando porque cada persona que se convierte a Cristo es una delincuente, una alcohólica o una drogadicta menos, dispuesta siempre para toda buena obra y combatir y rechazar el mal, le pedirían a la Iglesia y a los predicadores que no abandonasen las calles ni las plazas. La Biblia dice: «Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová» (Salmos 33:12).
Sabemos que en algunos países del mundo se hostilizan, persiguen, apresan y hasta matan a ciudadanos solo por el hecho de ser cristianos. La Biblia asegura que las víctimas tendrán un gran galardón en el Cielo, ofrecido por el Rey del Cielo, nuestro Señor Jesucristo (Mateo 5:10-13); en tanto que los victimarios, si no se arrepienten, sufrirán castigo (Salmo 105:14s). La Biblia es Palabra de Dios y está accesible en todos los idiomas.
En su amor y gran misericordia, Dios «quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1ª Timoteo 2:4) y «es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2ª Pedro 3:9). Pues bien, los que hemos sido llamados a ser discípulos de Jesucristo estamos obligados, por ese mismo amor y por obediencia al Señor, a predicar el Evangelio, para que todos oigan, muy conscientes de la hostilidad del mundo, cuyo príncipe es Satanás. Jesucristo lo dijo a los discípulos, refiriéndose a los últimos tiempos: «Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre» (Mateo 24:9). Son, pues, las consecuencias anunciadas de nuestra tarea evangelizadora, y nadie ni nada nos debe meter miedo, como dice el salmista: «Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?» (Salmo 27:1b), Esto es, estamos respaldados por el Dios todopoderoso, y si Él permite las injurias, y hasta la muerte, es por algún motivo superior que muchas veces no está claro para nosotros (Romanos 8:28).
Lo que me preocupa es que la hostilidad, la persecución y las acusaciones públicas impidan que la gente disfrute los beneficios de una íntima comunión con Dios, que comienza aceptando a Jesucristo como Señor y Salvador; porque, «¿cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?» (Romanos 10:14).
Según Comunicado del Consejo Evangélico de Venezuela, «los misioneros no hacían actividades de espionaje ni de captación de personas con fines subversivos, pero lo que si hacían es una labor que debe ser replicada por toda la sociedad, y es la de servir a Dios ayudando desinteresadamente al prójimo». A mí me parece muy extraño que un país como Estados Unidos, se valga de unos misioneros cristianos para espiar y que éstos se presten para esta tarea. Y como venezolano y cristiano rechazo y protesto toda acción arbitraria en contra de misioneros cristianos de cualquier nacionalidad. Además, en esta situación tan crítica que vive nuestro país, necesitamos que más y más predicadores vengan y se les dé las facilidades y garantías que sean necesarias para cumplir su labor, que por lo demás está garantizada en nuestra Carta Magna (Art. 59).
Dios es amor, pero también fuego consumidor, y ofrece su REGALO a través de sus hijos; pero -dice la Biblia- el castigo será muy severo para quienes lo rechazan (Mateo 10:14s). No es bueno, pues, provocar la ira de Dios, y con tal fin quisiera que nadie perturbe la labor de sus enviados, por el bien de la Patria y de su gente, «porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad» (Romanos 1:18). Espero que todo se deba a la ignorancia acerca del Evangelio y se preste debida atención a la voz de Dios.
¡Sea Dios glorificado!
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