(Protestante Digital/ VyV – WASHINGTON).-
El Daesh (autoproclamado Estado Islámico) confirmó la muerte de Mueller a principios de febrero de este año. Según informó entonces, la cooperante norteamericana había perdido la vida por un bombardeo de la aviación jordana, que colabora junto a EE. UU en la coalición militar creada para combatir el terrorismo yihadista; y que se había «casado» con uno de los líderes yihadistas. Algo que fue desmentido por el propio Obama.
La familia de Mueller ha informado recientemente que funcionarios del Gobierno le han confirmado que su hija, quien tenía 26 años, fue torturada y víctima de reiteradas agresiones sexuales por parte del líder de Estado Islámico. «Se nos dijo que Kayla fue torturada y que era ‘propiedad’ de Al Baghdadi», han explicado los padres de Kayla, Carl y Marsha Mueller. Según las mismas fuentes, Al Baghdadi llevó personalmente a la trabajadora de ayuda humanitaria secuestrada a la casa de Abu Sayyaf, un tunecino que se encuentra a cargo de los ingresos del grupo yihadista derivados del petróleo y del gas. El líder terrorista visitó regularmente la casa de Sayyaf y agredió sexualmente en varias ocasiones a Mueller.
El presidente de EE. UU, Barack Obama, dijo que Mueller se sirvió de las «libertades» para mejorar la vida de otras personas, y que ha dejado un «legado» que perdura e «inspira» a quienes «luchan, cada uno a su manera, por lo que es justo y decente». Pero parte esencial de ese legado, además de una inmensa y generosa labor humanitaria por todo el mundo, es que Kayla se entregó («se rindió totalmente») a Dios durante el cautiverio, encontrando descanso y libertad en una profunda fe.