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Lo “único” de Dios en nosotros

(Serafín Contreras Galeano – Pastor, consejero y escritor).-

Al crearnos Dios nos hizo únicos, no existe otra persona como nosotros. Él nos hizo y rompió el molde; Dios no hace clones. De la misma forma, Dios ha hecho ministerios únicos. Él hizo un solo Billy Graham, un solo Charles Spurgeon, un solo Jack Hayford. Si hubiese necesitado otro más de ellos lo hubiera hecho. Sin embargo, uno puede encontrar a lo largo de la historia de la Iglesia la proliferación de ministerios que fueron una burda y borrosa fotocopia de los ministerios únicos que Dios ha creado. Eso distorsiona lo que Él hizo en la vida de cada uno. Es común encontrar hoy ministros de música que hablan como algún líder o pretenden ministrar como él; o predicadores intentando ponerse la armadura de alguien muy reconocido, produciendo frustración en sus vidas y desencanto en el pueblo al que ministran. David dijo: «No Rey…, yo no puedo andar con esto. Esto fue hecho para usted…, a mí déjeme ser David». Cada ministro necesita encontrar el ministerio que Dios le dio en forma personal, y jamás caer en el juego del extrañamiento; entendiendo por extrañamiento la tendencia a ser extraño a sí mismo por querer hacer lo que otro hace.
Dios es original; en su originalidad sobresalta la creatividad. Es la gloria de Dios puesta en cada ser humano la que termina exaltándolo a Él. Como un pintor combina sus colores, de la misma manera, el creador combina su multiforme y multicolor gracia en cada uno de nosotros para revelar su gloria.
Cuando Dios llamó a Josué para conducir al pueblo de Israel le dijo estas palabras:
«Sucedió después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, que el Se- ñor habló a Josué, hijo de Nun, y ayudante de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora pues, levántate, cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel» (Josué 1:1-3).
Dios le dijo a Josué: «Mi siervo Moisés ha muerto», en otras palabras, «ya terminó un líder y te he levantado a ti para ser Josué, el líder de hoy». Dios no llamó a Josué para ser una prolongación de Moisés, sino para que fuese Josué y, de hecho, lo trató a él como a un líder diferente.
Quien no entienda que Dios lo hizo, lo llamó y lo formó como un líder único, detendrá la transición del Espíritu en su propia vida.
Hay mucho por delante nuestro cuando no olvidamos que Dios sigue siendo creativo y único. Ese es su placer y su anhelo y su profundo deseo que también sea nuestro placer y anhelo.
Perdemos la belleza original por correr tras el «resplandor» de lo que otro tiene. Se nos cae de la mano la perla esplendorosa por querer arrebatar en nuestra ambición lo que otro tiene. Dejamos de ver lo que está reservado para nosotros por mirar tras las celosías lo que otro abraza.
Perdemos la unicidad de la existencia propia por buscar la fotocopia que me impresiona.
No es el tiempo de correr sino el de detenernos para encontrar lo que el Eterno sembró dentro de nosotros para alabanza de su Gloria.
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