El éxito se alcanza abriendo la puerta hacia afuera, mientras que la plenitud del ser se experimenta abriendo la puerta hacia dentro

Cuando alcanzas el éxito en aquello que buscas, descubres para sorpresa tuya, que aún existe un vacío dentro de ti, que no puede ser llenado por ningún tipo de éxito en tu vida.
En ese punto de tu vida puedes hacer dos cosas:
Nº 1.- Continuar la búsqueda infructuosa de más éxito, para intentar llenar tu vacío existencial.
Nº 2.- Invertir por completo la dirección de tu búsqueda, reconociendo que realmente te estás buscando a ti mismo, llegando a la conclusión inequívoca de que ningún hacer puede conducirte a la realidad del ser.
Sólo conectando con la esencia de tu ser esencial llegarás a experimentar la plenitud en tu vida.
Ningún éxito que proviene de tu hacer fuera de ti puede llenar tu vacío existencial, de hecho; mientras más buscas fuera de ti, más vacío te sientes.
El éxito se alcanza abriendo la puerta hacia afuera, mientras que la plenitud del ser se experimenta abriendo la puerta hacia dentro.
Cuando abres la puerta hacia afuera, conectas con el mundo de la ilusión, pero cuando abres la puerta hacia dentro, conectas con la esencia del todo, allí desaparece la ilusión de la separación y la división creada por tu mente, para descubrir que tú eres uno con el Creador y lo creado. No existe mayor plenitud que esta.
En tal sentido, cuando tienes éxito en acumular las riquezas de este mundo, descubres irremediablemente tu enorme pobreza.
Esta es la razón por la cual los controladores del sistema promueven la pobreza sistémica para mantener el control social. Mientras el pobre sistémico no sea rico, mantendrá la ilusión de que algún día lo será, ignorando por completo que ya es rico de nacimiento y que vive en un mundo abundante.
El método que usa la élite gobernante es: Mantener al pobre sistémico corriendo toda su vida detrás del éxito, así alimenta en ellos el espíritu de competencia y conflictividad, que los mantiene en ignorancia toda la vida, de la única verdad que importa.
Ya eres rico de nacimiento, ya vives en un mundo lleno de abundancia, no tienes que hacer nada para llegar a ser alguien, porque ya eres alguien extraordinario y muy valioso, no tienes que competir con otros, no eres ni más ni menos que nadie, eres un hijo de Dios creado a su imagen y semejanza, tienes la misma naturaleza y sustancia que Dios. Eres uno con Dios y toda la creación.
Todo lo demás es programación mental, controlando la personalidad que has creado a partir de tú ego para mantenerte activo en la seudo carrera por el éxito en la vida, creada por gente muy pobre, que aparenta ser muy rica.
Todo esto ocurre cuando abres la puerta hacia afuera de tu ser para experimentar la ilusión de la mentira que vive la mayoría de las personas que corren como zombis sociales detrás de algo que el sistema llama éxito.
Tú verdadera búsqueda no es la búsqueda del éxito. Realmente te estás buscando a ti mismo, buscas la esencia de tu ser, donde ya eres y tienes todo.
En esa dimensión espiritual no aprendes nada, ya lo sabes todo, porque eres uno con todo lo que es. Cuando te encuentres, lo encontrarás todo en tu vida, te encontrarás con Dios y sabrás quién eres en Dios. Comprendiendo que en Él vives, te mueves y eres, Dios lo contiene todo y nada lo contiene a Él.
Ser uno con Dios no quiere decir que somos la misma cosa. Somos la misma sustancia, energía o esencia que Dios es, y Dios es la misma sustancia, energía o esencia que somos nosotros.
Dios es la suma total de toda la sustancia, energía o esencia que existe, mientras que nosotros somos solo una individualización de ello.
Miguel Ángel León R.
Apóstol, psicólogo y escritor