Cuando en la vida empezamos a tomar decisiones y esas decisiones van sin el acompañamiento del Espíritu Santo solo nos llevarán a la ruina total
La vida cristiana es un caminar en medio de una lucha, lastimosamente muchas veces nos dormimos y empezamos a tomar libertades y darnos salidas que no sabemos si nos harán crecer más en nuestra espiritualidad o si nos harán caer dolorosamente.
No debemos pensar que todo lo que nos aparece en el camino será saludable para nuestro crecimiento.
Estamos en una constante lucha contra las tentaciones del enemigo, y es que el enemigo no se nos presentará con cola y cachos, sino que las cosas se nos presentarán de manera atractiva que nos hará confundirnos y caer. Tal como pasó en el inicio de todo, la serpiente se le presentó al hombre y la mujer y los confundió haciéndoles pensar que no era malo lo que les presentaba.
“Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado” (1ª Corintios 9:26).
Olvidarse de Dios y comenzar a enfriarse es progresivo. Un buen ejemplo es Pedro, a quién se le había dicho que se le darían las llaves del Reino.
¿Y pudo ser capaz de traicionar así a su maestro?
¿Cómo alguien que tiene un gran privilegio de Dios y sirve puede dejar así al Señor? Pedro da al menos cinco pasos que lo llevaron a terminar así, porque nadie se aleja del Señor de un día para otro:
1. El Señor lo anima a orar, no lo hace.
Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar». «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo». Luego volvió a donde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. «¿No pudieron mantenerse despiertos conmigo ni una hora? —le dijo a Pedro—. Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
Si en el momento que estamos viviendo estamos carentes de oración no debemos confiar en las decisiones que estamos tomando. Si estas semanas atrás hemos estado lejos de Dios debemos detenernos y poner un gran signo de interrogación a lo que estamos pensando porque si lo que estamos pensando no está bañado del Espíritu Santo nos puede llevar a la destrucción.
2. Hacer las cosas a su manera y no a la de Dios.
—Amigo —le replicó Jesús—, ¿a qué vienes? Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús. En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja. ¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles?
Ante la incapacidad de responder conforme al corazón de Dios por falta de oración viene la segunda parte, hacer las cosas como nos parecen. ¿Cuántas veces comenzamos a responder humanamente a las adversidades que vienen a nuestra vida? No vamos al Padre a preguntarle cómo salir del problema que estamos pasando. La gente se va en búsqueda de salidas rápidas y no esperan como Jesús, en la voluntad del Padre.
3. El abandono invisible.
Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
La negación pública solo fue la demostración de que este ya había abandonado al Señor. Así pensamos a veces de las personas que se salen de repente de la obra de Dios, y decimos: «¿qué le pasó si ayer estaba en el culto?», no es que ayer hubiera dejado al Señor, ¡ya lo había abandonado! quizá estaba presente en la iglesia, pero lejos de su Señor. Antes de que alguien abandone públicamente al Señor ya lo había abandonado.
4. Bajando el compromiso.
Pero Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los guardias para ver en qué terminaba aquello.
Seguir a Cristo nunca es de sentirse bien, pero aquellos que se han alejado de Dios ya todo les parece mal, mejor lo siguen de lejos.
5. Lejos, muy lejos del Señor.
Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio, y una criada se le acercó. —Tú también estabas con Jesús de Galilea —le dijo.
Todos los que quieren servir sin escuchar la Palabra terminan a la orilla lejos del Señor y negándolo públicamente.
Cuando en la vida empezamos a tomar decisiones y esas decisiones van sin el acompañamiento del Espíritu Santo solo nos llevarán a la ruina total. Pidamos al Santo Espíritu que nos ayude a no perder el rumbo. Si seguimos al Señor que no sea de lejos, busquémoslo y que Él nos examine para que nos descubra tal como somos.
Dios les bendiga grandemente amados.
Norbey y Greyda Rodríguez
Pastores y comunicadores