(Agencias/ VyV – REDACCIÓN).-
Con apenas 22 meses de nacido, el pequeño Joel fue víctima de un accidente de tránsito, en el que un tractor se estrelló con el vehículo donde viajaba con su padre y su tío. Su madre y sus tías se encontraban en otro carro que también fue impactado en el accidente.
Mientras que las mujeres de la familia lograron salir ilesas del vehículo, el padre de Joel y su tío, salieron con la ropa y el cabello prendidos en llamas. Ambos pensaron que el otro había rescatado al niño del vehículo antes de explotar e incendiarse, pero la realidad fue otra.
Un joven que pasaba por ese lugar fue quien escuchó el llanto del pequeño Joel y lo rescató. Sus padres al verlo, no podían reconocer lo que estaba ante sus ojos, era una masa de cenizas. Sus brazos estaban carbonizados, él estaba temblando, ya no tenía cabello y su cara estaba toda negra; estaba literalmente quemándose lentamente.
Joel perdió los dedos del pie, así como una mano y los dedos de la otra, y tuvo quemaduras en 85% de su cuerpo. Su cara se quemó en su totalidad.
Una vez en el hospital, sus probabilidades de supervivencia eran de un 10%; pero su familia manteniendo siempre la fe en Dios, fue testigo de un milagro. La fuerza del niño era impresionante y su recuperación, a pesar de las innumerables cirugías y tratamientos, fue extraordinaria, algo que sólo con la ayuda del Señor, se puede lograr. En cuatro meses y medio Joel ya estaba en casa con sus padres.
A medida que Sonnenberg crecía, se continuaba sometiendo a cirugías, y padecía de un dolor físico y emocional insoportable para cualquier ser humano. Desde temprana edad comenzó a experimentar la crueldad del mundo para las personas consideradas como «diferentes». Los niños y adultos lo veían fijamente, se le apartaban, hacían comentarios hirientes y hasta podían irse de los restaurantes porque no soportaban mirar su rostro.
«Algunas veces me molesto», admite Joel. «Otras veces sólo los ignoro, en oportunidades sólo quiero divertirme y comienzo a perseguirlos. A veces me siento sofocado y quiero irme lejos», agrega; pero la mayoría de las veces este hombre sólo sonríe y de esa forma ha aprendido a sonreír ante la curiosidad de la gente.
Grandes logros
A pesar de su condición física y de la vida que este hombre ha tenido que vivir, ha logrado tener una trayectoria de logros como cualquier otro joven y adulto. Tuvo una destacada carrera educativa en el colegio y la universidad.
De igual forma, ha viajado a Bolivia y a Savannah, Georgia en EE.UU, como misionero de la Iglesia Presbiteral de Montreat, donde se congrega desde niño.
Es cuestión de fe
«Nunca he disfrutado cómo me veo físicamente y no me gusta verme mucho en el espejo», comenta Joel. Pero, a pesar de su condición, Sonnenberg vive en paz consigo mismo, la persona que vive dentro de ese cuerpo quemado. Se ve a sí mismo, como una lupa que magnifica el poder del amor de Dios. «Ese es mi propósito en esta vida, enseñar que Dios es bueno. Dios ha sido maravilloso en mi vida y ama a los demás tanto como me ama a mí», explica.
Joel dice que «todo pasa por algo» y que sus mejores momentos en la vida han sido «cuando reflejo y veo lo que Dios ha hecho –todas las provisiones que me ha dado- estoy seguro de que Jesús es la única respuesta y alternativa», afirma. Él lidia con el dolor de la única manera que sabe, aferrándose a Dios. «Yo confío en Dios, leo la Biblia y hablo con los demás sobre Él».
El poder del perdón
Joel y su familia tuvieron la oportunidad de reencontrarse con la persona que ocasionó el accidente en el año 1979. De esta forma, pudieron mostrar el amor de Dios y el perdón durante el juicio de Reginald Dort.
Toda la familia tuvo que declarar y subir al estrado, y después de revivir todo el dolor y el sufrimiento causados por el accidente, cada miembro de la familia habló del poder de Jesucristo para transformar sus vidas y perdonar.
El último en hablar fue Joel, quien dijo: «mi oración para usted señor Dort, es que conozca que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo no tiene límites y el mundo no tiene sentido sin Él». Reginald Dort fue sentenciado a una condena de dos a siete años y por órdenes del juez, a pesar de no haber declarado, sólo se disculpó con Joel Sonnenberg.
Actualmente, Joel está casado, tiene una hermosa hija, ha estado en programas de televisión, publicado en periódicos y revistas en los EE.UU; pero su labor se ha centrado en hablarle a los jóvenes en universidades, colegios, eventos juveniles e iglesias sobre la fe en Dios y el mensaje de salvación de Jesucristo.
